Un texto de hace una semana del sacerdote jesuita Luis Ugalde, en estas mismas páginas, nos advierte que más allá de toda disquisición intelectual teológico-filosófica, «en la Navidad adoramos a Dios en la debilidad del Niño». Y de ahí surge, nos recuerda Ugalde, el sentido fraterno de la vida para superar toda guerra. Para que en las trincheras -que por desgracia ensombrecen el mundo de nuestros días- se pueda cantar juntos «noche de paz, noche de amor» en distintas lenguas. «El Niño de Belén nos lleva al obsequio, al abrazo y a desearnos un año nuevo en fraternidad», escribe el religioso....
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