Wednesday, October 21, 2015

Latinos, uníos!

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FERMÍN LARES.         

Desde la semana pasada se me quedaron un par de temas en el tintero.

Hace tiempo he querido ahondar sobre la política de Barack Obama en Iraq y Siria, con el auge del Estado Islámico en esos dos países, las masacres del chavista Al-Asad contra sus compatriotas sirios y ahora el aumento de la intervención rusa apoyando a este dictador.

En los últimos días, Obama decidió mantener el mismo nivel de tropas que su país tiene en Afganistán hasta el fin de año y detener hasta finales de 2016 la prometida disminución de fuerzas militares en ese país. Aunque la Casa Blanca lo niega, esta decisión estuvo influenciada por los resultados de su política en Iraq y Siria. El alto mando militar y el Consejo de Seguridad Nacional aconsejaron al presidente detener el retiro militar, por los avances de los talibanes, evidenciados con la toma  hace tres semanas de la población de Kunduz, y también de Al Qaeda, que ha salido de sus reductos montañosos para volver al combate. Hace unos quince días, Estados Unidos bombardeó 63 veces unos campos de entrenamiento de Al-Qaeda resurgidos en Kandahar. Los militares y el Consejo de Seguridad no quieren ver repetida la experiencia de Iraq, del cual Estados Unidos decidió retirar tempranamente sus tropas en 2011, y de la inacción en Siria, que crearon un vacío que abonó el terreno al Estado Islámico. Ya hablaremos luego de este asunto.

El otro tema es el del Día de la Raza, asumido por el chavismo como el Día de la Resistencia Indígena. Ese lo quiero tratar hoy.

Pero antes no puedo resistir la tentación de comentar el primer debate de los precandidatos demócratas a la presidencia, en el que Hillary Clinton fue claramente la ganadora.

Las encuestas así lo confirman, con más de la mitad (55%-56%) de los demócratas diciendo que ella venció y 33% otorgando la victoria al senador Bernie Sanders. Los demás aspirantes no fueron pa’l baile. El vicepresidente Biden, deshojando la margarita sobre su candidatura y sin participar en el debate, obtuvo preferencias de 10%, pero bajó de 15% que tenía antes del episodio televisivo.

Aparte del contraste con los debates republicanos, de menos sustancia, algo muy resaltante fue, por supuesto, la frase de Sanders sobre las críticas constantes a la Clinton por haber usado un sistema de correos electrónicos no oficial mientras fue secretaria de Estado. Los medios se han hecho eco de las críticas e investigaciones al respecto, y la pregunta surgió de nuevo en el encuentro. Es un tema que pareció haber contribuido a minar la credibilidad de la candidata hasta poco antes de la discusión transmitida por CNN.

“El pueblo americano está enfermo y harto de escuchar acerca de los malditos correos electrónicos”, intervino Sanders en el debate sin que le preguntaran a él sobre el tema.

La interpretación más común que se ha hecho de este gesto es que fue un acto magnánimo de Sanders. Yo creo que fue algo más profundo. El senador autodeclarado socialista a la escandinava ha repetido a lo largo de su campaña que su intención es la de crear un movimiento político progresista, una corriente de opinión más crítica al sistema político-económico norteamericano. El respaldo que ha tenido hasta ahora lo ha sorprendido incluso a él. Clinton, sobre todo después de este debate, es quien tiene la oportunidad real de ganar la nominación del Partido Demócrata frente a sus actuales contendores, y Sanders, por encima de querer derruir la candidatura de Clinton, quiere derrotar a los republicanos y obligar a la candidata a escurrirse hacia la izquierda, lo cual ya él ha logrado con su campaña. De esto también tendremos tiempo para hablar luego.

Ahora, sobre el Día de la Raza, creo que la propia denominación de este día para conmemorar la llegada de Colón al continente americano dice mucho de su significado.

La conmemoración se inició en 1914, en España, promovida por una organización llamada Unión-Iberoamericana, que celebró la fecha como “Fiesta de la Raza Española”, luego asumida por el ayuntamiento de Madrid en 1917 simplemente como “Fiesta de la Raza”. Alfonso XIII la hizo fiesta nacional en 1918 y a partir de allí se impuso popularmente como Día de la Raza.

Argentina y Uruguay son pioneros entre los países iberoamericanos que entre 1915 y 1917 decidieron conmemorar la llegada de Colón. Se les sumaron una a una las naciones americanas, excepto Canadá, donde lo que se celebra el 12 de octubre es el Día de Acción de Gracias (que en Estados Unidos es hacia finales de noviembre) y Cuba, donde no se celebra nada.

