1.
Fernando Mires
Ese 17 de Diciembre de 2014 cuando
Barack Obama y Raúl Castro dieron a conocer el inicio de relaciones
diplomáticas entre EE. UU. y Cuba, será considerado como una fecha
histórica.
Una fecha histórica aparece cuando la
continuidad es interrumpida y emerge la posibilidad de un nuevo
comienzo. Eso es precisamente lo que tuvo lugar el 17.12.: la
posibilidad de un nuevo comienzo en las relaciones entre Cuba y los EE
UU. Y si tomamos en cuenta la alta carga simbólica que arrastra Cuba
consigo, también podría ser un nuevo comienzo en las relaciones entre
EE. UU. con el resto de América Latina. El hecho de que el presidente
Obama haya anunciado su asistencia a la Cumbre de las Américas 2015 en
Panamá, habla a favor de esa posibilidad.
2.
Mas, antes de indagar acerca de las
relevancias del nuevo comienzo conviene preguntarse que es lo que
efectivamente terminó el 17.12.
Probablemente ese día figurará como el
momento en que comenzó a tener fin el embargo impuesto por los EE. UU. a
Cuba. Pero una segunda mirada muestra fácilmente que el embargo, si
bien ha comenzado a levantarse desde mediados de 2013, continuará un
breve tiempo después del 17. 12. Luego, lo que ha tenido
definitivamente lugar con el inicio de relaciones diplomáticas, es algo
distinto: Nos referimos al fin del bloqueo político de Cuba. Ese punto
debe quedar muy claro.
3.
El fin del bloqueo político no
supone el fin de las diferencias entre ambos gobiernos las que por el
momento se mantienen tan tensas como siempre. Lo verdaderamente nuevo es
que las diferencias, de ahora en adelante, serán dirimidas a través del
primado de la política.
En otros términos, entre Cuba y los EE
UU no ha nacido una amistad, pero sí ha aparecido un nuevo tratamiento
de la enemistad: una enemistad, digámoslo así, basada en el
reconocimiento del otro como ente político. En las palabras de Raúl
Castro: “Al reconocer que tenemos profundas diferencias,
fundamentalmente en materia de soberanía nacional, democracia, derechos
humanos y política exterior, reafirmo mi voluntad de dialogar sobre
todos esos temas”.
La lógica de la guerra fría ha sido
desplazada por la lógica de la política fría. Eso es lo nuevo. Ahí
reside el centro del nuevo comienzo.
4.
Raúl Castro tiene razón: la
diferencia entre una dictadura y una democracia no puede ser eliminada
por un acuerdo internacional. Pero eso no lleva a la imposibilidad de
diálogo. Por el contrario: El diálogo solo tiene sentido entre
posiciones diferentes. Detalle importante si consideramos que fue
justamente la posibilidad de diálogo la que permitió, aún en sus
momentos más críticos, que la Guerra Fría no hubiera sido convertida en
guerra caliente.
Si los EE.UU. dialogaron intensamente
con la URSS en el pasado, no hay ningún motivo para no hacerlo hoy con
Cuba. El dialogo internacional, es decir, la práctica de la política de
no escalamiento, permitió la generación de un clima político en el cual
las disidencias que pusieron fin al mundo comunista alcanzaron cierto
desarrollo. La administración Obama no oculta la esperanza de que en
Cuba pueda ocurrir algo similar. Así al menos lo consigna el propio
comunicado emitido por la Casa Blanca: “Hoy, al tomar estas medidas,
hacemos un llamamiento a Cuba para que desencadene el potencial de 11
millones de cubanos poniendo punto final a las innecesarias
restricciones impuestas en actividades sociales, políticas y económicas.
Con ese mismo espíritu, no debemos permitir que las sanciones de EE.
UU. impongan una carga aún mayor a los ciudadanos cubanos a los que
estamos intentando ayudar”.
5.
El inicio de relaciones diplomáticas
entre Cuba y los EE. UU. no habría podido ser posible sin la política
internacional del gobierno de Barack Obama.
