Tuesday, July 19, 2016

Perfil exacto

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Rubén Monasterios

Hace unos días, Diego Arria utilizó unos términos precisos a propósito de caracterizar al gobierno venezolano: “…un régimen calificado internacionalmente como un narco estado cleptocrático”…
Pensadores modernos proponen clasificaciones de los gobierno, fundamentadas en diversos criterios; así, se distinguen formas de ejercer el poder político a partir de la extracción del jefe, o de la camarilla al mando, del seno de determinadas colectividades institucionales (tecnocracia; teocracia, si provienen del clero; castrocracia tratándose de militares, etc.); de su representación de clases sociales (oligarquía, dictadura “de los trabajadores”…); o considerando su apego a principios de civilidad como la división de poderes y respeto por los derechos humanos; o tomando como referencia la honestidad de la administración, y así sucesivamente.
Algunas calificaciones parecen cosa de humorada ácida, por ejemplo, aquella que a partir del criterio “extracción de los gobernantes”, habla de pornocracias; lo que literalmente significa “gobierno de las putas”; sin embargo, no es ninguna extravagancia. El cardenal César Baronio acuñó el término pornocracia, muy en serio, para identificar un período oscuro de la Iglesia Católica durante el cual la influencia de dos cortesanas, Teodora y su hija, Marozia, llegó a ser determinante en el papado a lo largo de unos sesenta años, abarcando doce pontífices. Lo precede otro, en el s. VI, cuando la emperatriz Teodora, que había sido ramera, convocó a sus antiguas colegas a compartir el poder en Constantinopla.
De las dos calificaciones utilizadas por Arria, una, narco estado, se explica por sí misma. La otra se basa en el mencionado criterio “honestidad en el manejo de la riqueza del Estado”, cuyos valores extremos son por una parte kaloscracia, del griego, kalos, limpieza, transparencia, y por la otra cleptocracia, por cuanto el significado en griego de clepto es quitar, robar.
“Cleptocracia es el establecimiento y desarrollo del poder basado en el robo de capital, institucionalizando la corrupción y sus derivados como el nepotismo, el clientelismo político, el peculado, de forma que estas acciones delictivas quedan impunes, debido a que todos los sectores del poder están corruptos, desde la justicia, funcionarios de la ley y todo el sistema político y económico.”
“En una cleptocracia los mecanismos del gobierno de un estado se dedican casi enteramente a gravar los recursos y a la población del país (por medio de impuestos, no retribuibles a ellos; desvíos de fondos, etc.), los dirigentes del sistema, amasan grandes fortunas personales, en especial el presidente o el mayor cargo de jefe de estado, junto a los más allegados como los ministros y asesores personales. En la cleptocracia el dinero es lavado o se desvía a cuentas bancarias secretas, por lo general en paraísos fiscales, como encubrimiento del robo.”
“Las economías de los regímenes cleptocráticos tienden a decaer constantemente, pues la corrupción sistemática engendrada por el gobierno significa que la economía está subordinada a los intereses de los cleptócratas. Además, las economías basadas en la extracción de materias primas (ejemplo, los minerales y el petróleo) pueden ser particularmente propensas a la expoliación por los cleptócratas.”
No pudo haber usado el político citado un vocablo más preciso. Con todo, la caracterización del poder en nuestro país se hace más nítida añadiendo otros matices, además del administrativo.
Atendiendo al criterio “respeto a la ley y a los derechos humanos” es una dictadura, cuyo proceso de conformación, a grandes rasgos, pasa por la siguientes etapas: inicialmente fue una democracia, si por ello entendemos un poder dimanado de la voluntad del pueblo: un concepto simplista que los estudiosos modernos han revisado. Luego, a partir del criterio “quién ejerce realmente el mando”, como efecto de fraudes electorales sucesivos y otras manipulaciones, cobra forma de una monocracia dictatorial o autocracia (gobierno de uno solo), aunque con la apariencia formal de una democracia; con lo que se hace una dictadura larvatus. o sea, enmascarada. Con la muerte del supragalaxtico, se vuelve una dictadura colectiva, o sea, mandato de una élite en el poder, por cuanto es del dominio público la condición de mascarón de proa del Presidente a cargo. En su forma de dictadura colectiva trata de mantener la apariencia democrática, pero denuncia su condición espuria la violación del principio de independencia de las instituciones del Estado y el sustentar el poder en la primitiva fuerza militar hecha cómplice de la gestión, combinada con artimañas de apariencia legal.
También tiene rasgos de tiranía, tal como se interpreta el término en la modernidad, en el de un poder político sustentado por la violencia, de la que se vale abusivamente.
Por si fuera poco, es totalitario. Totalitaristas son las ideologías, regímenes políticos y movimientos opuestos a la diversidad de acción y de pensamiento; el gobierno ejerce todo el poder, impone el partido único; promueve el culto a la personalidad del líder, e impulsa movimientos de masas en los que se pretende encuadrar a toda la sociedad.
Como todo totalitarismo, es nazifascista, componente de ejercicio del poder brutal aportado por específicas estrategias y tácticas de agitación, distracción, propaganda, demagogia y otros recursos de manipulación social.
De intentar calificar al gobierno venezolano tomando en cuenta el factor “eficiencia”, en su sentido de su influencia en la calidad de vida del pueblo bajo su mandato… la escala se vuelve trizas en su polo negativo.
Y para coronarse en la historia, las últimas disposiciones del gang al mando formalmente confirman la idea de que este gobiernúculo sólo es civil en la fachada; en esencia es una castrocracia, en su doble sentido de “gobierno de militares” y de “gobierno de los Castro”.

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