Wednesday, December 17, 2014

Entrevista a Gabriela Montero en 'Shirley. El periodismo continúa,' el nuevo libro de Shirley Varnagy

En: http://prodavinci.com/2014/12/17/actualidad/entrevista-a-gabriela-montero-en-shirley-el-periodismo-continua-el-nuevo-libro-de-shirley-varnagy/

Compartimos con los lectores de Prodavinci una de las entrevistas que forma parte de Shirley. El periodismo continúa, el primer libro de la reconocida periodista Shirley Varnagy, editado por Planeta, sello editorial que cedió amablemente el fragmento que puede leer a continuación.

Por Prodavinci | 17 de diciembre, 2014

Gabriela Montero: “La política nunca me ha interesado, lo que me importa es reaccionar al sufrimiento humano”

Hizo de sus notas una forma de protesta, el sonido del país que dejó pero no abandonó, la cadencia de la decadencia. No quiso ser espectadora silente frente a lo que vio la noche del 12 de febrero de 2014, cuando el Sistema Nacional de Orquestas, dirigido ese día por Gustavo Dudamel, sonó descompasado con lo ocurrido aquella misma tarde: la muerte de dos venezolanos luego de una marcha convocada hacia la Fiscalía. No había melodía sino ruido aquella noche. Gabriela Montero convirtió su piano en un instrumento contra la indiferencia.

Pocos se atreven a solfear críticas contra los artífices y exponentes del Sistema; pocos, también, se atreven a plantarle interrogantes o siquiera esbozar opinión, quizás para no empañar la mejor cara de Venezuela; pero esa noche yo pregunté y ella opinó sobre José Antonio Abreu y Gustavo Dudamel. ¿La viabilidad 140 del Sistema de Orquestas implica dirigir con los ojos cerrados y de espaldas a la mitad del país? ¿Bien vale el silencio si es para cambiarle a un niño un arma por un instrumento y alejarlo del camino de la violencia? Sobre este punto dilemático giró nuestra conversación.

Fue una entrevista a distancia, virtual, de pantalla a pantalla. El sonido de sus teclas no era más que la traducción del dolor y la indignación que sentía la noche que conversamos. Era un rostro duro, sin gestos amables ni frases sutiles, que se correspondía con la dura opinión –sin términos medios– que tenía sobre el rol que desempeñaban Dudamel y el maestro Abreu en el contexto venezolano. Para Gabriela Montero la música debía ser la melodía de un país, no de un Gobierno.

No es una mujer muy dispuesta a conceder entrevistas, pero tenía en esa oportunidad un objetivo: dejar claro que no tocaba la misma nota que los músicos, nacionales e internacionales, que permanecen silentes por el patrocinio que reciben. Su testimonio delataba una arista imperfecta, revelaba que El Sistema no era un todo armonioso cercano a la perfección, de lo poco que funciona en el país, una plataforma donde confluyen niños y adolescentes de diversos estratos socioeconómicos y entonan el mismo canto, la misma melodía sin distingos de raza, color o religión.

Para algunos, Gabriela Montero tuvo la osadía, y para otros la valentía, de enfilar sus argumentos contra aquellos que forman parte del orgullo nacional. Más allá de la crítica, la pianista nos dejó una atribulada reflexión: ¿qué debe formar el Sistema: músicos o ciudadanos?

Gabriela, un placer que estés con nosotros. Vamos a comenzar con tu última pieza, el Himno de la resistencia. Es la versión del Himno Nacional que, además, tú acompañas con una base rítmica que tiene que ver con la Polonesa Heroica de Chopin, y quien conoce la historia sabe que él, a los treinta y dos años, con tuberculosis, sacó fuerzas para hacer esa pieza clásica que, según los estudiosos, es un homenaje a su patria. Lo primero que quiero preguntarte es cuál es la relación de la Polonesa Heroica con la situación de Venezuela. ¿Qué quisiste comunicar con esa pieza?

Chopin siempre lamentó vivir gran parte de su vida en el exilio; su manera de rendirle homenaje a su pueblo y a su cultura fue a través de sus mazurcas y sus polonesas, y esta Polonesa Heroica es una obra muy conocida, que realmente ilustra a ese pueblo resistiendo: el heroísmo del pueblo polaco en momentos muy difíciles en ese período de su historia. Y quise unir nuestro Himno Nacional con esta polonesa para rendirle un tributo a los estudiantes y a todas las personas que luchan todos los días por tener un mejor país, y que están dando sus vidas y están dando su futuro por hacerlo.

¿En qué momento decidiste utilizar tu instrumento y tu don para, a través de ellos, alzar tu voz como una forma de protesta?

