Friday, October 3, 2014

Leyendo a Borges

En: https://us-mg6.mail.yahoo.com/neo/launch?.rand=0qtrau9k9ta2r#4548452920

Eduardo Fernández

Leer a Jorge Luis Borges es una maravilla. Hoy quiero compartir con ustedes algunos párrafos que me parecieron oportunos para el momento que vivimos los venezolanos.


Dice el maestro: “Las dictaduras fomentan la opresión, el servilismo, la crueldad; más abominable es que fomentan la idiotez. Botones que balbucean imperativos, efigies de caudillos, vivas y mueras prefijadas, muros exornados de nombres, ceremonias unánimes, la nueva disciplina usurpando la lucidez… Combatir esas tristes monotonías es uno de los muchos deberes del escritor”.
 Y más adelante, agrega: “La verdad es que yo trataba de pensar lo menos posible en política. Sin embargo, de igual manera que una persona que tiene dolor de muelas piensa en ese dolor inmediatamente que se despierta, así yo pensaba todas las mañanas. ¡Ese hombre, de cuyo nombre no quiero acordarme, está en la Casa Rosada! Y yo sentía tristeza y, de algún modo, sentía también remordimiento, porque pensaba que el hecho de no hacer nada o de hacer muy poco… ¿Qué podía hacer yo?: mencionarlo en las conferencias que yo daba, siempre con espíritu crítico (yo no podía hacer otra cosa, yo no me sentía capaz de hacer otra cosa) (…) Todo eso me entristecía”.
 Borges publicó una vigorosa condena del peronismo en la revista Sur. Condenaba dos aspectos, uno de índole criminal que consistía en cárceles, torturas, robos, etc., y también una “fachada teatral”, “hecha de verdades y fábulas para consumo de patanes”. Ni siquiera los partidarios de Perón creían en un teatro tan burdamente sentimental, y sin embargo ninguno de ellos lo rechazó, porque el propósito auténtico de esas “ficciones ambiguas”, la propaganda, las consignas y los gustos, era ocultar “sórdidas y atroces realidades” del gobierno de Perón. El público había entrado en una “voluntaria suspensión de la incredulidad” porque nadie había tenido el coraje de denunciar la corrupción que estaba en el centro mismo del sistema.
 Finalmente, decía Borges: “Mucha gente es partidaria de las dictaduras porque les evita el trabajo de pensar por su cuenta. Le dan todo hecho. Hay, incluso, oficinas estatales que los proveen de opiniones, de consignas, de ‘Slogans’ y hasta de ídolos a quienes levantar o abatir, según los vientos que soplen y de acuerdo con los directivos de las cabezas pensantes del partido único”.
 Seguiremos conversando.

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