La denominación del Día de la Raza se ha vuelto polémica de un tiempo para acá, no solo en Venezuela, sino en todos los países en donde se conmemora el 12 de octubre. En la pionera Argentina, ahora se llama Día del Respeto a la Diversidad Cultural, impuesto por los Kirchner, pero con un título más moderado que como oficialmente lo llaman el chavismo y el sandinismo en Venezuela y Nicaragua, Día de la Resistencia Indígena. En Belice, es el Día Panamericano, aunque en algunas regiones sigue siendo el Día de la Raza. En Chile y en República Dominicana es el Día del Encuentro de Dos Mundos o entre Dos Culturas.

Como venezolano de apariencia blanca, pero con sangre india y negra por mis venas, es decir mestizo, y que como casi todos los del país donde yo nací el que no tira flecha toca tambor, estoy casado con el Día de la Raza, porque a mí me enseñaron que este día fue instituido para unir pueblos que tienen en común un origen, una lengua y una religión. Me identifico con el Día de la Raza porque lo imagino como la celebración de la raza latinoamericana, que comenzó a gestarse precisamente con la llegada de los españoles a un continente desconocido por los europeos, independientemente de que en algunos países hermanos haya mayorías indígenas, como en Bolivia o Guatemala, o donde la presencia de la raza negra sea predominante o muy resaltada, como en República Dominicana y hasta el mismo Brasil, que también es latinoamericano. Me identifico con esa raza cósmica de la que habló Vasconcelos, presente en todo el hemisferio y cada vez más creciente en Estados Unidos.

Los indígenas americanos tienen derecho de rebelarse contra esta celebración como protesta por los sufrimientos a los que sus antepasados estuvieron sometidos por los colonizadores, comenzando por el propio Cristóbal Colón. Eso se entiende. Sin ánimo de justificarlo, parece que Colón era, no obstante, una suerte de tirano igualitario. Era cruel tanto con los indígenas como con los propios españoles que lo acompañaban, a quienes ejecutaba por crímenes menores. Hasta le cortó la lengua a una mujer que le recordó que era el hijo de una tejedora.

Ahora, la significación histórica, económica, política y cultural de la llegada de los españoles a las Américas es innegable. El mundo entero cambió totalmente. Lo demás es tratar de tapar el sol con un dedo. Pensemos nada más en los productos agrícolas que el Nuevo Mundo le proporcionó a la humanidad a partir de 1492, el cacao, el tomate, la papa, el maíz.

La papa, en particular, les dio un respiro a los europeos cuando más lo necesitaban. La Revolución Industrial está ligada a este tubérculo. La papa es proveedora de nutrientes esenciales para el ser humano; es un carbohidrato que además de proporcionar energía, es alta en potasio, rica en vitamina C y es también fuente de fibra. Estas cualidades alimenticias fueron de gran valor para la revolución industrial inglesa, que atraía una población cada vez más creciente a las ya abarrotadas ciudades, con 12 y 16 horas de trabajo diario, con poco tiempo o energía para preparar comida y recursos limitados para el almacenamiento y la preparación. La papa acompañó rápidamente al famoso empapelado “fish and chips” en las calles de las ciudades británicas y más tarde fue alimento esencial de otras ciudades europeas. En Irlanda lo fue tanto que cuando un hongo mexicano invadió y destruyó los cultivos irlandeses de papas a mediados del siglo XIX, en 3 años ya había muerto 1 millón de personas por esta causa y emigrado millón y medio, la mayoría hacia Estados Unidos. Los Kennedy descienden de esa oleada.

En Estados Unidos, como en otros países americanos, han surgido opositores a la celebración del 12 de octubre, que entre los gringos comenzó incluso antes que en España, pues se inició en Denver, en el estado de Colorado, en 1907, pero como Día de Colón. Y la fecha se la han apropiado los italianos, aduciendo que Colón era su compatriota.

Fue precisamente en Denver donde en octubre de 1989 un movimiento indígena liderado por el finado activista indio Russel Means vació tobos de sangre falsa en la estatua de Colón del centro de la ciudad, mientras los italianos realizaban su desfile conmemorativo. Los desfiles fueron cancelados allí por unos 10 años. Y en el resto del país empezaron a aparecer ciudades y estados que conmemoran la fecha como el Día de los Pueblos Indígenas o el Día de los Americanos Originarios (Native American Day).

Los alienados en Estados Unidos el Día de la Raza somos los latinoamericanos, pues ni somos “nativos” ni italianos, estamos totalmente ignorados, a pesar de que Italia no existía en 1492 y Colón llegó a estas tierras y mares representando a la corona española.

Vía El Nacional
Que pasa Margarita

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