Llevo cuatro años hablando, sobre todo, de los niveles de violencia en Venezuela. En el año 2010 empecé a hablar sobre el tema de nuestro país y su lamentable deterioro –porque nadie puede negar que los niveles de violencia que se viven en Venezuela son inauditos, los números son inauditos–. El año 2010, cuando saqué mi disco Solatino, con el sello EMI, incluí una cantidad de simbología que hablaba sobre la situación en Venezuela, porque quise dar a conocer al mundo el sufrimiento del venezolano. Y en 2011, cuando escribí mi obra ExPatria, se la dediqué a los diecinueve mil trescientos treinta y seis muertos por asesinato ese año. Yo creo que la música, además de servir para entretenernos y para hablar sobre historias musicales y personales de los compositores, también tiene que servir como un termómetro, un barómetro de lo que sucede en la sociedad, de lo que sucede en nuestro mundo. No podemos ser inmunes a lo que acontece, no podemos ser ciegos, sordos y mudos. Entonces, a través de mi música, he tratado de ilustrar lo que sucede en Venezuela y el sufrimiento, que no es de pocos, que es de todos, y quiero enfatizar esa palabra «todos», porque todos en Venezuela están sufriendo de lo mismo y por lo mismo.

El Himno de la resistencia es el último hito de una serie de composiciones que caracterizan tu obra como creadora los últimos años. Pienso en ExPatria, una improvisación también del Himno Nacional, en tono menor, que llamaste Himno moribundo, en donde imitaste el sonido de las cacerolas; también en la denuncia de la inseguridad ciudadana con Hasta cuándo. Al margen de la visión política que todas estas obras contienen, ¿no temes que tantas composiciones, tan seguidas, sobre la situación del país, terminen encasillándote como creadora?

Yo creo que la posición política, humana, moral y cívica, de uno, no se puede separar de quien eres como artista. O sea, yo soy un ser humano y después soy artista. Entonces, el Himno moribundo fue un himno que hice para nuevamente plasmar la muerte y lo macabro que sucede en Venezuela todos los días, lamentablemente. El Himno a lo cacerolazo fue un himno de protesta, y yo… La verdad es que la política nunca me ha interesado, lo que me importa es reaccionar al sufrimiento humano, y ha sido demasiado el sufrimiento que he leído, que he vivido y que he escuchado de los venezolanos, de nuestros compatriotas, en todos estos años. Entonces, que me encasillen o no, que lo vean como una posición política donde me encuentro yo sola, porque yo no estoy afiliada a ningún tipo de partido: soy yo hablando de lo que me importa y de lo que me interesa. Realmente no importa el nombre que le pongan a lo que yo hago. Trato de ser una voz para los venezolanos que desean un cambio y que desean vivir en una Venezuela que sí sea equitativa, justa, democrática y no violenta para todos.

¿Cuál crees tú que debe ser la posición de un artista en este contexto tan polarizado? ¿Debe tender puentes, lo que podría implicar el ocultamiento de su posición política, o debe expresarla, no ser indiferente? En la medida en que la expresa puede herir susceptibilidades y eso quizás reduce el público al que puede llegar a través de su arte, ¿lo has pensado?

Yo siempre he hablado con la verdad y en pro de la verdad. Mi único interés es tratar de ayudar a los venezolanos a poder expresar lo que sienten. Todos los días me mandan mensajes mis amigos en Facebook, mis fans, mi público, agradeciendo que le doy una voz a ese sufrimiento y a la frustración que sienten. Yo creo que en la vida hay que estar claro en quién es uno y qué es lo que es importante, cuáles son los principios y la ética de uno como ser humano. Como te dije antes: la política realmente no me interesa, pero yo creo que las consecuencias de la política, cuando afectan a los seres humanos, son algo que hay que tomar en cuenta. Yo siempre he abogado por la paz. Yo lo que quiero es una Venezuela unida, una Venezuela donde realmente sí se disfrute –y con esto me refiero a todos los venezolanos– de los increíbles recursos que tenemos. Yo quiero una Venezuela donde tú salgas de tu casa y no tengas que tener miedo de que te maten o te secuestren, como sucede con todos los venezolanos hoy en día, porque en el tema de la violencia no hay distinción ni de clases ni de colores: es un problema social para todos.

Tú has vivido, por la misma manera como expresas tu posición política –de una forma muy frontal–, algunos episodios de confrontación. Fíjate en el caso de Brasil, donde una persona desde el público, cuando ibas a interpretar ExPatria –me imagino que hiciste como un prólogo–, te tildó de mentirosa, y tú le respondiste desde donde estabas. Recuerdo que dijiste algo así: que tú eras venezolana, que sabías lo que hacías y por qué lo hacías. ¿Por qué reaccionaste así? ¿Eres tolerante con quien quizás tenga una opinión distinta a ti sobre lo que sucede en Venezuela?

