Monday, December 22, 2014

Raúl Castro asume una Ley fundamental del capitalismo: No se puede repartir la riqueza que no se ha creado

En: http://konzapata.com/2014/12/raul-castro-asume-una-ley-fundamental-del-capitalismo-no-se-puede-repartir-la-riqueza-que-no-se-ha-creado/

Ya los cambios están en marcha en Cuba. Hay que estar en La Habana para sentir los nuevos aires que se respiran. El discurso de Castro del sábado arroja pistas. En La Habana se toman medidas. Y se observa el futuro con pragmatismo y matices. Claro, siempre en socialismo. Dicen.


Por Juan Carlos Zapata.-

Hay discursos que se pronuncian en Cuba y pasan desapercibidos en Venezuela. No debería ser así, en tanto la misma oposición no ha dejado de repetir que es en La Habana es donde se toman las grandes decisiones que marcan el rumbo para el gobierno de Caracas. Pasó con Chávez. Y pasa con Maduro. Luego del pacto Obama-Castro, lo que se diga en Cuba cobra aún más importancia, en virtud de los cambios que se pondrán en marcha en Cuba y que auguran una nueva era. Raúl Castro no ha perdido tiempo en aclarar que siempre en socialismo. Que el modelo cubano será siempre el socialismo. Sin embargo, ocurre que el socialismo también tiene sus matices. Y la necesidad de un “socialismo próspero”, que no repita los años del periodo especial que Cuba sufrió tras la caída de la URSS, impone una nueva dinámica, para la economía, la sociedad y el poder. Inclusive si se piensa desde ya en los cambios y la transición. Además, con los Castro en retirada, el legado tiene que ser un país en crecimiento.

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Soltar dinero a las calles sin un incremento correspondiente de las ofertas de bienes y servicios generaría inflación, fenómeno que entre muchos otros efectos nocivos reduciría la capacidad adquisitiva de los salarios y de las pensiones, golpeando en primer lugar a los más humildes.


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El último discurso del General de Ejército Raúl Castro Ruz, Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros,pronunciado este fin de semana en la clausura del IV Periodo Ordinario de Sesiones de la VIII Legislatura de la Asamblea Nacional del Poder Popular, tiene algunas pistas relevantes.Comenzando por que Castro ha reconocido la complejidad del cuadro económico. El  PIB ha crecido, en 2014, un 1,3%; índice “inferior a lo planificado inicialmente, en lo que influyó el insuficiente desempeño en el primer semestre, durante el cual se afrontaron limitaciones financieras de envergadura a causa del incumplimiento de ingresos externos, condiciones climatológicas adversas e insuficiencias internas en la gestión económica”.

Se puede inferir que el cuadro de la crisis venezolana ha impactado en Cuba. Sin embargo, La Habana ha hecho lo que Caracas se niega: tomar medidas. De hecho, el pacto con Estados Unidos va en esa dirección. O como lo dijo el mismo Raúl Castro, “en la segunda mitad del año se logró revertir modestamente esa tendencia y se alcanzó un resultado superior”.  Para consolidar el modesto crecimiento, se tuvieron que tomar medidas, las cuales, será reforzadas en 2015, tales como “la potenciación de las reservas internas de eficiencia, reanimación de los sectores productivos, en particular de la industria manufacturera, utilización más eficiente de los portadores energéticos e inversiones superiores en infraestructuras y la producción material, a la vez que se preservan los servicios sociales como la salud pública y educación a nuestra población”.

Aquí se aprecian unas línea maestras. Quien vaya a los discursos de los ministros de área, podrá darse una idea más precisa del Plan 2015, aunque allí aún no se refleja el impacto de las decisiones inmediatas contempladas en el acuerdo Obama-Castro. Aun así, el jefe cubano señaló que  “el año 2015 se proyecta un crecimiento del PIB de poco más del 4%, objetivo alcanzable teniendo en cuenta que se dispone con suficiente antelación de un mejor aseguramiento financiero en comparación con el inicio del 2014. Ello no quiere decir que resultará fácil ni mucho menos. Deberemos seguir enfrentando los efectos de la crisis económica global y del bloqueo norteamericano que se mantiene en pie, generando innegables obstáculos al desarrollo de nuestra economía”.

