MARIANA SUÁREZ DE MENDOZA | EL UNIVERSAL
sábado 16 de marzo de 2013 12:00 AM
Hoy escribo a los venezolanos que no tienen la intención de ir a votar. Argumentan cualquier cantidad de razones, cada una más válida que la otra, pero no dejan de ser meras justificaciones del ego para no ir a votar. Los que vamos a votar también vemos la inconstitucionalidad de la sentencia del Tribunal Supremo de Justicia, la violación persistente a la Constitución, el sometimiento de todos los poderes públicos al servicio del partido de gobierno, la utilización de los recursos del Estado para hacer campaña, la utilización 24 horas al día de los canales públicos, la movilización de personas para votar a cambio de casas, lavadoras, neveras y microondas, la utilización emocional de la población por la pérdida del líder, la parcialidad del CNE cual enamorado complaciente, y encima los que persisten en la teoría de la conspiración, asegurando que el 7 de octubre Capriles tenía un acuerdo con el gobierno.
Ninguna de esas razones es la verdadera causa del porqué no quieren ir a votar. La verdad es que no van a votar por orgullo. No quieren que el chavismo se burle una vez más en vivo y directo, no quieren sentirse humillados por las declaraciones burlescas de Jorge Rodríguez después de escuchar los resultados, no quieren perder otra contienda electoral, no desean sufrir la derrota, no quieren sentirse fracasados, prefieren decir con orgullo: "se los dije, para qué van a votar con estas condiciones". Eso es pensar con egoísmo, en uno mismo, con egocentrismo, sin recordar que el fin primordial es Venezuela.
Henrique Capriles está casado con Venezuela, dio una demostración tremenda de madurez política al participar en cuestión de meses en otra contienda electoral, pues a pesar de correr el altísimo riesgo de quemarse políticamente, a pesar de comenzar abajo en las encuestas, que lo más probable es que el candidato de la unidad pierda, que lo más probable es que salga derrotado por el mito Chávez, que probablemente no vuelva a ser candidato por la unidad a la Presidencia de la República, que si pierde es probable que hagan lo imposible por meterlo preso nuevamente y aún así teniendo más razones que nadie para no participar, decidió ir a la contienda electoral y luchar por Venezuela.
Cuando se va a una guerra, ésta no se detiene porque uno de los participantes tenga ventaja, pues con la simple puesta de una bandera blanca se entregaría el premio reclamado que origina la guerra, y se evita el derramamiento de sangre. A las guerras siempre se va porque hay un fin de pertenencia y de libertad, que va más allá de cualquier interés personal, de cualquier raciocinio lógico y que es más grande que cualquier estadística o probabilidad.
Dejar de participar es un acto de egoísmo, no muestra en absoluto valentía ni coraje, y mucho menos amor por la patria.
El fantasma de la abstención, y las ganas de querer huir y salir corriendo siempre estarán rondando como el diablo en la conciencia; queda de ustedes los que están indecisos no dejarse vencer por los fantasmas del pasado y hacer lo que todo ser humano debe hacer: Seguir adelante.
Ninguna de esas razones es la verdadera causa del porqué no quieren ir a votar. La verdad es que no van a votar por orgullo. No quieren que el chavismo se burle una vez más en vivo y directo, no quieren sentirse humillados por las declaraciones burlescas de Jorge Rodríguez después de escuchar los resultados, no quieren perder otra contienda electoral, no desean sufrir la derrota, no quieren sentirse fracasados, prefieren decir con orgullo: "se los dije, para qué van a votar con estas condiciones". Eso es pensar con egoísmo, en uno mismo, con egocentrismo, sin recordar que el fin primordial es Venezuela.
Henrique Capriles está casado con Venezuela, dio una demostración tremenda de madurez política al participar en cuestión de meses en otra contienda electoral, pues a pesar de correr el altísimo riesgo de quemarse políticamente, a pesar de comenzar abajo en las encuestas, que lo más probable es que el candidato de la unidad pierda, que lo más probable es que salga derrotado por el mito Chávez, que probablemente no vuelva a ser candidato por la unidad a la Presidencia de la República, que si pierde es probable que hagan lo imposible por meterlo preso nuevamente y aún así teniendo más razones que nadie para no participar, decidió ir a la contienda electoral y luchar por Venezuela.
Cuando se va a una guerra, ésta no se detiene porque uno de los participantes tenga ventaja, pues con la simple puesta de una bandera blanca se entregaría el premio reclamado que origina la guerra, y se evita el derramamiento de sangre. A las guerras siempre se va porque hay un fin de pertenencia y de libertad, que va más allá de cualquier interés personal, de cualquier raciocinio lógico y que es más grande que cualquier estadística o probabilidad.
Dejar de participar es un acto de egoísmo, no muestra en absoluto valentía ni coraje, y mucho menos amor por la patria.
El fantasma de la abstención, y las ganas de querer huir y salir corriendo siempre estarán rondando como el diablo en la conciencia; queda de ustedes los que están indecisos no dejarse vencer por los fantasmas del pasado y hacer lo que todo ser humano debe hacer: Seguir adelante.
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