Editorial El Nacional: La larga indoblegable lucha opositora

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Estamos en el año 27, tantos como mandó Juan Vicente Gómez en las primeras décadas del siglo pasado, de una lucha sin desmayo por la democracia en Venezuela. Comenzó el día uno que Hugo Chávez llegó al poder, en la cresta de una ola popular que entre sus postulados esgrimía la aniquilación del período de 40 años de democracia que lo antecedieron. Como si nada fuera rescatable, pero se equivocó, como los hechos dolorosamente recuerdan.

Han sido, ciertamente, más las derrotas que los éxitos, pero jamás se ha claudicado en la esperanza de que Venezuela sea una nación libre, soberana y reconciliada entre sus gentes. Lo que hay que destacar no es el dominio de un régimen que desconoce y burla la Constitución, sino la empeñada voluntad de los venezolanos, más o menos según las circunstancias, que se niegan a doblegarse. Nunca antes en la memoria de los venezolanos de mayor edad se padeció tal abuso del poder, tal copamiento de todos los resortes del Estado -porque ya no son instituciones- para acorralar a los ciudadanos: a la dirigencia política, a los activistas sociales, al ámbito religioso, a la academia, y hasta al más humilde de los ciudadanos, que ha visto que se le va un hijo -millones de hijos han partido- en busca de un futuro en cualquier otra parte del planeta. El futuro que le niegan en su patria. 

Nadie que aspire a una sociedad justa, segura, de iguales, donde se pueda trabajar y hablar, ver crecer y formar a su descendencia, puede darle el mínimo crédito a quienes usurpan el poder en Venezuela solo para su provecho personal y sus turbios negocios. 

A la oposición se le puede, y se le debe cuestionar, porque es donde está depositada nuestra creencia y confianza en el cambio político que nos merecemos. Todos, en definitiva, debemos aprender de los errores cometidos y todos debemos saber valorar la complejidad de una lucha desigual y ventajista, brutal y sin compasión, que ha cerrado las rutas para una resolución pacífica, que es la verdadera vocación del pueblo venezolano expresada con rotundidad el 28 de julio.

El premio Nobel de la Paz 2025 que hoy se entrega a María Corina Machado ha significado la universalización de la muchas veces incomprendida batalla librada por los venezolanos. Hoy las democracias del mundo, en un mundo donde la democracia va en retroceso, reconocen nuestra larga indoblegable lucha, y son un apoyo fundamental para lograr la transición democrática. ¿Cuándo? ¿cómo?, no lo sabemos pero solo manteniendo viva esa aspiración se podrá lograr.

Tenemos un liderazgo comprometido, representado por María Corina Machado; tenemos suficientemente claro, con pruebas y testimonios a la vista, lo que rechazamos. Debemos persistir aun más de lo que hemos persistido. Por el país, por los hijos, por los hijos de nuestros hijos y porque es justo, es noble y es ley de vida aspirar a lo mejor, con los pies en la tierra y el corazón por las nubes.