MIGUEL BAHACHILLE M.| EL UNIVERSAL
lunes 3 de febrero de 2014 12:00 AM
No bastaron los efugios del Viceministro del Área Económica para justificar la devaluación, por ahora, del 80%, ni las secuelas que ello ocasiona en el bolsillo del común. Era "necesario" incluir la ineludible dosis de cinismo revolucionario para darle "contenido social" a la resolución justiciera. Refería el Viceministro que 8,6 millardos de dólares otorgados en el 2013 tuvieron un "uso atípico". ¿Quiénes son los corresponsables de esa dicotomía? La cifra otorgada en 2013 a viajeros que le dieron "uso típico" apenas alcanza a 1,3 millardos de dólares. ¿No cree el Ministro que deben ser investigadas las empresas de maletín denunciadas por Giordani que defraudaron más de 23.000 millardos? ¿Y el maletín de los Kirchner entre otros?
Más allá de cualquier medida financiera tendiente a destrabar el estado ruinoso de la economía del país, se revela la animosidad del gobierno contra la clase media, y no tan media, que viaja al Estado de Florida (EEUU) buscando ventajas turísticas y, por qué no, aventajarse con la adquisición de mercaderías de mediana calidad inaccesibles en los comercios del país. La resolución debió titularse como "inquina contra algunos. Los parámetros que las agencias de turismo ponderan a nivel mundial para fijar sus costos y tarifas al viajante se fundamentan en millas a recorrer y calidad del hospedaje en lo que se refiere a servicios y seguridad.
Pero esos parámetros son impropios en una revolución. El gobierno del pueblo ha resuelto que a los viajeros de rutas con menor recorrido y sitios con dudosos servicios turísticos como Guyana, Honduras, Surinam, Cuba, Dominicana, Ecuador, Nicaragua, entre otros, se les asigne 2.500 dólares por persona. Así pues los usuarios tentados a comer el fruto del pecado que se cultiva en el imperio, merecen ser castigados: sólo 700 dólares. "Hágase y publíquese".
Pero el problema de fondo es otro. La crisis económica y social se amplía mientras la "alta coyuntura" insiste en disfrazar los conflictos a la vista de todos. El régimen busca acallarnos cuando las circunstancias exigen de nuestra conciencia responsable. Entretanto sigue inventando culpables. La escasez se debe al acopio de inventarios por comerciantes corruptos y las compras nerviosas de "inconscientes" amas de casa. La carestía, a la especulación de las comercializadoras. La inseguridad, a la desigualdad social. Las repetidas mortandades en cárceles, a herencias del pasado. La falta de divisas, a los detractores de Cadivi. La desaparición de cemento, cabillas, porcelana, al contrabando hacia Colombia, etc.
Al gobierno se le va el tiempo inventando coartadas mientras afina los instrumentos de populismo aderezados con represión "cuando es necesario". Nicolás y su equipo no están en condiciones materiales ni intelectuales para marcar metas que trasciendan los remiendos del marxismo mediante el prototipo Frankenstein ensamblado en Cuba. Nicolás no hace otra cosa porque no sabe conducirse en reciprocidad con las metas del desarrollo mundial. Está entrampado con las señas que, según él, brotan del Cuartel de la Montaña.
La sociedad venezolana no puede seguir distrayéndose con los síntomas aislados. No es sólo la configuración falseada del medio, ni la sobrevaloración de ciertos grupos, ni del frecuente perjuicio social, ni el carácter preservativo que pretende instaurar el régimen, ni la anarquía de los motorizados, sino el malestar general que todo este conjunto ocasiona y la real amenaza que constituye la acumulación y combinación de esos factores.
Por otra parte, una república sin prensa libre será otra cosa pero no una democracia. El régimen lo sabe y de allí que se haya posesionado de casi todas las señales de TV. Ahora le toca constreñir a los rotativos autónomos. Con la suspensión de divisas para adquirir papel periódico se pretende amansar la noticia. De esa manera el gobierno tendrá el monopolio de la producción masiva de la desorientación. ¿Duda alguien hacia dónde va el país?
Más allá de cualquier medida financiera tendiente a destrabar el estado ruinoso de la economía del país, se revela la animosidad del gobierno contra la clase media, y no tan media, que viaja al Estado de Florida (EEUU) buscando ventajas turísticas y, por qué no, aventajarse con la adquisición de mercaderías de mediana calidad inaccesibles en los comercios del país. La resolución debió titularse como "inquina contra algunos. Los parámetros que las agencias de turismo ponderan a nivel mundial para fijar sus costos y tarifas al viajante se fundamentan en millas a recorrer y calidad del hospedaje en lo que se refiere a servicios y seguridad.
Pero esos parámetros son impropios en una revolución. El gobierno del pueblo ha resuelto que a los viajeros de rutas con menor recorrido y sitios con dudosos servicios turísticos como Guyana, Honduras, Surinam, Cuba, Dominicana, Ecuador, Nicaragua, entre otros, se les asigne 2.500 dólares por persona. Así pues los usuarios tentados a comer el fruto del pecado que se cultiva en el imperio, merecen ser castigados: sólo 700 dólares. "Hágase y publíquese".
Pero el problema de fondo es otro. La crisis económica y social se amplía mientras la "alta coyuntura" insiste en disfrazar los conflictos a la vista de todos. El régimen busca acallarnos cuando las circunstancias exigen de nuestra conciencia responsable. Entretanto sigue inventando culpables. La escasez se debe al acopio de inventarios por comerciantes corruptos y las compras nerviosas de "inconscientes" amas de casa. La carestía, a la especulación de las comercializadoras. La inseguridad, a la desigualdad social. Las repetidas mortandades en cárceles, a herencias del pasado. La falta de divisas, a los detractores de Cadivi. La desaparición de cemento, cabillas, porcelana, al contrabando hacia Colombia, etc.
Al gobierno se le va el tiempo inventando coartadas mientras afina los instrumentos de populismo aderezados con represión "cuando es necesario". Nicolás y su equipo no están en condiciones materiales ni intelectuales para marcar metas que trasciendan los remiendos del marxismo mediante el prototipo Frankenstein ensamblado en Cuba. Nicolás no hace otra cosa porque no sabe conducirse en reciprocidad con las metas del desarrollo mundial. Está entrampado con las señas que, según él, brotan del Cuartel de la Montaña.
La sociedad venezolana no puede seguir distrayéndose con los síntomas aislados. No es sólo la configuración falseada del medio, ni la sobrevaloración de ciertos grupos, ni del frecuente perjuicio social, ni el carácter preservativo que pretende instaurar el régimen, ni la anarquía de los motorizados, sino el malestar general que todo este conjunto ocasiona y la real amenaza que constituye la acumulación y combinación de esos factores.
Por otra parte, una república sin prensa libre será otra cosa pero no una democracia. El régimen lo sabe y de allí que se haya posesionado de casi todas las señales de TV. Ahora le toca constreñir a los rotativos autónomos. Con la suspensión de divisas para adquirir papel periódico se pretende amansar la noticia. De esa manera el gobierno tendrá el monopolio de la producción masiva de la desorientación. ¿Duda alguien hacia dónde va el país?
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