Editorial de www.analítica.com
Con
todo y las circunstancias de alta emocionalidad de las últimas
elecciones para gobernadores, sus resultados deben ser un llamado de
atención, un campanazo de alarma, para la Mesa de la Unidad Democrática
Entendemos perfectamente que el
líder de la oposición Henrique Capriles, y con él los principales
dirigentes opositores, mantengan su actitud de crítica permanente al
presidente Maduro y a su Gobierno. Incluso entendemos la política de
hacer ver las elecciones de alcaldes y concejales como una suerte de
plebiscito, con las ventajas que tal concepto tiene para la oposición si
hay una disminución del porcentaje electoral chavista, pero también con
el peligroso riesgo de que el oficialismo conquiste alcaldías
emblemáticas e incluso logre arrebatar algunas a la oposición.
Con todo y las circunstancias de
alta emocionalidad de las últimas elecciones para gobernadores, sus
resultados deben ser un llamado de atención, un campanazo de alarma,
para la Mesa de la Unidad Democrática, pues si bien Nicolás Maduro se
derrumbó y cerca estuvo de perder la Presidencia, el chavismo arrasó con
las gobernaciones muy poco después.
Pero al mismo tiempo hay algunos
temas que por su extrema gravedad deberían ser parte de la constancia
estratégica del Gobernador Capriles y de la organización de la Mesa de
la Unidad. La política de años de Chávez y de Maduro de ignorar o
retrasar incluso año tras año la discusión de contratos colectivos,
demuestra un desprecio a los trabajadores que afirman defender. El
desastre del servicio eléctrico va mucho más allá de sólo el apagón
anecdótico, es un problema diario que afecta a los hospitales ya de por
sí devastados, a las empresas y organismos públicos y privados que
pierden horas de trabajo, a la vida diaria de millones de personas. Y la
sangrienta inseguridad, por supuesto.
Un ejemplo terrible que salta a
la vista es el descuido oficial con la formación de niños y adolescentes
en los institutos públicos de educación, y sobre todo la más que
demostrada tergiversación deliberada de hechos y de adecuadas
interpretaciones de acontecimientos, es decir, el uso descarado de
propaganda política en los programas y libros que el Gobierno regala,
obsequio nada desinteresado.
Sería conveniente que en las
oficinas de Capriles y de la MUD alguien gritara nuevamente aquella
frase "con mis hijos no te metas".
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