LUIS VICENTE LEÓN
| EL UNIVERSAL
domingo 25 de enero de 2015 12:00 AM
El taxi me esperaba a las 4 de
la mañana para agarrar el vuelo madrugador, intentando minimizar el
tiempo de espera en el aeropuerto, la mayoría de las veces sin aire, sin
luz y sin contemplación.
Luego de saludar al conductor, mi intención era dormir todo el trayecto para compensar el madrugonazo. Pero qué va, todo el mundo en Caracas quiere expresarse y drenar su frustración, no importa en qué lugar, momento, condición o interlocutor. Lo van a hacer sin preguntarte si tú quieres oírlos. Se trata de un proceso de drenaje incontenible, de manera que adiós camarón, bienvenida la pregunta: ¿cómo ve la cosa?. Pero lo interesante es que la pregunta es irrelevante porque tan pronto hacen la pregunta, lanzan también su propia respuesta, que dura todo el resto del recorrido.
"Esto no lo aguanta nadie", decía el taxista enfurecido. "Los precios no paran de subir y ya no alcanzan los reales para nada. Y si consideras las cosas que sólo se consiguen con los buhoneros, es aún mucho peor. Las colas por toda la ciudad son impresionantes y la gente, harta, se siente que le ven la cara de gafos cuando un funcionario le dice que hacer cola es tan normal como comer "raspao". Las calles están destruidas y uno tiene que estar súper mosca, porque si se te daña un caucho, no sólo te costará un ojo de la cara, sino que es una odisea conseguirlo. Un choque es una maldición, porque puedes pasar meses antes de que un taller pueda conseguir los repuestos para reparar el carro. Y te libre Dios de que se te dañe la batería, porque es simplemente una catástrofe conseguirla. Y si del aire acondicionado se trata, prepárate a la estrategia de guerra de adaptarle a tu carro, en el vidrio trasero, el viejo aparato Carrier que viste toda tu vida en la ventana del cuarto de tu abuelita en Cúa. Y hablando de la abuelita, que Dios la tenga en su gloria después de la cantidad de veces que la pobre tuvo que ruletear por todos los centros de salud para que la atendieran; uno ya no puede ni enfermarse en Venezuela. Los hospitales dan vergüenza. Puedes pasar meses esperando un cupo para una operación y cuando por fin te toca el turno, te piden que traigas el material quirúrgico, los medicamentos y hasta los centros de cama. El detallito no es solamente lo que cuestan, sino que no hay. Y si crees que por aquello de tener un seguro médico estás salvado porque te puedes ir a una clínica privada, estás más pelado que rodilla de chivo. A mi esposa, que trabaja en una empresa con HCM, le tocó esperar tres días en la emergencia para que le dieran un cuarto los CDM. Tuvo que comprarle ella misma la prótesis de rodilla al médico que la iba a operar (las trae en su maleta personal desde el Imperio, porque todavía en esa zona industrial de Guatire, donde tampoco producen harina de maíz las plantas iraníes, no han podido dar con la receta para prótesis de titanio (y como ahora dicen que si necesitas algo que no se produce en el país te lo compres con tus propios dólares). No había material para los exámenes de laboratorio. Le fueron entregando por partes los resultados de un perfil 20. Todavía ayer le llegó la última prueba cuando ya hasta bailó flamenco el 31. El médico tuvo que trabajar como en guerra. Lo máximo que le pudieron hacer fue una radiografía, porque el tomógrafo estaba arrumado porque no hay repuestos. ¿Usted cree que hay derecho a que tengamos que vivir así?".
Sinceramente no lo creo, pero ya habíamos llegado al aeropuerto y tenía que correr a chequear. Por cierto, esa mañana me tiraron directo a la puerta 5 (el agujero negro) y llegué a Maracaibo 7 horas después. Y el que me venga a decir que esa espera es buena porque te da tiempo de leerte El Conde de Montecristo... le cae.
luisvicenteleon@gmail.com
@luisvicenteleon
Luego de saludar al conductor, mi intención era dormir todo el trayecto para compensar el madrugonazo. Pero qué va, todo el mundo en Caracas quiere expresarse y drenar su frustración, no importa en qué lugar, momento, condición o interlocutor. Lo van a hacer sin preguntarte si tú quieres oírlos. Se trata de un proceso de drenaje incontenible, de manera que adiós camarón, bienvenida la pregunta: ¿cómo ve la cosa?. Pero lo interesante es que la pregunta es irrelevante porque tan pronto hacen la pregunta, lanzan también su propia respuesta, que dura todo el resto del recorrido.
"Esto no lo aguanta nadie", decía el taxista enfurecido. "Los precios no paran de subir y ya no alcanzan los reales para nada. Y si consideras las cosas que sólo se consiguen con los buhoneros, es aún mucho peor. Las colas por toda la ciudad son impresionantes y la gente, harta, se siente que le ven la cara de gafos cuando un funcionario le dice que hacer cola es tan normal como comer "raspao". Las calles están destruidas y uno tiene que estar súper mosca, porque si se te daña un caucho, no sólo te costará un ojo de la cara, sino que es una odisea conseguirlo. Un choque es una maldición, porque puedes pasar meses antes de que un taller pueda conseguir los repuestos para reparar el carro. Y te libre Dios de que se te dañe la batería, porque es simplemente una catástrofe conseguirla. Y si del aire acondicionado se trata, prepárate a la estrategia de guerra de adaptarle a tu carro, en el vidrio trasero, el viejo aparato Carrier que viste toda tu vida en la ventana del cuarto de tu abuelita en Cúa. Y hablando de la abuelita, que Dios la tenga en su gloria después de la cantidad de veces que la pobre tuvo que ruletear por todos los centros de salud para que la atendieran; uno ya no puede ni enfermarse en Venezuela. Los hospitales dan vergüenza. Puedes pasar meses esperando un cupo para una operación y cuando por fin te toca el turno, te piden que traigas el material quirúrgico, los medicamentos y hasta los centros de cama. El detallito no es solamente lo que cuestan, sino que no hay. Y si crees que por aquello de tener un seguro médico estás salvado porque te puedes ir a una clínica privada, estás más pelado que rodilla de chivo. A mi esposa, que trabaja en una empresa con HCM, le tocó esperar tres días en la emergencia para que le dieran un cuarto los CDM. Tuvo que comprarle ella misma la prótesis de rodilla al médico que la iba a operar (las trae en su maleta personal desde el Imperio, porque todavía en esa zona industrial de Guatire, donde tampoco producen harina de maíz las plantas iraníes, no han podido dar con la receta para prótesis de titanio (y como ahora dicen que si necesitas algo que no se produce en el país te lo compres con tus propios dólares). No había material para los exámenes de laboratorio. Le fueron entregando por partes los resultados de un perfil 20. Todavía ayer le llegó la última prueba cuando ya hasta bailó flamenco el 31. El médico tuvo que trabajar como en guerra. Lo máximo que le pudieron hacer fue una radiografía, porque el tomógrafo estaba arrumado porque no hay repuestos. ¿Usted cree que hay derecho a que tengamos que vivir así?".
Sinceramente no lo creo, pero ya habíamos llegado al aeropuerto y tenía que correr a chequear. Por cierto, esa mañana me tiraron directo a la puerta 5 (el agujero negro) y llegué a Maracaibo 7 horas después. Y el que me venga a decir que esa espera es buena porque te da tiempo de leerte El Conde de Montecristo... le cae.
luisvicenteleon@gmail.com
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