Sunday, January 1, 2017

Saldo y salida


Alicia Freilich

Tiene que ver con cada quien.
La moderna pedagogía desde prescolar hasta la universidad del aula y de la vida otorga claves para forjar ciudadanos previsivos que reaccionan a tiempo contra la obediencia sin límites.
Al maestro tradicional le resulta difícil ser cuestionado por sus alumnos. Pero es un proceso de aprendizaje mutuo bien planificado que culmina en el logro liberal. Si el docente de salón o pantalla ciber promueve dudas, desconfianza y curiosidad mientras otorga llaves de acceso al conocimiento; si recibe con paciencia las réplicas negativas y responde con nuevas interrogantes a tesis y antítesis, al final se obtiene una síntesis que proviene del educando, no del educador. La meta central es generar personas reactivas, individuos productores con reflejos de alerta y resistencia activa contra toda forma de sumisión que no provenga de un auténtico pacto social legalizado.
La confiada Venezuela democrática aumentó la población escolarizada pero no fomentó esa educación civilista, crítica y rebelde. Cambió sin cesar los programas eliminando materias como Historia Universal, Moral y Cívica, Educación Artística, otro idioma opcional, estrictas materias científicas que otorgan bases para el progreso. Mantuvo Historia y Literatura nacionales con idolatría por el heroísmo militar, lírica contemplativa divorciada de la reflexión y del interés por la prensa cotidiana. Describir batallas o paisajes importaba más que comprender su efecto en el entorno y la intimidad del pupilo.
Graduarse por un sistema centralizado en el caletre de la democracia electoralista, poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial memorizados sin su vivencia directa en una institución educativa que practique esa teoría a través de una república pedagógica liberal (como la antigua democrática Escuela Experimental Venezuela) propicia lo que aconteció y sigue para desgracia de la Venezuela actual. Llegó electo el castrochavismo y encontró terreno abonado para imponer su dogma milicomunista, borrón del pasado, prohibiciones para impedir el acceso a la realidad internacional y local, censura vigilada para legitimar barbaries, ignorancia de leyes constituidas, pasividad frente a dictaduras, criadero de robots delincuentes, hombre y mujer nuevos con su modelo en la pareja y sus cortejos ocupantes ilegales de Miraflores. Sostenidos por una Fuerza Armada de cúpula millonaria que dirige narcomercio, petróleo y el arco minero guayanés entregado a poderes ajenos. País vendido sin escrúpulos a quienes les importa su riqueza y para nada el destino sociopolítico venezolano.
Una oposición partidista que grita lo ya sabido con idiotas peleas internas. Incapaz de organizar la rebelión popular latente, ciega y sorda frente a la trampa totalitaria, reincide mendigando plazos para candidatos de escasa o nula militancia. Otra vez pone alfombra electoral fraudulenta para el caos organizado de trono militarista. Ineptitud, indolencia, improvisación. Urgen nuevas dirigencias, quizá reagrupando las existentes previa selección. Demasiados caciques, pocos indios, desconocidos proyectos y doctrinas que los diferencian.
La mayoría sufridora se siente representada en un liderazgo preso, exiliado y bajo amenaza. La juventud no oficializada, valiente generación del 14, a duras penas autodidacta de una civilidad libre, es la reserva para comandar, a riesgo de su propia existencia, la dificilísima huelga general indefinida. Fracasó la agenda de calle, queda el encierro casero como única presión salvadora si la secunda un sector militar todavía sano con otro de los empleados públicos, dos millones y medio sujetos a vil chantaje, limosna en bolsitas del Estado pránico, la esclavitud siglo XXI.
Son suicidas los elogios a la resignación de una sociedad ya sacrificada y las recetas económicas del mientras tanto. Paja seca, pasto de hogueras. Reconocerlo duele tanto.

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