Ya en la práctica el embargo comienza a ser desmantelado. Pero Castro tiene que seguir usándolo como bandera política y económica. Dentro de poco, vendrán los matices. Tanto es así que hay que estar en La Habana en estos días para percatarse de que ya la gente está sintiendo nuevos aires: las expectativas, la esperanza. Todo suma. Así en la calle como en las alturas del poder. De tal manera que el propio Raúl Castro ha insistido en esto:

“Al mismo tiempo, continuaremos honrando estrictamente los compromisos asumidos en el reordenamiento de las deudas con nuestros principales acreedores y así contribuir a la paulatina recuperación de la credibilidad internacional de la economía cubana”.

¿A qué se parece este discurso? Al de un Jefe de Estado que se prepara para un escenario de cambios. La velocidad dependerá de las aspiraciones que comience a demandar el propio pueblo cubano. Ni todo el poder en conjunto del partido y el gobierno, los militares y milicianos, podrán detener lo que el escritor Leonardo Padura llama una “nueva época” que desde el día mismo que se anunció el acuerdo, comenzaron a sentir los cubanos. Quien sea incrédulotodavía, preste atención a las siguientes palabras de Castro: “En la tarde de ayer la Asamblea Nacional aprobó la Ley del Presupuesto del Estado para el año 2015, el cual contempla un déficit del 6,2% del PIB, que se ha considerado aceptable en las actuales circunstancias. Se incorporan nuevos tributos y se reduce la carga impositiva al sistema empresarial en correspondencia con la aplicación gradual de la Ley Tributaria”. Medidas. Ajustes. Dentro de lo que cabe en el modelo. Pero la  necesidad obliga.

“Al propio tiempo, se han adoptado diferentes medidas para reforzar el control fiscal ante indisciplinas y la evasión de impuestos por las personas jurídicas y naturales. En esta materia no solo debe sancionarse a quienes incumplen, pues la impunidad equivaldría alentar a la transgresión de las normas legales vigentes, consideramos que también es necesario fomentar en las instituciones, empresas, cooperativas y trabajadores por cuenta propia una cultura de civismo fiscal y que se comprenda que los tributos constituyen la fórmula principal para redistribuir la renta nacional en interés de todos los ciudadanos”.



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“Al mismo tiempo, continuaremos honrando estrictamente los compromisos asumidos en el reordenamiento de las deudas con nuestros principales acreedores y así contribuir a la paulatina recuperación de la credibilidad internacional de la economía cubana”.


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Si esto fuera poco, el gobierno acompaña lo anterior con lo que denomina “tareas de extrema complejidad, cuya solución impactará todas las facetas del quehacer nacional”.  Aquí aparecen los puntos clave. Las decisiones que toma el gobierno de Cuba y a las que se ha negado el gobierno de Maduro. Veamos: “Me refiero, en primer lugar, al proceso de unificación monetaria, donde se ha progresado sólidamente en la segunda mitad del presente año desde el punto de vista conceptual y se ha logrado delinear un abarcador programa de medidas en interés de evitar afectaciones a la economía y la población. Favorable acogida entre los ciudadanos ha tenido la decisión de generalizar la venta en CUP en las tiendas recaudadoras de divisas, la que continuará ampliándose gradualmente”.

Pero como decíamos. El socialismo tiene matices. Y el pragmatismo también. Por tanto, Castro explica que “la ocasión es propicia para ratificar dos conceptos que no debemos soslayar. El primero es que la Unificación Monetaria no es la solución universal o inmediata de todos los problemas que afronta nuestra economía. Esta importante decisión deberá complementarse por un conjunto de medidas macroeconómicas que favorezcan el ordenamiento monetario del país mediante instrumentos que aseguren el equilibrio de las finanzas nacionales, lo cual contribuirá decisivamente a mejorar el funcionamiento de la economía y la construcción en Cuba de un socialismo próspero y sostenible”.

Aquí reaparece  el concepto de socialismo próspero y sostenible. Lo dijo el día que anunció el pacto con Obama, y lo ha confirmado esta vez. Sin reformas,  ello no será posible. Esto es lo que de manera explícita aporta Raúl Castro. Y sigue: “El segundo concepto y no menos importante, es que se garantizarán los depósitos bancarios en divisas extranjeras, pesos cubanos convertibles (CUC) y pesos cubanos (CUP), así como el efectivo en manos de la población y las personas jurídicas nacionales y foráneas”.

