MARUJA TARRE| EL UNIVERSAL
lunes 3 de febrero de 2014 12:00 AM
No me refiero a las temperaturas polares del hemisferio Norte. Para mí, ese bajo cero es el sitio donde se encuentra América Latina en el mapa político mundial. Dicen los franceses "pas de nouvelles, bonnes nouvelles", pero en nuestro caso la falta de protagonismo en la prensa mundial se debe a la acomodaticia mediocridad que prevalece en nuestro continente.
La falta de vergüenza continental se hizo obvia durante la grotesca reunión de la Celac en Cuba, donde mandatarios democráticos y autoritarios, legítimos e ilegítimos, le rindieron pleitesía a dos momias nefastas y se prestaron incluso a un homenaje al difunto Chávez.
Las pocas reseñas que hubo en la prensa mundial sobre ese aquelarre, destacaron el triunfo del izquierdismo decimonónico en nuestro continente y también, desgraciadamente, la falta de ideas y programas alternos en los sectores más conservadores.
Chávez llamó la atención por un tiempo, por su folclórico autoritarismo. Ahora prevalece una mediocre modorra continental y la decadencia precipitada de Venezuela. No es de extrañarse por lo tanto que Obama, que nunca se ha interesado por América Latina, no nombrara al subcontinente en el Estado de la Unión, el discurso más importante del año. Ni siquiera México, cuyo acontecer está estrechamente ligado a su vecino del Norte, fue incluido en el mensaje presidencial.
El Medio Oriente acaparó la atención. Pero lo interesante no fue ese protagonismo, al fin y al cabo nada envidiable. Me parece en cambio que vale la pena destacar la respuesta del canciller iraní, perfectamente articulada, prudente, civilizada y para la prensa internacional, en perfecto inglés.
No quiero ni siquiera incluir a Jaua al preguntarme ¿cuántos países de América Latina tienen en este momento un canciller de la talla de Mohammad Javad Zarif, ministro de Relaciones Exteriores de Irán?
La falta de vergüenza continental se hizo obvia durante la grotesca reunión de la Celac en Cuba, donde mandatarios democráticos y autoritarios, legítimos e ilegítimos, le rindieron pleitesía a dos momias nefastas y se prestaron incluso a un homenaje al difunto Chávez.
Las pocas reseñas que hubo en la prensa mundial sobre ese aquelarre, destacaron el triunfo del izquierdismo decimonónico en nuestro continente y también, desgraciadamente, la falta de ideas y programas alternos en los sectores más conservadores.
Chávez llamó la atención por un tiempo, por su folclórico autoritarismo. Ahora prevalece una mediocre modorra continental y la decadencia precipitada de Venezuela. No es de extrañarse por lo tanto que Obama, que nunca se ha interesado por América Latina, no nombrara al subcontinente en el Estado de la Unión, el discurso más importante del año. Ni siquiera México, cuyo acontecer está estrechamente ligado a su vecino del Norte, fue incluido en el mensaje presidencial.
El Medio Oriente acaparó la atención. Pero lo interesante no fue ese protagonismo, al fin y al cabo nada envidiable. Me parece en cambio que vale la pena destacar la respuesta del canciller iraní, perfectamente articulada, prudente, civilizada y para la prensa internacional, en perfecto inglés.
No quiero ni siquiera incluir a Jaua al preguntarme ¿cuántos países de América Latina tienen en este momento un canciller de la talla de Mohammad Javad Zarif, ministro de Relaciones Exteriores de Irán?
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