Wednesday, September 18, 2013

Melancolía histórica

En: http://www.eluniversal.com/opinion/130918/melancolia-historica

ANDRÉS VOLPE| EL UNIVERSAL
miércoles 18 de septiembre de 2013 12:00 AM
[...] como lo proclama Juan Vicente González,
Bolívar es América:
Quitad, empero, de América a Bolívar.
¿Qué resta? El caos sangriento
de la conquista, la destrucción
de los indígenas,
tres siglos de servidumbre.
Germán Carrera Damas citando a Juan Vicente González.


Increíble es leer las palabras de nuestro pasado, porque aunque muchos se empeñan en revestirnos de gloria, el pasado sigue siendo igual de entristecedor que el presente que vivimos. Habría que repasar los acontecimientos para llegar a la certeza rotunda de que Venezuela ha vivido en la esperanza continua y en la melancolía histórica. Extractos, como los citados por el Dr. Germán Carrera Damas en El culto a Bolívar, bastan para sumir a cualquier lector en el desespero de un eterno retorno:

Ya es tiempo que en Venezuela raye el fausto día en que aquellos de sus hijos que puedan influir en sus destinos, compadezcan la desgracia universal, y alcen los ojos al alto grado de prosperidad al que la naturaleza pródiga la llama. Ya es tiempo de empezar a sacar el fruto de sus instituciones liberales desenvolviendo los gérmenes de sus riquezas y echando los fundamentos sólidos de su transformación. Ya es tiempo que el Gobierno aprovechándose de las bendiciones de la paz, y a la sombra del órden, despliegue todo su poder en regenerar de hecho esta tierra desgraciada. Ya es tiempo de ir reforzando los semilleros de las generaciones venideras y cambiando con la eficacia de las buenas leyes los hábitos inveterados de ociosidad, por los de una industria honesta y productiva.

Así rezan las palabras del Dr. José María Vargas en el Discurso en la Junta General del día 3 de febrero de 1833 de la Sociedad Económica de Amigos del País. Poco podría sospechar Vargas que podríamos incluso hoy repetir su Ya es tiempo con la misma vigencia y urgencia con la que él escribiría en voz de los políticos de hoy. Seguimos teniendo las mismas necesidades de la apenas fundada nación. No obstante, difícil podría creerse que las instituciones liberales siguen sólidas dándole base a la República. Hemos quizás perdido los esfuerzos de los próceres por darnos la dignidad moral de pretender ser un pueblo virtuoso e independiente.
Hemos substituido el sueño liberal bolivariano, por la catástrofe socialista que ha continuado sojuzgando la felicidad del venezolano a lo que podría compararse con la Edad Media de la nación venezolana en pleno S. XXI. ¿De qué podríamos estar orgullosos hoy en día como nación cuando la lucha independentista se vuelve mitología irreconciliable con el presente desesperante? ¿Podríamos con convencimiento situarnos como herederos de los próceres? Ya no somos Bolívar y, por consecuencia, solo somos sombra y confusión.

Vargas en 1833 profesa fe en el Gobierno como institución con poder transformador y potencial de progreso. Seríamos nosotros hoy ilusos y delirantes si pretendiéramos sostener la misma fe en el Gobierno. El ciudadano entiende al Gobierno como una amenaza para su progreso, ya que éste se ha vuelto una institución destructora y un mecanismo para la amputación del individualismo concentrado en la noción más profunda del espíritu republicano. Hoy en día el Gobierno es el enemigo de la nación, ya que éste ha traicionado los principios fundadores de la patria. El Gobierno ha traicionado la propia esencia de la identidad venezolana ¿Podría este gobierno argumentar su legitimidad solo por el producto de unas elecciones dudosamente libres? ¿Podría el Gobierno pretender ser moral solo por el producto de este mecanismo que nada garantiza? El Gobierno no puede obviar la realidad objetiva de su fracaso frente a la nación y el socialismo no puede negar su fracaso ante el mundo. El gobierno del presidente Maduro ha hecho esta tierra desgraciada.

Sigue Vargas hablando de honestidad y productividad por medio de buenas leyes. ¿Qué se ha hecho con nuestras leyes? Solo cabe una respuesta verdadera: se ha destruido la honestidad y la productividad. ¿Podríamos pretender vivir en un país productivo? Incluso ya se reconoce oficialmente que el Gobierno es deshonesto y necesita de una purga contra la corrupción que lo compone. ¿Cómo puede un gobierno deshonesto pretender ser legítimo? Las buenas leyes nada pueden hacer frente a la inmoralidad de los hombres, porque se necesita de hombres honestos para aplicarlas. Por eso, los corruptos reconocidos solo se han esforzado en acabar con la industria honesta y productiva –porque son libres para hacerlo.

Ya es tiempo de que se termine el socialismo, porque este modelo es extraño al designio bolivariano o a la República que se fundó luego de la Independencia. Cabe preguntarse nuevamente: ¿qué resta? Una pregunta que se extiende desde 1842 en voz de Juan Vicente González.

¿Qué resta?

La patria que nunca se ha construido.

La destrucción de los falsos héroes.

La superación de la servidumbre.

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