SAÚL GODOY GÓMEZ | EL UNIVERSAL
martes 9 de octubre de 2012 12:00 AM
14 años de propaganda e indoctrinación agresiva, día a día, hora tras hora, por todos los medios posibles de comunicación, levantaron una pared de irracionalidad y convicción sobre una de las figuras populistas más osadas y absurdas de la historia, la mayoría de los venezolanos terminaron convencidos, que Chávez era el hombre necesario y su revolución nuestro futuro.
Pero soy de los que creen que la mayoría puede estar equivocada, que el pueblo puede perder la brújula de su destino, que los países pueden deshacerse como castillos de arena y estamos frente a uno de esos casos donde la ruleta y la suerte tienen más peso que la racionalidad.
Estoy convencido que el presidente Chávez aunque es el ganador de la jornada electoral no la va a disfrutar, más temprano que tarde será vencido por su propia entropía, el chavismo lo que acaba de ganar fue un respiro, que les servirá para enredar aún más al país en su red de miseria y corrupción, pero han sentido que el final político se les aproxima y en algún momento caerá el telón para darle término a esta mala obra revolucionaria.
De las cosas que se comprobaron es que sin Chávez no son nada, el candidato enfermo agotó sus réditos de esperanza y apenas convenció a los suyos, por miedo, de la necesidad de su permanencia en el poder.
Ahora sí está claro el deslinde del país, dos Venezuela claramente marcadas y diferentes, opuestas y enfrentadas, nada será fácil para el chavismo, los próximos meses huelen a crisis, el dinero se les acabó y lo que queda es deuda, gigante y asfixiante, echaron el resto para permanecer en el poder.
Esta sí fue una victoria pírrica, se van a dar el lujo de pavonearse por unas horas pero luego los embargará el desánimo de haber conducido al país a una calle ciega, porque el chavismo ya se agotó, hace mucho que no respira, ahora sí es verdad que son solo humo, lleno de figuras mediáticas sin ningún contenido, sin mensaje, sin ideas.
Hasta la violencia, que es lo único que tienen que enseñar la han convertido en una lotería, votaron para que nada cambiara pero votaron mal, por un hombre enfermo que no podrá gobernar, por un proyecto exhausto y basado en mentiras.
Un poco mas de seis millones de venezolanos que no creen en el modelo socialista que Chávez intenta imponerle al país, que pensamos diferente a la revolución bolivariana, que vemos la vida y el mundo de otra manera, con otros valores y principios. ¿Qué van hacer con nosotros? ¿Exterminarnos en un campo de concentración? ¿Arrinconarnos y matarnos de hambre?
Probablemente lo que pretendan es que emigremos, que agarremos nuestras maletas y les dejemos el país a ellos solitos.
Esos seis millones y un poco más ¿tenemos cabida dentro de la revolución socialista bolivariana? Creo que no, todo lo que contradiga al "proceso", alguien quien no piense como ellos, sobra, es una molestia.
El pensamiento, el partido y el líder único tienen como característica principal la exclusión de lo diferente, la anulación del otro convirtiéndolo en enemigo, en traidor, en "majunche" o lo que es lo mismo, en la nada, negarle la existencia.
El modelo que plantea la revolución castrocomunista es sencillo, de allí su enorme éxito con las masas de jóvenes indoctrinados, se sirve al líder y se obedecen los dictámenes de la revolución, si lo haces, eres feliz, todo te será provisto, nada te faltará, solo obedece, no cuestiones, no contradigas, no pienses, para eso están los jefes. Y bajo este esquema de cosas, para el buen revolucionario, en una democracia se hace lo que la mayoría quiere, que es, lo que quiere el jefe, la minoría no cuenta.
Chávez invita a la oposición a construir el país ¿En que términos?, en los únicos posibles: obedece y calla, y sé feliz.
A la no tan estimada mayoría de venezolanos chavistas, de parte de un integrante de la oposición, de uno de esa minoría de seis millones y un poco más que no creen en la revolución, que no nos vamos del país, que no nos convence su líder ni sus valores, podríamos llegar a un acuerdo mínimo de convivencia si estuviéramos en democracia, pero si somos nada, si somos solo unos cuantos traidores, no podremos jamás ponernos de acuerdo.
¿Qué nos queda? Si hemos aguantado por 14 años la implacable propaganda y el abuso y cada vez somos más. Si hemos podido sobrevivir en medio de la justicia revolucionaria y sus amenazas y todavía sentimos amor por esta tierra. Si a pesar de la violencia y los insultos seguimos en la lucha de las ideas y sin miedo defendemos nuestros derechos políticos, entonces lo que queda es resistir, porque llegará un día en que seremos mayoría, y ese día, en democracia, la verdadera, podremos sentarnos y conversar como seres humanos y ciudadanos de una misma nación.
