I
Venecia no es la ciudad que más he amado, pero sí la que más he intentado dejar de amar.
Mi rechazo siempre ha sido incierto, inconstante. Alguna vez la he percibido como una mujer que me ignora mientras exhibe su superioridad espiritual, otras veces mi alejamiento proviene del dolor de suponerla condenada a un final que no quiero presenciar, o de la tristeza de no tener nada que ofrecer a cambio de tanta belleza, o caigo en la absurda pretensión de haberlo visto todo y estar más allá de la curiosidad y la seducción, o decido que, al no poder tenerla integra y para siempre, será nada y hasta nunca. Ahora que despliego este absurdo rosario comienzo a hacerme consciente de mis limitaciones y confusiones. Más nos define aquello que no logramos integrar a nuestras vidas que ciertas solemnes certidumbres, tan constantes, que se nos van haciendo imperceptibles, como creer en la eternidad de la especie humana.....
EN: https://prodavinci.com/morir-con-venecia/
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