Mientras
ultima su nuevo disco como solista, la músico formada en el Colegio Emil
Friedman será invitada especial este viernes en el concierto de cámara de The
Viennesse, cuarteto de cuerdas formado a partir de la Filarmónica de Viena
ANDRÉS CORREA GUATARASMA
Nueva York- Carnegie Hall, complejo
emblemático de la música internacional, no es ajeno en la carrera de Vanessa
Pérez, pianista venezolana residenciada en Nueva York. Este viernes 2 de
octubre volverá allí, esta vez como invitada en el concierto del cuarteto de
cuerdas The Viennesse, organizado por la Cámara de Comercio Austria-EEUU.
"He tocado muchas veces en Nueva York. Hice mi debut en Carnegie Hall en 2005 con un recital de piano. De ahí he tocado varias veces con diferentes músicos, incluidos Jan Vogler, Avalon String Quartet, para el trompetista Arturo Sandoval, para la Sociedad de las Américas, con el Limon Dance Company en Bryant Park, y en Beacon Theatre colaboré con Mazurkas de Chopin y más", resume Pérez, nacida en Miami en 1975. Pero "mis padres son venezolanos y yo también", destaca.
La invitación para acompañar este viernes a The Viennesse, cuarteto formado a partir de la afamada Filarmónica de Viena, le llegó de parte de Jasna Popovic, productora y pianista de origen serbio. "Espero sea la primera de muchas veces que colaboremos juntos", comenta Pérez, quien prepara un próximo disco como solista para enero, de la mano de su debut en la maternidad hace cuatro meses, junto a su esposo y colega Steven Buck, doctor en música de la Universidad de Yale.
- Si tuviese que juzgar su estilo y ejecución, ¿cómo lo haría?
- Creo que todos los artistas somos sumamente críticos de nuestras obras. Es un hábito fuerte, pero también es lo que nos hace seguir creciendo. Trato de contar la historia de la obra que vivo al tocar. Intento con todas mis fuerzas interpretar lo más auténticamente posible lo que pienso quiere decir el compositor, y al mismo tiempo trato de lanzarme a ese vacío de lo desconocido. Ese lugar donde pueden ocurrir experiencias mágicas y únicas al hacer música.
- ¿Cuándo volverá a presentarse en Venezuela?
- No sé cuándo volveré. Toqué la última vez en Venezuela en el Festival El Piano en 2013. Tengo un hermoso recuerdo, ya que también toqué con mi esposo a dos pianos por primera vez.
- ¿Qué recuerda de su formación en el Colegio Emil Friedman de Caracas?
- Después de mi madre, mi gran amor por la música nació de allí. Recuerdo mucho a Emil Friedman, su esposa y mi primera maestra de música. Fue el nacimiento de muchos sueños para mí. Me gustaría volver a tocar allí algún día.
- ¿Qué opina de la ferviente lucha por los derechos humanos en Venezuela de su amiga y colega Gabriela Montero?
- Pienso que los derechos humanos siempre deberían ser defendidos en todas partes y en todos los tiempos. Gabriela es una gran amiga y prácticamente hermana. La conozco desde que tengo nueve años. Admiro su enorme valentía, dedicación, empatía y honestidad.
- ¿Qué es lo último que hace justo antes de salir a escena y lo primero al terminar y finalmente estar sola?
- Nada es pan comido. Antes de entrar al escenario miro las primeras páginas de lo que voy a tocar, como loca. Para no pensar en más nada si no en la música que estoy a punto de ejecutar. Lo primero que hago al estar sola es agradecer, sobre todo si sale bien, a mi abuela, Dios, y los ángeles por haberlo hecho bien. Si no quedo tan contenta después, pienso en lo que hubiera podido hacer mejor inmediatamente. Y no culpo a nadie, sólo a mí misma.
"He tocado muchas veces en Nueva York. Hice mi debut en Carnegie Hall en 2005 con un recital de piano. De ahí he tocado varias veces con diferentes músicos, incluidos Jan Vogler, Avalon String Quartet, para el trompetista Arturo Sandoval, para la Sociedad de las Américas, con el Limon Dance Company en Bryant Park, y en Beacon Theatre colaboré con Mazurkas de Chopin y más", resume Pérez, nacida en Miami en 1975. Pero "mis padres son venezolanos y yo también", destaca.
La invitación para acompañar este viernes a The Viennesse, cuarteto formado a partir de la afamada Filarmónica de Viena, le llegó de parte de Jasna Popovic, productora y pianista de origen serbio. "Espero sea la primera de muchas veces que colaboremos juntos", comenta Pérez, quien prepara un próximo disco como solista para enero, de la mano de su debut en la maternidad hace cuatro meses, junto a su esposo y colega Steven Buck, doctor en música de la Universidad de Yale.
- Si tuviese que juzgar su estilo y ejecución, ¿cómo lo haría?
- Creo que todos los artistas somos sumamente críticos de nuestras obras. Es un hábito fuerte, pero también es lo que nos hace seguir creciendo. Trato de contar la historia de la obra que vivo al tocar. Intento con todas mis fuerzas interpretar lo más auténticamente posible lo que pienso quiere decir el compositor, y al mismo tiempo trato de lanzarme a ese vacío de lo desconocido. Ese lugar donde pueden ocurrir experiencias mágicas y únicas al hacer música.
- ¿Cuándo volverá a presentarse en Venezuela?
- No sé cuándo volveré. Toqué la última vez en Venezuela en el Festival El Piano en 2013. Tengo un hermoso recuerdo, ya que también toqué con mi esposo a dos pianos por primera vez.
- ¿Qué recuerda de su formación en el Colegio Emil Friedman de Caracas?
- Después de mi madre, mi gran amor por la música nació de allí. Recuerdo mucho a Emil Friedman, su esposa y mi primera maestra de música. Fue el nacimiento de muchos sueños para mí. Me gustaría volver a tocar allí algún día.
- ¿Qué opina de la ferviente lucha por los derechos humanos en Venezuela de su amiga y colega Gabriela Montero?
- Pienso que los derechos humanos siempre deberían ser defendidos en todas partes y en todos los tiempos. Gabriela es una gran amiga y prácticamente hermana. La conozco desde que tengo nueve años. Admiro su enorme valentía, dedicación, empatía y honestidad.
- ¿Qué es lo último que hace justo antes de salir a escena y lo primero al terminar y finalmente estar sola?
- Nada es pan comido. Antes de entrar al escenario miro las primeras páginas de lo que voy a tocar, como loca. Para no pensar en más nada si no en la música que estoy a punto de ejecutar. Lo primero que hago al estar sola es agradecer, sobre todo si sale bien, a mi abuela, Dios, y los ángeles por haberlo hecho bien. Si no quedo tan contenta después, pienso en lo que hubiera podido hacer mejor inmediatamente. Y no culpo a nadie, sólo a mí misma.
Vía El Universal
Que pasa Margarita
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