Pero soy de los que creen que la mayoría puede estar equivocada, que el pueblo puede perder la brújula de su destino, que los países pueden deshacerse como castillos de arena y estamos frente a uno de esos casos donde la ruleta y la suerte tienen más peso que la racionalidad.
Estoy convencido que el presidente Chávez aunque es el ganador de la jornada electoral no la va a disfrutar, más temprano que tarde será vencido por su propia entropía, el chavismo lo que acaba de ganar fue un respiro, que les servirá para enredar aún más al país en su red de miseria y corrupción, pero han sentido que el final político se les aproxima y en algún momento caerá el telón para darle término a esta mala obra revolucionaria.
De las cosas que se comprobaron es que sin Chávez no son nada, el candidato enfermo agotó sus réditos de esperanza y apenas convenció a los suyos, por miedo, de la necesidad de su permanencia en el poder.
Ahora sí está claro el deslinde del país, dos Venezuela claramente marcadas y diferentes, opuestas y enfrentadas, nada será fácil para el chavismo, los próximos meses huelen a crisis, el dinero se les acabó y lo que queda es deuda, gigante y asfixiante, echaron el resto para permanecer en el poder.
Esta sí fue una victoria pírrica, se van a dar el lujo de pavonearse por unas horas pero luego los embargará el desánimo de haber conducido al país a una calle ciega, porque el chavismo ya se agotó, hace mucho que no respira, ahora sí es verdad que son solo humo, lleno de figuras mediáticas sin ningún contenido, sin mensaje, sin ideas.
Hasta la violencia, que es lo único que tienen que enseñar la han convertido en una lotería, votaron para que nada cambiara pero votaron mal, por un hombre enfermo que no podrá gobernar, por un proyecto exhausto y basado en mentiras.
Un poco mas de seis millones de venezolanos que no creen en el modelo socialista que Chávez intenta imponerle al país, que pensamos diferente a la revolución bolivariana, que vemos la vida y el mundo de otra manera, con otros valores y principios. ¿Qué van hacer con nosotros? ¿Exterminarnos en un campo de concentración? ¿Arrinconarnos y matarnos de hambre?
Probablemente lo que pretendan es que emigremos, que agarremos nuestras maletas y les dejemos el país a ellos solitos.
Esos seis millones y un poco más ¿tenemos cabida dentro de la revolución socialista bolivariana? Creo que no, todo lo que contradiga al "proceso", alguien quien no piense como ellos, sobra, es una molestia.
El pensamiento, el partido y el líder único tienen como característica principal la exclusión de lo diferente, la anulación del otro convirtiéndolo en enemigo, en traidor, en "majunche" o lo que es lo mismo, en la nada, negarle la existencia.
El modelo que plantea la revolución castrocomunista es sencillo, de allí su enorme éxito con las masas de jóvenes indoctrinados, se sirve al líder y se obedecen los dictámenes de la revolución, si lo haces, eres feliz, todo te será provisto, nada te faltará, solo obedece, no cuestiones, no contradigas, no pienses, para eso están los jefes. Y bajo este esquema de cosas, para el buen revolucionario, en una democracia se hace lo que la mayoría quiere, que es, lo que quiere el jefe, la minoría no cuenta.
Chávez invita a la oposición a construir el país ¿En que términos?, en los únicos posibles: obedece y calla, y sé feliz.
A la no tan estimada mayoría de venezolanos chavistas, de parte de un integrante de la oposición, de uno de esa minoría de seis millones y un poco más que no creen en la revolución, que no nos vamos del país, que no nos convence su líder ni sus valores, podríamos llegar a un acuerdo mínimo de convivencia si estuviéramos en democracia, pero si somos nada, si somos solo unos cuantos traidores, no podremos jamás ponernos de acuerdo.
¿Qué nos queda? Si hemos aguantado por 14 años la implacable propaganda y el abuso y cada vez somos más. Si hemos podido sobrevivir en medio de la justicia revolucionaria y sus amenazas y todavía sentimos amor por esta tierra. Si a pesar de la violencia y los insultos seguimos en la lucha de las ideas y sin miedo defendemos nuestros derechos políticos, entonces lo que queda es resistir, porque llegará un día en que seremos mayoría, y ese día, en democracia, la verdadera, podremos sentarnos y conversar como seres humanos y ciudadanos de una misma nación.
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