Es
posible que la única industria que funciona a toda capacidad en Venezuela sea
la imprenta de la Casa de la Moneda en Maracay, capital del Estado de Aragua
(centro del país). Mientras las expropiaciones o la falta de insumos e
inversiones diezmaron el parque industrial del país, la empresa del Estado,
dependiente del Banco Central de Venezuela, no se da abasto. Y todavía así, los venezolanos
se están quedando cortos de billetes.
¿Qué está ocurriendo? El estallido de los
precios a ritmo de
hiperinflaciónhace necesario disponer de un monto cada vez mayor
de dinero en la cartera para comprar bienes y servicio de consumo diario. Pero,
a la vez, el portafolio de billetes disponibles –por decisión del Gobierno,
adoptada a finales del año pasado- sigue siendo el mismo, a pesar de los
embates de la inflación y la devaluación. El billete de mayor denominación, de
100 bolívares, equivale a 14 céntimos de dólar estadounidense al cambio del
mercado negro. Un diario de papel, por ejemplo, cuesta 200 bolívares; un kilo
de patatas, 300. El comercio electrónico es una alternativa, pero apenas una
pequeña parte de la población venezolana está bancarizada. Todavía gran parte
de las transacciones diarias se hacen en efectivo.
Los
Gobiernos de Hugo Chávez y Nicolás Maduro se aseguraron el
control de la máquina de hacer dinero mediante consecutivas modificaciones
de la Ley del Banco Central. El ente emisor, convertido en un apéndice del
Ejecutivo, sigue inyectando dinero al mercado por motivos políticos: se calcula
que entre enero y mayo de este año la liquidez aumentó casi 13%, el doble que
en el mismo periodo del año anterior. La impresión de dinero continúa para
financiar el gigantesco déficit del Estado —sobre todo, de la petrolera estatal
Pdvsa— y los programas asistencialistas.
En junio
de 2015, se imprimieron casi 1.900 millones de billetes de 100 bolívares, un
poco más del doble de la cantidad producida en junio del año anterior.
En
Estados fronterizos con Colombia, se restringe el retiro diario en las
taquillas de los bancos hasta un máximo de 20.000 bolívares
La
máquina de imprimir está que echa
humo. La situación se puso de relieve esta semana cuando el Banco Central
publicó el llamado a concurso para proveer de papel de seguridad para la
impresión de billetes de 50 y 100 bolívares. El aviso, que en otras
circunstancias habría pasado como una formalidad burocrática más, convoca a las
empresas que tengan “la capacidad propia y la disponibilidad” para postularse
en una licitación que se dirimirá el próximo octubre.
La
escasez de billetes se ha hecho sentir de tal modo que ya se toman medidas
restrictivas. En Estados fronterizos con Colombia, como Zulia y Táchira, desde
hace un mes se restringe el retiro diario en las taquillas de los bancos
comerciales hasta un máximo de 20.000 bolívares. Las autoridades aducen que en
esas provincias se registra un trasiego de billetes a la nación vecina, para
financiar las operaciones de compra-venta de divisas y el denominado bachaqueoo contrabando al
menudeo de productos subsidiados de Venezuela a Colombia.
En el
resto del país, sin aviso pero con efecto inmediato, se redujo a la mitad el
límite diario de retiros en cajeros automáticos, principal fuente de billetes
de 100 bolívares.
Diversos comentaristas de prensa
han anotado que estas medidas restrictivas están configurando un
corralito de facto, que no ha sido decretado de manera abierta y
que, en vez de responder a requerimientos de política macroeconómica, atiende
al más prosaico desabastecimiento de billetes.
Vía El País. España
Que pasa Margarita
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