La diferencia entre la administración
Obama con respecto a la de sus predecesores no reside en el
desconocimiento del papel central que corresponde a EE. UU. en el mundo,
sino en llevar a cabo un cambio de orientación mediante el cual son
privilegiadas las relaciones hegemónicas por sobre las de simple
dominación. En otras palabras, para Obama se trata de conceder más
importancia a la fuerza de la política que a la política de la fuerza.
Obama ha sido acusado repetidas veces de
debilidad frente a sus enemigos. Pero si hacemos un balance, durante
su gobierno los EE. UU. han sido situados sobre una plataforma mucho más
favorable que la que antes ocupaban. La alianza atlántica ha sido
reestablecida, incorporando además de Inglaterra, a Francia y a
Alemania; ha ganado nuevos aliados en el Medio Oriente; ha logrado
interlocutar políticamente con el difícil gobierno de Irán; ha aislado
políticamente a Rusia y, por si fuera poco, frente a la amenaza de ISIS,
ha formado la coalición de naciones más grande conocida en la historia.
Los tiempos del unilateralismo
terminaron con Bush. La administración norteamericana que sucederá al
actual gobierno, cualquiera que sea, deberá orientarse –matices más, o
menos- por los principios sentados por Obama.
Ahora bien, en la nueva política
internacional, uno de los puntos más críticos para Obama seguía siendo
América Latina donde algunos gobiernos practican una retórica
abiertamente hostil a los EE. UU.
6.
Era preciso, incluso urgente para
los EE.UU., intentar un acercamiento hacia Latinoamérica. Pero a la vez,
ese paso no podía ser dado si EE.UU. no modificaba su actitud frente a
Cuba. Por lo tanto, el establecimiento de relaciones políticas con Cuba
debe ser entendido en el marco de una estrategia política de dimensiones
continentales.
Un nuevo comienzo en las relaciones
entre Latinoamérica y los EE.UU. solo podía aparecer después de que
fuera desatado ese nudo ciego formado entre La Habana y Washington a
través de una larga y compleja historia. Obama lo desató. El senador
Rubio puede gritar lo que quiera y el gobierno venezolano sentirse
traicionado por Cuba. El nudo, eso es lo importante, ya no existe.
7.
El clima de distensión que
inevitablemente traerá consigo el fin del bloqueo político de Cuba se
hará notar, más temprano que tarde, en diversos países latinoamericanos.
Quizás no fue casualidad que el mismo 17.12 las FARC anunciaran el cese
del fuego por tiempo indefinido (¿otro “nuevo comienzo”?)
Cuba bloqueada por una potencia mundial
había sido convertida por algunos gobiernos en un símbolo de resistencia
en contra de “el imperio”. Usando a Cuba como coartada, dichos
gobiernos, pese a mantener excelentes relaciones económicas con los EE.
UU., se sentían legitimados para crear un clima de guerra
“antiimperialista” al interior de sus propias naciones. Por ejemplo, no
es un secreto que en Venezuela el gobierno militar Maduro/Cabello
encarcela a militantes y líderes de la oposición en nombre de la
“defensa de la patria amenazada”. Pero si EE UU dialoga con Cuba, la
dupla venezolana solo tendrá dos opciones. O sigue el camino de la Cuba
castrista o el de la post-castrista. Esta última ha comenzado a gestarse
bajo el propio gobierno de Raúl Castro.
8.
Nadie puede predecir en términos
exactos como se desarrollarán las relaciones entre Cuba y los EE UU en
un futuro próximo. Lo que sí se puede vaticinar es que el inicio de
relaciones políticas entre ambos países será un punto de partida que
llevará inexorablemente a la democratización del país.
Si la democratización ocurrirá como
consecuencia de la sustitución biológica de los Castro, o si Raúl acepta
jugar el papel de un pequeño Gorbachov y abre una Perestroika a la
cubana, o si emergerá de rupturas y fracciones al interior del partido y
del ejército, o si aparecerá un líder mesiánico y disidente, o si la
disidencia logra superar sus divisiones y estructurarse en partidos
políticos, o si ocurre lo peor de todo: que la democratización sea solo
resultado de los aluviones de dólares que caerán sobre la isla, todos
estos son factores que no se pueden saber de antemano.
Por el momento solo importa acentuar lo
siguiente: los dispositivos que llevan a un nuevo comienzo ya han sido
instalados en la isla.
***
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