Monday, September 22, 2014

Tres siglos de controles en la publicidad política

En: http://konzapata.com/2014/09/tres-siglos-de-controles-en-la-publicidad-politica/

Por Johan Rodríguez Perozo.-

Si algo se pude considerar de vieja data en la historia política y electoral de Venezuela, es la publicidad política en los medios de comunicación en general y en especial, en los medios impresos. Desde los primeros intentos por traer la imprenta al país en el siglo XVIII, política y medios han conformado un tándem inseparable al correr del tiempo. La llegada de la imprenta fue un hecho político en si mismo y en tal sentido, ha estado histórica e inexorablemente ligada no sólo a la gesta independentista, sino al desarrollo y la evolución política venezolana en los tiempos posteriores. Un somero vistazo a las épocas claves de la política vernácula, nos puede mostrar algunos hechos concretos relacionados con el tema.

El primer intento por instalar una imprenta en Venezuela se le atribuye a Francisco de Miranda, quien impedido de hacerlo fue a parar a Trinidad, donde el impresor de origen inglés Matthew Gallagher, la compró a precio vil. Más adelante, en 1808, el mismo impresor asociado con un paisano, James Lamb, inician la actividad tipográfica en Venezuela, dando origen a la fundación de una de las primeras publicaciones conocidas, La Gaceta de Caracas, cuya aparición data de octubre de ese año. Según datos de algunos destacados investigadores e historiógrafos, Andrés Bello fue uno de los iniciadores del periodismo en Venezuela, a través de esta histórica publicación. La progresiva “siembra” de la imprenta en Venezuela adquirió un ritmo vertiginoso, lo cual permitió que durante el siglo XIX se multiplicara en las principales ciudades del país.

En noviembre de 1810 aparece el periódico Semanario de Caracas, publicación pionera de cuantas verían la luz a lo largo de la centuria. El 27 de junio de 1818, aparece El Correo del Orinoco, publicación promovida por el Libertador Simón Bolívar, asociado directamente con la gesta independentista. Hasta el momento de sellar la independencia de Venezuela, los periódicos surgidos en la época, tanto los patriotas como los realistas, sirvieron de plataforma al debate y la promoción de las ideas y posiciones políticas de sus fundadores. Política y medios de comunicación hundieron sus raíces en la cultura política venezolana desde entonces. Al decir del historiador y periodista Ramón J. Velásquez en una de sus tantas investigaciones, respecto a la compleja relación periodismo – imprenta – lucha ideológica de la época, “el periodista era dueño de su hambre, de su imprenta y cargaba con ella al hombro”.

A partir de 1830, Venezuela adquiere su propia fisonomía como República y con ésta lo hace el periodismo y los medios. El periódico El Venezolano, abre el camino a la innumerable cantidad de publicaciones de la etapa histórica que transcurre hasta finales del siglo XIX. De acuerdo con variadas investigaciones acerca del tema, entre 1830 y 1848 se produce en Venezuela un importante desarrollo de medios de comunicación, siempre vinculados con las causas políticas de su tiempo. Publicaciones como El Constitucional, El Liberal La Bandera Nacional en Caracas y El Patriota, El Observador, El Manzanares y El Republicano entre otros, son publicaciones que nutren el periodismo y la política en varias ciudades del interior. El debate político entre civilistas y militaristas, encontró en estas publicaciones la trinchera ideal para la confrontación. La Opinión Nacional fue el periódico que sirvió de soporte a la causa liberal de Antonio Guzmán Blanco. Más adelante, los periódicos El Delpinismo y El Yunque sirven de trinchera a los opuestos a la causa guzmancista. Hacia finales de la década de los noventa del siglo XIX, surgen El Cojo Ilustrado y Fantoches, claramente identificadas con la lucha política, además del periodismo de opinión.