Claro, las medidas generan suspicacias. Críticas directas. O señalamientos como que Cuba se entrega al capitalismo. De nuevo, cuestión de matices. Y Castro asume  que conoce “que no han dejado de manifestarse dentro y fuera del país criterios, con sanas y no muy sanas intenciones, acerca del ritmo del proceso de actualización de nuestro modelo económico. Tampoco han faltado desde el exterior exhortaciones abiertas a apresurar la privatización, incluso de los principales sectores productivos y de servicios, lo que equivaldría a deponer las banderas del socialismo en Cuba. Tal parece que estos últimos no se han molestado en dar una lectura a los Lineamientos, donde con toda claridad se expresa, cito: “El sistema económico que prevalecerá en nuestro país continuará basándose en la propiedad socialista de todo el pueblo sobre los medios fundamentales de producción, donde deberá regir el principio socialista ‘de cada cual según su capacidad y a cada cual según su trabajo’, fin de la cita. Proseguiremos haciendo realidad los acuerdos del 6to Congreso del Partido Comunista de Cuba con responsabilidad y firmeza, a la velocidad que soberanamente decidamos aquí, sin poner en riesgo la unidad de los cubanos, sin dejar a ninguno abandonado a su suerte, sin aplicar terapias de choque y sin renunciar jamás a los ideales de justicia social de esta Revolución de los humildes, por los humildes y para los humildes”.

La verdad es que los más humildes nunca han dejado de estar presente en los discursos de líderes de distintas tendencias: socialistas, comunistas, fascistas, liberales, neoliberales, etc. Pero hay un trecho del dicho al hecho. Y el hecho es cómo sostener el socialismo prospero. El propio Castro no lo sabe a ciencia cierta. De modo que, dice, “ya el próximo año iniciaremos las actividades preparatorias para la celebración en abril del 2016 del 7mo. Congreso del Partido, previo al cual se desarrollará un amplio y democrático debate con la militancia comunista y todo el pueblo acerca de la marcha de la implementación de los Lineamientos”. Todo va a discusión.  Y “estrechamente asociado a la actualización del modelo se encuentra el proceso de paulatina, repito, paulatina descentralización de facultades desde los ministerios hacia el sistema empresarial. No es algo que pueda hacerse de la noche a la mañana si queremos tener éxito. Se requiere un tiempo prudencial para preparar y capacitar, como lo venimos haciendo, a los cuadros a todos los niveles, modificar la mentalidad arcaica y desechar viejos hábitos, así como elaborar e instrumentar el marco jurídico y procedimientos precisos que permitan a unos y otros controlar que las decisiones se apliquen de manera adecuada, rectificar oportunamente los errores y de ese modo evitar retrocesos innecesarios”.

Hay más de una pista cuando se refiere a la mentalidad arcaica de los cuadros. Mucho mayor en el contexto en el que se pronuncia el discurso. En el acuerdo Obama-Castro es precisa la orientación de mejorar los ingresos vía divisas, vía remesas, vía turismo. En fin, mejorar las precarias condiciones de vida del pueblo. Y aquí es cuando la materia se hace más concreta. Dijo Raúl Castro: “La justa aspiración a devengar mayores salarios es una cuestión muy sensible, en la cual no nos está permitido equivocarnos, ni dejarnos conducir por el deseo o la improvisación. Nos alegra que aumenten de manera gradual los salarios de aquellos trabajadores que laboran en las actividades con resultados más eficientes y reportan beneficios de particular impacto económico y social”.

En estas palabras hay pocas diferencias con las de cualquier líder de un país cuyo modelo no sea el socialismo. En consecuencia, Raúl Castro las refuerza y confirma que se ha montado en la ola de las reformas y los cambios. En consecuencia, a continuación dice lo fundamental: “Sin embargo, debe quedar bien claro que no se puede distribuir una riqueza que no hemos sido capaces de crear, hacerlo conllevaría serias consecuencias para la economía nacional y de cada ciudadano. Soltar dinero a las calles sin un incremento correspondiente de las ofertas de bienes y servicios generaría inflación, fenómeno que entre muchos otros efectos nocivos reduciría la capacidad adquisitiva de los salarios y de las pensiones, golpeando en primer lugar a los más humildes. Y eso no lo podemos permitir”.

Sensato, Castro. No piensa en el rentismo. No piensa en el populismo. No piensa en la dádiva. No piensa en el derroche. Hay que producir la riqueza. Pero si esto es lo que han venido pregonando los terribles voceros del neoliberalismo salvaje. Es lo mismo. Dicho en otro contexto y en otro escenario.

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