Yo soy tolerante frente a las opiniones adversas a la mía. El problema está en que la evidencia de lo que ha sucedido en Venezuela en los últimos quince años –y estoy hablando no de algunas de las cosas buenas que han sucedido, estoy hablando del deterioro del país económico, social, moral, en todos los sentidos– es algo que está a la vista de todos, y cuando a mí alguien de mi público me acusa de mentir sobre las estadísticas, de mentir sobre los veinticinco mil muertos el año pasado, o 93% de impunidad, o 57% de inflación, entonces yo tengo que, obviamente, refutar lo que está diciendo, porque esos son hechos, son estadísticas, y es algo que se puede probar de miles de maneras.

Ahora te estás presentando en Los Ángeles, pero también has tocado la mayor parte de este tiempo en Europa, poco en Venezuela. Me pregunto si tiene que ver con la forma tan explícita en que has mostrado tu posición. ¿A ti te ha contactado, por ejemplo, algún promotor cultural del Estado? ¿Tú podrías presentarte en el Teatro Teresa Carreño?

Hace casi cuatro años que no regreso a Venezuela. Yo me niego a regresar a mi país mientras tenga que contratar guardaespaldas para garantizar mi seguridad personal. Eso no es normal y es algo que me parece inaceptable. Cuando viví en Caracas pude disfrutar de mi infancia y de tantos momentos bellos que tengo de recuerdo como venezolana; yo era un ser libre, y no puedo regresar como un rehén, simplemente me niego a hacerlo. Así que no regresaré hasta que yo pueda caminar tranquilamente por las calles de mi país.

Precisamente, ese sentimiento que estás expresando es el sentir de ExPatria. Así lo has declarado en distintas entrevistas. ¿Tú sientes que has perdido a tu país? ¿Te sientes paria en esta tierra?

Lamentablemente, siento que mi país se ha transformado. O sea, cuando veo la división, la polarización, el odio… Imagínate la cantidad de veces que personas afectas al oficialismo me han llamado fascista, cuando eso, más lejos de la verdad, imposible; me han llamado niña rica que no entiende, cuando yo no vengo de una familia de dinero: lo que he logrado y lo que tengo hoy en día ha sido por puro trabajo y talento, por dedicación a lo que hago.

¿Nos podrías recordar esa historia? A veces quien critica no conoce… Hoy eres Gabriela Montero: tienes un nombre reconocido no solamente a nivel nacional, sino internacional, pero tú te formaste en este país y la gente quizás debería recordar, cuando tiene esa crítica hacia ti, de dónde vienes. ¿Por qué no le recuerdas a la gente cómo lograste llegar a donde hoy estás?

Muy sencillo: empecé clases con una profesora privada a los cuatro años. Mi familia, con mucho sacrifi cio, tuvo que… bueno, nos fuimos de Venezuela a mis ocho años para que yo pudiese estudiar con una profesora en Estados Unidos. Ahí mi familia se tuvo que separar por problemas económicos. Fueron épocas de, cómo te digo, muchos sacrificios y dificultades. Entonces, yo no vengo de una familia privilegiada, yo sé lo que es pasar trabajo, yo sé lo que es tener que construir una vida y una estabilidad económica. He tenido momentos en que las cosas no han sido fáciles, pero a través de la perseverancia, de la honestidad, he logrado posicionarme donde estoy. ¿Cómo les explico, a todas esas personas en Venezuela que todavía creen en un proyecto que lamentablemente fracasó, cómo les explico que lo que hago yo y lo que hacemos tantos venezolanos es tratar de defenderlos, protegerlos y tratar de construir para todos nosotros y para ellos también un país donde sus hijos realmente tengan un futuro? Entonces, cuando a mí me acusan de ser de este partido, de aquel partido, de trabajar para la CIA de Estados Unidos, de trabajar para el imperio… son acusaciones tan absurdas que ya ni siquiera me tomo la molestia

en contestarlas. Lo que me importa es que esos venezolanos que puedan escuchar lo que yo digo, y que todavía no están convencidos del mensaje, escuchen: yo les digo que somos muchas las personas que nos preocupamos y que queremos una Venezuela social justa, y eso es mi motor, lo que me motiva.

Gabriela, también le escribiste una carta a Gustavo Dudamel y al maestro José Antonio Abreu a propósito de su participación –la de Dudamel– en el concierto para celebrar el Día de la Juventud, justo el día de la marcha del 12 de febrero hacia la Fiscalía, que culminó con tres muertos. ¿Sientes que para garantizar la consolidación del proyecto del Sistema de Orquestas ambos músicos han hecho concesiones al Gobierno?

