LUIS
PEDRO ESPAÑA N.
Como
quien dicta una sentencia injusta y el remordimiento le impide verle la cara al
sentenciado, quién sabe si así ocurrió tras la lectura del veredicto contra
Leopoldo López, así mismo hace el gobierno cuando ignora, hace silencio o
simplemente habla de una cosa distinta a la tragedia nacional que está
ocurriendo en cada hogar venezolano que lucha por su supervivencia en medio de
la inmensa crisis económica y social que padecemos.
Venezuela está atravesando una de
las peores crisis sociales de su historia reciente. Los costos sociales de los
ajustes macroeconómicos de 1989 o 1996, el Viernes Negro de 1983 o la crisis
financiera de 1994, todas esas fatídicas fechas sencillamente palidecen frente
a los índices de inflación, desabastecimiento, inseguridad y colapso de los
servicios sociales de estos últimos dos años.
En ninguno de esos episodios la
inflación alcanzó los 200 o 300 puntos que promedia la actual. Ni en los peores
momentos del deterioro social de las décadas de los ochenta o los noventa la
pobreza había crecido a la velocidad y con la reciedumbre con lo que lo ha
hecho en el bienio 2014-2015. Nunca se había mantenido por meses, que ya van
para años, situaciones críticas de desabastecimiento que solo se equiparan con
los índices de escasez padecidos por las economías comunistas, en años en los
cuales la hambruna llegó a tocar sus puertas.
Mientras, Venezuela soporta sobre
los hombros de los responsables de sus familias, porque cada venezolano lo
único que tiene para enfrentar esta crisis social es a su propia familia ante
la ausencia de una política social de protección, el gobierno está mirando paro
otro lado, construyéndose una agenda electoral que sirva de acción disuasiva
como para que nadie sepa ciertamente la magnitud del padecimiento masivo y
colectivo al que nos han llevado las irresponsabilidades y desaciertos de sus
políticas.
Pero por más que se prohíban las
cifras oficiales, que se persiga a cualquier periodista o simple ciudadano que
reporte la magnitud de una cola, el zaperoco en una farmacia o la trifulca por
un paquete de harina, cada uno de nosotros no solamente está descontento,
molesto y deseando un cambio, sino que, además, sabe quién es el responsable y,
por lo tanto, hasta el más desinformado sabe que mientras no ocurra un cambio
político la crisis de empobrecimiento masivo a la que nos enfrentamos no tendrá
fin.
Las encuestadoras oficiales
tratarán de seguir mostrando equívocas cifras de cuestionarios que preguntan
hasta la mitad, para tratar de hacer ver que, si bien es cierto que hay un
descontento, este no desemboca en un cambio de alternativa a lo que han sido
los errados postulados de los últimos dieciséis años. Falacia mercenaria, el
próximo 6 de diciembre, salvo sorpresas inconstitucionales, por lo menos 60%
del electorado va a expresarse muy claro y va a decir en las urnas lo que los
controles oficialistas callan por la vía de la omisión o de la represión.
En las elecciones de diciembre la
voluntad de cambio se va a expresar, y saldrá a la luz lo que hoy falsamente se
interpreta como pasividad en las colas o conformismo con la situación social.
No importa qué tanto el gobierno
le siga volteando la cara a la realidad. Ni siquiera importa lo que se invente
para tratar de salvar el pellejo, a costa de agravar el nuestro. El deslave
social que vivimos es inocultable y tendrá una expresión política, no les quepa
la menor duda.
Vía El Nacional
Que pasa Margarita
No comments:
Post a Comment