FRANCISCO OLIVARES| EL UNIVERSAL
sábado 5 de octubre de 2013 12:00 AM
Hay perplejidad frente a la situación económica del país y la conducción de Nicolás Maduro frente a la crisis. Ella preocupa igualmente a gran parte del país que votó por el sucesor.
La excusa de "sabotaje" ha cumplido cierto efecto en la masa chavista, pero el discurso se desgasta frente a una realidad que está a la vista.
Poseen el control de los poderes públicos; tienen a la FANB; controlan el mayor volumen de importación y distribución de alimentos; militarizan los automercados privados y poseen la mayor cantidad de empresas de alimentos que presentan problemas de producción más graves que las del sector privado.
Hay quienes piensan que Hugo Chávez hubiese encarado mejor la crisis y "hubiese resuelto" pero con Maduro se agravan. Las alocuciones de Maduro son contradictorias y se caen frente a la realidad.
Culpa a EEUU de la crisis en las empresas de Guayana con 13 de días de paralización, que lo llevan a la expulsión de la encargada de negocios. Acusa a los líderes sindicales y trabajadores de Guayana de ser cómplices del imperio. Pero los representantes del Gobierno tratan de negociar con esos mismos trabajadores sobre la base de las reivindicaciones laborales que nada tienen que ver con el imperio.
Acusan de acaparadores de alimentos a los privados y de colocar pocas cajas registradoras en servicio para generar colas artificialmente y dar la impresión de escasez, pero se olvidan de las grandes colas que se generan en los mercados Bicentenario, Mercal y otros centros de distribución de alimentos del Gobierno cuyas colas son de dos a tres horas.
Con el dólar y la economía el discurso es más contradictorio. Se encarceló a los operadores financieros acusándolos de elevar artificialmente el paralelo para destruir la revolución. En aquel momento estaba en 8 bolívares, mientras sobre el innombrable de hoy nadie conoce su precio real. Desde abril se anunció un nuevo esquema cambiario paro aún la cúpula económica no se pone de acuerdo en cómo va a funcionar ese mecanismo.
Maduro ha emprendido una ofensiva contra los opositores. Califica como delito que una diplomática se reúna con un líder opositor, pero nuestros representantes en EEUU sostuvieron 82 reuniones con diversos sectores políticos de ese país adversos al gobierno de Obama, lo cual es normal en democracia.
Han lanzado al sistema de justicia contra dirigentes políticos, también van tras la cabeza de Capriles. Pareciera que se azuza al sector opositor para que reaccione y generar un estallido que tape la incompetencia del Gobierno y desvíe el proceso electoral del 8 de diciembre.
La excusa de "sabotaje" ha cumplido cierto efecto en la masa chavista, pero el discurso se desgasta frente a una realidad que está a la vista.
Poseen el control de los poderes públicos; tienen a la FANB; controlan el mayor volumen de importación y distribución de alimentos; militarizan los automercados privados y poseen la mayor cantidad de empresas de alimentos que presentan problemas de producción más graves que las del sector privado.
Hay quienes piensan que Hugo Chávez hubiese encarado mejor la crisis y "hubiese resuelto" pero con Maduro se agravan. Las alocuciones de Maduro son contradictorias y se caen frente a la realidad.
Culpa a EEUU de la crisis en las empresas de Guayana con 13 de días de paralización, que lo llevan a la expulsión de la encargada de negocios. Acusa a los líderes sindicales y trabajadores de Guayana de ser cómplices del imperio. Pero los representantes del Gobierno tratan de negociar con esos mismos trabajadores sobre la base de las reivindicaciones laborales que nada tienen que ver con el imperio.
Acusan de acaparadores de alimentos a los privados y de colocar pocas cajas registradoras en servicio para generar colas artificialmente y dar la impresión de escasez, pero se olvidan de las grandes colas que se generan en los mercados Bicentenario, Mercal y otros centros de distribución de alimentos del Gobierno cuyas colas son de dos a tres horas.
Con el dólar y la economía el discurso es más contradictorio. Se encarceló a los operadores financieros acusándolos de elevar artificialmente el paralelo para destruir la revolución. En aquel momento estaba en 8 bolívares, mientras sobre el innombrable de hoy nadie conoce su precio real. Desde abril se anunció un nuevo esquema cambiario paro aún la cúpula económica no se pone de acuerdo en cómo va a funcionar ese mecanismo.
Maduro ha emprendido una ofensiva contra los opositores. Califica como delito que una diplomática se reúna con un líder opositor, pero nuestros representantes en EEUU sostuvieron 82 reuniones con diversos sectores políticos de ese país adversos al gobierno de Obama, lo cual es normal en democracia.
Han lanzado al sistema de justicia contra dirigentes políticos, también van tras la cabeza de Capriles. Pareciera que se azuza al sector opositor para que reaccione y generar un estallido que tape la incompetencia del Gobierno y desvíe el proceso electoral del 8 de diciembre.
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