Hacia 1897, en el marco de la campaña electoral en la cual compitieron de manera protagónica José Manuel “El Mocho” Hernández e Ignacio Andrade, la profusión de periódicos asociados a la lucha política se hizo más prolífica. Especialmente en algunas zonas del interior de la república, por ejemplo el eje andino, donde surgieron muchas publicaciones de distintos formatos y estilos. Unas veintidós publicaciones entre las cuales destacaban La Idea, El Patriota, La Voz del Táchira, El Ferrocarril del Táchira, El Republicano y El Reformista, entre otros, coparon ampliamente el espectro mediático ligado con la política en Venezuela. Periódicos como El Tiempo y El Pregonero, modificaron la dinámica del periodismo no sólo por los cambios estéticos y de contenido que introdujeron a partir de su aparición sino, además, porque fueron de los primeros en cambiar a la imprenta moderna, cuya instauración permitió mayores tirajes. Otras publicaciones históricas como El Impulso, El Universal, La Esfera, Panorama, El Carabobeño, surgidas al calor de la era “gomecista”, echaron las bases para impulsar los cambios tanto en el periodismo moderno, como en su relación con la política.

El post gomecismo liderado por López Contreras y Medina Angarita, vio el nacimiento de publicaciones como Últimas Noticias, El Nacional, El Tiempo y El Morrocoy Azul. Estas publicaciones contribuyeron de manera importante con los cambios del periodismo hacia la modernidad. Al asumir la actividad informativa como prioridad, manteniendo la relación política con los partidos a cierta distancia, las organizaciones partidistas promovieran sus propias publicaciones o en todo caso, afines al pensamiento político que representaban. En tal sentido, publicaciones tales como El País y Aquí Está, expresaban claramente las posiciones tomadas por Acción Democrática y el Partido Comunista. Copei promovió dos publicaciones, una con el nombre del partido y otra denominada El Gráfico, destinadas ambas a cumplir el rol de expresión de esta organización. Con la dictadura de Pérez Jiménez llegó la censura a los medios de comunicación y al periodismo. El régimen promovió su propia publicación, El Heraldo, la cual cumplió esencialmente con labores de propaganda y desprestigio a quienes le adversaron. Sin embargo, al margen del control sobre los medios existentes, surgió la prensa clandestina asociada a la lucha contra la dictadura. En este plano destacaron publicaciones como Tribuna popular, Venezuela Democrática, Estrella Roja, Resistencia y muchos más.

Con la recuperación de la Democracia ocurrió lo propio con la libertad de prensa. El vespertino El Mundo se cuenta entre las publicaciones emblemáticas surgidas al calor de esta etapa. La definición clara de reglas de juego en cuanto al funcionamiento de los medios y su relación con la política, abrió el camino para la constitución de las grandes cadenas periodísticas y de empresas económicas vinculadas con el mundo mediático. Es el momento de la redefinición del funcionamiento de la prensa y su relación con el poder. La preponderancia mediática la ejercen los medios impresos, cuya proliferación se hará notoria en las décadas siguientes a la instauración del período democrático. Más adelante, junto al desarrollo de la televisión y la radio, se replanteó la relación de los partidos, la política y los grandes consorcios comunicacionales. La consolidación del llamado bipartidismo conllevó a una serie de alianzas tácticas entre los grandes partidos y los empresarios de medios. Es así como se vio la marcha conjunta de intereses mediáticos y políticos entre La Cadena Capriles y Copei y AD, así como el Bloque de Armas, especialmente con AD. Un tratamiento recíproco sirvió de “puente de plata” para que editores de periódicos o personeros representantes de estos grupos, formaran parte de las cuotas parlamentarias y en ocasiones, de posiciones de gobierno de importancia.

Las décadas de los setenta y ochenta, sirvieron de marco para el desarrollo de las regulaciones que en materia electoral se hicieron presente en este contexto. Lo que antes parecía no tener medidas y control y por tanto se hacía permisivo en cuanto al uso de espacios en los medios para la propaganda política, comenzó a ser controlada por la propia exigencia de la dinámica electoral. la presión del cotarro político, conllevó a la promoción de una serie de reformas a la institución electoral y con ello, a las normas de obligatorio cumplimiento por los partidos durante las campañas. La televisión, por razones obvias, se convirtió en el campo de batalla más importante para las disputas electorales. De hecho, los porcentajes de gastos o inversión en materia de propaganda electoral, a partir de esa época, se hizo mayoritariamente exigente en este ítem.

