Sunday, June 1, 2014

Maduro es pueblo?

En: http://www.lapatilla.com/site/2014/06/01/maduro-es-pueblo-por-felixseijasr/

Félix Seijas

Los números son contundentes: la imagen del Presidente vive momentos de angustia. Maduro llegó al poder con la mano en el corazón de Chávez, pero rodeado por las dudas de los seguidores de la Revolución. “No me parece preparado para esto, pero Chávez dijo que era él y Chávez nunca se equivocaría”, era el sentir más escuchado en los grupos focales realizados antes de las elecciones del 14-F.
Desde entonces, el apoyo al Presidente se ha debilitado de una manera muy particular. A mediados de 2013, la duda oficialista en la figura de Maduro empezó a aumentar a un paso que triplicaba el ritmo del deterioro que, de manera paralela, registraba el “Chavismo” como marca. Quedaba entonces en evidencia la distinción que la gente lograba hacer entre las dos figuras. A partir de enero del presente año, la velocidad de esta erosión se agudizó. En el presente, la figura del Presidente y la de su equipo de gobierno exhibe cifras rojas, mientras que la marca “Chavismo” se ha acercado a una situación de máxima alerta.
Así, al examinar cifras, vemos como poco más del 50,0% de los venezolanos opina que en Venezuela debe ocurrir un cambio de dirección y que ese cambio pasa por la renovación del poder ejecutivo. Escudriñando más a fondo, encontramos que en esta cifra milita un porcentaje de personas que se auto identifican como “chavista” y que representan alrededor del 20,0% del chavismo duro. Estamos hablando entonces de un 20,0% de militantes oficialistas para quienes la conexión Maduro-Chávez se ha desvanecido. A ellos, y a los que están por ingresar a ese grupo, es a quienes está dirigido el reciente despliegue publicitario cuya frase bandera “Maduro es pueblo” aparece bien acompañada de la coletilla “por el camino de Chávez”, imagen imprescindible para la conexión con el público objetivo.
Y es que Maduro aun tiene tiempo y recursos para maniobrar. Su “envestidura” -de la mismísima mano de Hugo Chávez- como heredero de los símbolos de la revolución es un episodio aún muy reciente. Si a esto sumamos el hecho de que en los sondeos de opinión no aparece dentro de las filas del oficialismo ninguna otra figura a la que sus seguidores endosen tal rol, encontramos que Maduro es aun una pieza necesaria dentro de ese mar de poder en el que muchos conviven.
Antes de 2016 no está contemplado ningún proceso electoral que afecte la permanencia de la figura del Presidente de la República. Por este motivo, salvo iniciativas que nazcan dentro del mismo oficialismo, Maduro tiene dos años para intentar rescatar en el imaginario del seguidor oficialista la conexión de su imagen con la marca “Chavismo”, y evitar así una embestida feroz de tirios y troyanos.
Por su parte, las fuerzas opositoras representadas por la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) libran su lucha por capitalizar la pérdida oficialista. Sin embargo, la principal barrera para tal cometido pareciera estar en su propia orilla. El mundo opositor es tan heterogéneo que la MUD debe reconciliar posiciones que van desde aquella donde algunos pocos parecieran querer un enfrentamiento armado, hasta aquella en la que predomina el convencimiento de que la salida a la crisis se debe producir a través de mecanismos puramente democráticos. Este espectro, naturalmente, es muy complejo, y al tratarse de instancias en donde no impera una voz o pensamiento único, los debates y las diferencias tienden a ahuyentar a potenciales seguidores acostumbrados al estilo de una sola voz.
Sin duda que tanto líderes oficialistas como líderes opositores atraviesan momentos delicados. Maduro es cada vez menos percibido como pueblo, y él debe hacer todo lo posible por detener y revertir ese proceso. Mientras tanto, la MUD seguirá su titánica labor de recoger voluntades en un ambiente en donde el enemigo pareciera ser aquello que paradójicamente debería representar su mayor virtud: la pluralidad. Y todo esto debe hacerlo con un limitadísimo acceso a los medios de comunicación masiva.

Félix L. Seijas Rodríguez

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