Primero que nada, esa carta nunca atacó al Sistema ni a Gustavo. Esa carta la escribí después de muchos años de ver cómo, lamentablemente, el Sistema y sus orquestas han sido utilizados como propaganda del Gobierno para darle una buena imagen. Y te lo digo por experiencia, porque en mis giras internacionales muy frecuentemente se me acerca mi público a hablarme maravillas sobre el Gobierno de Venezuela, y te tengo que decir que la razón por la cual tienen esa imagen es porque el Sistema es muy querido por la comunidad internacional. Entonces el Gobierno se ve, se refleja en la propaganda que hace el Sistema a través de su música. Yo creo que hemos llegado a un punto ya tan crítico en Venezuela, donde hay tal división, donde mira lo que pasa en las calles, mira cómo están torturando y matando a nuestros estudiantes, hemos llegado a un punto donde la música, por más importante que sea –y te lo digo yo, que soy músico– , ya no tiene lugar al lado del sufrimiento humano, al lado de los atentados a la vida humana. Yo siempre busco dar la analogía del Titanic: había un cuarteto de músicos que tocaban sus instrumentos mientras el barco se hundía; ellos se hundieron con el barco, no pudieron salvarse; y en este caso la música no va a salvar al país. A mí lo que me preocupa es el país en su totalidad, y todas esas personas que tienen que hacer cola durante horas para comprar comida, todas esas personas que han sido tocadas por la violencia…

Hay otra posición que sostiene que para lograr que el Sistema se masifi que hay que trabajar de la mano con el Estado, porque necesita de esos recursos. Y el Sistema ha logrado que muchos niños en Venezuela cambien un arma por un instrumento, ha sacado a muchos niños del camino de la delincuencia, o quizás evitar que pudiesen tomar ese camino. ¿Por qué tendría un director, o en este caso el fundador, que vincular su postura personal con una institución que, en teoría, no debería mezclarse en la política?

Porque cuando es una institución la que recibe fondos y patrocinio del Estado, hay una relación; y cuando esa institución, a través de su música y su perfil público, está llevando el mensaje de quién es ese Gobierno, hay una relación, hay consecuencias en cuanto a las asociaciones que hacemos como seres humanos, como organizaciones. Yo lo que quisiera es un país donde esos niños tengan un instrumento en una mano y salgan de su casa y tengan qué comer y tengan cómo caminar por las calles sin miedo a que los maten. Eso sería lo ideal. Lamentablemente, hoy en día, eso no es lo que sucede en Venezuela. Hay que ver las cosas como son, tener prioridades y darle al país la importancia que merece. Si tu institución, lamentablemente, apoya al Gobierno a través de su presencia, de la simbología que se manifiesta en tus conciertos y en tu persona pública, entonces estás del lado, lamentable, de quien yo y muchísimos más pensamos que es el opresor.

El maestro Abreu se ha llevado bien con todos los gobiernos y esa ha sido quizás una estrategia, una cierta diplomacia que le ha servido para llevar adelante su proyecto. ¿Por qué tendría que ser distinto o cambiar eso en este momento, según tu postura?

Es verdad que el Sistema lleva treinta y nueve años existiendo. ¿Por qué? Porque el momento que estamos viviendo ahora, históricamente, como venezolanos, las violaciones a derechos humanos a diario, los presos que no deberían estar presos, que ni siquiera han tenido juicio justo, todo lo que está sucediendo en Venezuela ahora es algo relativo a este punto crítico que estamos viviendo. Ya este Gobierno, lamentablemente, no se puede llamar democrático, no se puede llamar un Gobierno justo y no lo puedes comparar a la historia de esos treinta y pico de años previos que ha tenido el Sistema. Hay una responsabilidad con los nexos que creamos en la vida, hay una responsabilidad con las personas que representamos a través de nuestros actos, a través de la simbología. No se puede disociar lo que damos como mensaje de los que somos interlocutores de ese mensaje.

En el pasado te unió una amistad. ¿Sigues siendo amiga de Gustavo Dudamel?

Yo hace mucho tiempo que, lamentablemente, no hablo con Gustavo. Gustavo y yo siempre hemos sido amigos, aunque hemos compartido poco, pero yo creo que esta situación, claro, lamentablemente, ha creado una separación de nuestra amistad que no creo que sea reparable.

Gabriela, ya creo que expresaste muy bien en ExPatria tu sentimiento con respecto a la situación del país, pero aun así te preguntaría cuál es la pieza clásica que te gustaría que sonara en Venezuela en el futuro.

Me gustaría hacer una improvisación, una composición donde pudiese incluir el Alma llanera, el Himno Nacional, las canciones infantiles tan bellas que tenemos, y crear realmente una obra que sea un ejemplar de la paz, de la convivencia, de la justicia y del respeto a la vida del venezolano. Una obra muy distinta a ExPatria. Yo espero, y te lo digo como compositora y músico, que algún día más nunca se toque ExPatria.

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