Más adelante, como consecuencia de la pérdida de espacios y control por los partidos del organismo electoral, el entramado legal que rige la materia se hizo más complejo y exigente. Las normas sobre propaganda política establecieron todo un cúmulo de restricciones, a los efectos de las publicaciones y la propaganda desmedida en campañas electorales. Hoy día, dadas las experiencias del pasado, el organismo electoral ha promovido toda una plataforma legal capaz de controlar lo relacionado con la propaganda electoral y la racionalidad de la exposición ante los medios de comunicación social. Las normas contemplan no sólo sanciones a los partidos y candidatos, también a las empresas mediáticas que incurran en trasgresiones de la normativa que rige la materia.

La gráfica que sirve de base a este trabajo del Museo Electoral de konzapata.com, nos muestra la página del diario El Nacional, “atiborrada” de publicidad electoral, en el contexto de la campaña presidencial del año 1993. Las regulaciones de entonces aún eran en cierto sentido permisivas respecto al espacio que debían tener los anuncios de candidatos y partidos. En la misma aparece un aviso ampliamente destacado y por tanto ocupando la mayor parte del espacio, correspondiente a la propaganda del entonces candidato Andrés Velásquez. En dicho aviso, Velásquez promueve no sólo su imagen sino además, buena parte del contenido del discurso enarbolado para la ocasión y algunas de las consignas más relevantes de su campaña. El acento del mensaje electoral lo pone en el ataque a la corrupción en el llamado a votar masivamente, con lo cual aspiraba a ganar “por avalancha”, tal como fue la consigna. Luego aparece otro aviso, como una suerte de refuerzo del mismo candidato, en el cual informa e invita para que le escuchen en el entonces muy sintonizado espacio radiofónico dirigido por Adolfo Martínez Alcalá en Radio Capital. Acompañan estos avisos publicitarios, una propaganda del Movimiento al Socialismo, MAS, invitando a votar por las fórmulas parlamentarias de este partido, en apoyo a la candidatura de Rafael Caldera. También aparece, aunque de manera más discreta, un aviso relacionado con la campaña del candidato de Copei, Oswaldo Álvarez Paz. Curiosamente, el único espacio reservado a la información por parte del periódico, estuvo dirigido a destacar la penosa situación que para esos momentos vivió el ex Presidente Carlos Andrés Pérez, relacionado con el juicio del cual fue objeto como consecuencia de la destitución del cargo de Presidente de la República, en el transcurso de ese mismo año.

Como es de observar, la materia relacionada con la propaganda electoral, en este caso con la que publican los medios impresos, constituye un hecho histórico aunque haya sido sometida, según la época de que se trate, a diferentes modalidades. Desde el vínculo de la política y los medios, iniciado con la el arribo de la imprenta a Venezuela en el siglo XVIII, pasando por la promoción de la creación de publicaciones por partidos y figuras políticas de la historia, en el transcurso de los siglos XIX y XX, hasta la construcción de alianzas políticas y empresariales en torno a las campañas y la lucha por el poder, la propaganda electoral en los medios impresos ha escrito buena parte de la historia política y electoral de Venezuela. Históricamente ha sido así y al parecer, nada indica que ello cambiará hacia el futuro. Hoy, en pleno siglo XXI, la implantación del formidable aparato comunicacional y de propaganda en Venezuela por parte de quienes detentan el poder, señala claramente ese camino. El control del entramado legal, cuyo contenido promueve claramente mayores restricciones a la propaganda política, se suma la estrategia del régimen en la operación que actualmente se lleva a cabo, con la finalidad de colocar en manos de particulares afectos a su causa, las cadenas informativas más importantes del país. Tales hechos, sin duda alguna, tendrán, como en el pasado, un alto impacto en las contiendas electorales que están por venir.

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