MIGUEL BAHACHILLE M.
| EL UNIVERSAL
lunes 8 de septiembre de 2014 12:00 AM
Los neos revolucionarios,
catequizados o fingidos, surgidos a la sombra de un iluso, persisten en
mensajes inscritos en el igualitarismo pero nivelado hacia abajo lo que
se constata con el desplome del estándar de vida de la mayoría. ¿Por
qué persisten entonces con su tono disonante como el promocionado
"sacudón"? A los ideólogos socialistas les ha ido muy bien
desde el punto de vista material. Poco importa la maraña social y
económica instituida a lo largo de 15 años con petróleo a 100
dólares/barril. Al fin y al cabo el revolucionario no rinde cuentas. Hoy, sintiéndose reprobado, intenta llenar sus fallas constriñendo y copando medios.
Los oficialistas persisten en una prédica extrema y fanática tratando de ocultar los ingentes conflictos en vez de acometerlos. Hoy el panorama se revierte ante la dura realidad. Las encuestas serias reflejan cómo la mayoría (80%) rechaza tanta cháchara inútil mientras se prenden las alarmas ante la escasez, inseguridad y carestía. Ya nadie absuelve al gobierno a priori ni cree en pretextos evasivos como el "sacudón". La gente apiñada en las puertas de abastos o farmacias evidencia el sofocante demérito social en progreso. Reparemos en algunas "sacudidas" en apenas un año.
-No hay pasajes hacia el exterior porque los aviones viraron sus rutas hacia Brasil por el Mundial de Fútbol. No por la deuda de más de 4 mil millones de dólares con las líneas aéreas.
-No hay escasez de productos básicos sino "malos hábitos" del venezolano que abarrota su despensa en detrimento "del otro". La expropiación de fincas productivas e incapacidad estatal para suplantarlas e instituir un régimen rentable propio de economías libres, nada tiene que ver con el asunto.
-No hay inflación sino un efecto perverso causado por las garras devoradoras del comerciante ambicioso que especula a costa de las penurias del pueblo. Así pues la revolución queda absuelta.
-La escasez y carestía de materiales de construcción se debe al ingente número de viviendas que la revolución construye cada año. No por el tráfico ilegal y corruptelas en la venta de cemento, cabillas y cerámicas, entre otros insumos.
-Los secuestros, reducidos a la mitad según el "ministro de seguridad", se debe a la incuria del vecino que circula o pernocta en sitios inadecuados a horas indebidas. La enorme cifra de homicidios ocurre en gran parte por pugnas entre bandas delictivas; no por carencia de planes de seguridad serios ni por el desmembramiento de cuerpos policiales cultivados durante 40 años.
No puede estirarse más una ficción que hunde al país. Es inviable perpetuar este absurdo ataviado de revolución que descuella por violencia y anarquía. Para colmo, la nación tampoco cuenta con un sistema judicial capaz de dirimir los trances que la carcome. Se ha abierto una brecha entre la ley y el modelo representativo. Cuanto más se atan las instituciones a esa torcedura institucional, más perturbación social ocasionan. El arrase del sistema judicial es el agravio más grave de esta "revolución".
¿Y entonces? Es hora de asumir el control de nuestro futuro. El vecino está obligado a impulsar las rutas democráticas a su alcance para restablecer el equilibrio perdido. Los partidos no son otra cosa que receptores y correas de transmisión de la voluntad colectiva. No es pues asunto sólo de la MUD. Sin embargo, es hora de demostrar para quienes la conforman que son dignos receptores del mensaje de la gente. Los pleitos de menor cuantía a nadie interesan.
Nerón, emperador durante 14 años (54-68), extravagante y asociado a la tiranía, exhibido como defensor de las clases bajas, incendió a Roma destruyendo buena parte de ella. Inventó culpables que ejecutó sin pudor. Si la oposición de entonces se hubiese refugiado sólo en sus desvíos, la ciudad estaría todavía en ruinas.
Si los actores de la MUD no están dispuestos para concertar y concurrir con brío a la decisiva elección de la Asamblea el año entrante, encarnando la voluntad de la ingente masa de discordes con el gobierno, sería mejor que se retiren a sus casas. La historia los juzgará no por lo que hicieron sino por lo que dejaron de hacer.
Los oficialistas persisten en una prédica extrema y fanática tratando de ocultar los ingentes conflictos en vez de acometerlos. Hoy el panorama se revierte ante la dura realidad. Las encuestas serias reflejan cómo la mayoría (80%) rechaza tanta cháchara inútil mientras se prenden las alarmas ante la escasez, inseguridad y carestía. Ya nadie absuelve al gobierno a priori ni cree en pretextos evasivos como el "sacudón". La gente apiñada en las puertas de abastos o farmacias evidencia el sofocante demérito social en progreso. Reparemos en algunas "sacudidas" en apenas un año.
-No hay pasajes hacia el exterior porque los aviones viraron sus rutas hacia Brasil por el Mundial de Fútbol. No por la deuda de más de 4 mil millones de dólares con las líneas aéreas.
-No hay escasez de productos básicos sino "malos hábitos" del venezolano que abarrota su despensa en detrimento "del otro". La expropiación de fincas productivas e incapacidad estatal para suplantarlas e instituir un régimen rentable propio de economías libres, nada tiene que ver con el asunto.
-No hay inflación sino un efecto perverso causado por las garras devoradoras del comerciante ambicioso que especula a costa de las penurias del pueblo. Así pues la revolución queda absuelta.
-La escasez y carestía de materiales de construcción se debe al ingente número de viviendas que la revolución construye cada año. No por el tráfico ilegal y corruptelas en la venta de cemento, cabillas y cerámicas, entre otros insumos.
-Los secuestros, reducidos a la mitad según el "ministro de seguridad", se debe a la incuria del vecino que circula o pernocta en sitios inadecuados a horas indebidas. La enorme cifra de homicidios ocurre en gran parte por pugnas entre bandas delictivas; no por carencia de planes de seguridad serios ni por el desmembramiento de cuerpos policiales cultivados durante 40 años.
No puede estirarse más una ficción que hunde al país. Es inviable perpetuar este absurdo ataviado de revolución que descuella por violencia y anarquía. Para colmo, la nación tampoco cuenta con un sistema judicial capaz de dirimir los trances que la carcome. Se ha abierto una brecha entre la ley y el modelo representativo. Cuanto más se atan las instituciones a esa torcedura institucional, más perturbación social ocasionan. El arrase del sistema judicial es el agravio más grave de esta "revolución".
¿Y entonces? Es hora de asumir el control de nuestro futuro. El vecino está obligado a impulsar las rutas democráticas a su alcance para restablecer el equilibrio perdido. Los partidos no son otra cosa que receptores y correas de transmisión de la voluntad colectiva. No es pues asunto sólo de la MUD. Sin embargo, es hora de demostrar para quienes la conforman que son dignos receptores del mensaje de la gente. Los pleitos de menor cuantía a nadie interesan.
Nerón, emperador durante 14 años (54-68), extravagante y asociado a la tiranía, exhibido como defensor de las clases bajas, incendió a Roma destruyendo buena parte de ella. Inventó culpables que ejecutó sin pudor. Si la oposición de entonces se hubiese refugiado sólo en sus desvíos, la ciudad estaría todavía en ruinas.
Si los actores de la MUD no están dispuestos para concertar y concurrir con brío a la decisiva elección de la Asamblea el año entrante, encarnando la voluntad de la ingente masa de discordes con el gobierno, sería mejor que se retiren a sus casas. La historia los juzgará no por lo que hicieron sino por lo que dejaron de hacer.
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