Eduardo Fernández
Leer a Jorge Luis Borges es una maravilla. Hoy quiero compartir con ustedes algunos párrafos que me parecieron oportunos para el momento que vivimos los venezolanos.
Dice el maestro: “Las dictaduras
fomentan la opresión, el servilismo, la crueldad; más abominable es que
fomentan la idiotez. Botones que balbucean imperativos, efigies de caudillos,
vivas y mueras prefijadas, muros exornados de nombres, ceremonias unánimes, la
nueva disciplina usurpando la lucidez… Combatir esas tristes monotonías es uno
de los muchos deberes del escritor”.
Y más adelante, agrega: “La verdad es
que yo trataba de pensar lo menos posible en política. Sin embargo, de igual
manera que una persona que tiene dolor de muelas piensa en ese dolor
inmediatamente que se despierta, así yo pensaba todas las mañanas. ¡Ese hombre,
de cuyo nombre no quiero acordarme, está en la Casa Rosada! Y yo sentía
tristeza y, de algún modo, sentía también remordimiento, porque pensaba que el
hecho de no hacer nada o de hacer muy poco… ¿Qué podía hacer yo?: mencionarlo
en las conferencias que yo daba, siempre con espíritu crítico (yo no podía
hacer otra cosa, yo no me sentía capaz de hacer otra cosa) (…) Todo eso me
entristecía”.
Borges publicó una vigorosa condena
del peronismo en la revista Sur. Condenaba dos aspectos, uno de índole criminal
que consistía en cárceles, torturas, robos, etc., y también una “fachada
teatral”, “hecha de verdades y fábulas para consumo de patanes”. Ni siquiera
los partidarios de Perón creían en un teatro tan burdamente sentimental, y sin
embargo ninguno de ellos lo rechazó, porque el propósito auténtico de esas
“ficciones ambiguas”, la propaganda, las consignas y los gustos, era ocultar
“sórdidas y atroces realidades” del gobierno de Perón. El público había entrado
en una “voluntaria suspensión de la incredulidad” porque nadie había tenido el
coraje de denunciar la corrupción que estaba en el centro mismo del sistema.
Finalmente, decía Borges: “Mucha
gente es partidaria de las dictaduras porque les evita el trabajo de pensar por
su cuenta. Le dan todo hecho. Hay, incluso, oficinas estatales que los proveen
de opiniones, de consignas, de ‘Slogans’ y hasta de ídolos a quienes levantar o
abatir, según los vientos que soplen y de acuerdo con los directivos de las
cabezas pensantes del partido único”.
Seguiremos conversando.
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