LUIS
UGALDE
La gente
no pasa de largo frente al papa Francisco. Sin ser estrella de cine, ni máximo
goleador, despierta entusiasmos. También rechazos. No es visto como el jefe de
una iglesia que solo interesa a quienes están encerrados en las cuatro paredes
de su templo, porque Jesús revela la condición humana sin fronteras y el papa
nos acerca a Jesús.
Quisiera
expresar en dos cuartillas lo que considero la clave humano-divina de este
fenómeno en un mundo que no se resigna a su mutilación en la exitosa cultura de
individualismo, posesivo y hedonista. Hay tres elementos básicos
complementarios que, en cierto modo, se contraponen pero se necesitan y son
constitutivos de la condición humana en sociedad; siempre en búsqueda, pues no
hay, ni habrá, equilibrio estable, ni felicidad definitiva, ni paraíso
terrenal, ni granja humana perfectamente organizada:
1- Una
economía con eficacia productiva y distributiva basada en el desempeño
diferenciado y en la productividad de cada uno. En el último cuarto de
milenio se le ha llamado “capitalismo”. La Iglesia reconoce y defiende el valor
de este dinamismo económico, aunque no le gusta mucho el término, pues una
parte de la realidad productiva (capital) se lleva el nombre (no solo el
nombre) del todo: el trabajo y la creatividad de la empresa y de la sociedad,
que es más que el capital. Pero con todos los matices y críticas, este
“capitalismo” diferenciador es la única economía exitosa y no se ve otra, ni en
China, ni en Rusia; pero sus valiosos éxitos generan diferencias, dividen y
también excluyen.
2- Sociedad
solidaria con pacto social, igualador en cuanto a
derechos, deberes y oportunidades básicas dentro de un marco de bien común.
Sentido humano solidario expresado en las constituciones, leyes e instituciones
en las que circulan los deberes y derechos mutuamente reconocidos y los bienes
sociales solidariamente construidos. En las sociedades de economía capitalista
avanzada casi la mitad de lo que produce cada uno va al presupuesto común.
Marco social común y público necesario para salvar la sobrevivencia y la paz e
imprescindible para el éxito de cada empresa y vida humana.
Con solo
la economía capitalista, sin el complemento de la sociedad solidaria (la
sociedad es mucho más rica que su economía), las sociedades terminan en
exclusión, discriminación y pobreza; en definitiva, en guerra interna e
internacional, como ocurrió con las dos guerras y regímenes totalitarios en el
primer tercio del siglo XX, con una terrible destrucción en el mundo
capitalista avanzado.
3- En
tercer lugar, la condición humana social requiere en el interior de cada
uno el oxígeno espiritual del amor, que actúa constructivamente y
da sentido trascendente y vida humana a todo.
Cada uno
de estos tres pilares de la condición humana en sociedad tiende a la
absolutización de sus medios. Jesús de Nazaret –rostro humano del radical amor
de Dios– enfrenta esas absolutizaciones que esclavizan a los humanos:
A- “Nadie
puede servir a dos señores, a Dios y al dinero”. Si endiosa al dinero
mata al hombre, niega a Dios-amor y nos convierte en lobos.
B- “Los
poderosos de este mundo dominan y esclavizan” a su gente y la
convierten en instrumentos y objetos de su poder endiosado. “No ha de ser
así entre ustedes”, sino que el amor mutuo convierta el poder en instrumento de
servicio y el dinero en medio de vida.
C- “No
es el hombre para el sábado, sino el sábado para el hombre”. La
religión del Dios-amor nos afirma gratuitamente y nos lleva a darnos vida
mutuamente en un “nosotros”, siempre en construcción. “Nadie tiene más amor que
quien da la vida por otro” y la puerta de la felicidad se abre hacia fuera,
saliendo hacia el “nosotros”. Pero así como el dinero y el poder político
tienden a convertirse en dioses, también la religión del amor se desvirtúa y de
liberadora se convierte en opresora, cuando sacraliza instrumentos y cuando las
personas que la administran, dejando de ser servidores, se convierten en
opresores que imponen cargas pesadas en nombre de Dios.
Jesús
reconocía la autoridad civil, el valor de los bienes y el sentido del templo y
de la ley religiosa. Pero afirmaba de tal manera al ser humano (aun el que
parecía tener menos atributos, como el leproso, el pobre y el pecador) que fue
rechazado por los señores autodivinizados en las tres dimensiones. En el
conflicto él dio su vida y dándola por amor fue constituido por el Padre como
el Cristo Salvador, pues el amor es más fuerte que la muerte y la sobrevive.
Si el
papa no defendiera y comunicara esto, no sería cristiano. Es lo que hace
Francisco con una fuerza espiritual fresca y renovada. Al proclamar y seguir a
Jesús despierta (no solo en los católicos) enorme entusiasmo y esperanza
liberadora. Pero al mismo tiempo parece inevitable la irritación y el rechazo
de quienes se sienten dueños de los bienes de la tierra, de los poderes de
dominio y de las mediaciones religiosas impuestas con pretensiones absolutas.
Llama la
atención que personas bien formadas e inteligentes, a estas alturas de la vida
piensen que el papa es comunista, anarquista o iconoclasta irreverente por el
hecho de afirmar al pobre por encima de la dinámica del capitalismo financiero,
del poder de los ejércitos y de aquellos aspectos mundanos del mundo clerical y
de la Curia Romana, que alejan de Jesús de Nazaret. El peligro actual de
América Latina no es el comunismo, sino el manejo inhumano del poder y del
capitalismo con lo que se empuja a grandes sectores de la población desesperada
a dar apoyo a dictaduras populistas y fascistas.
Creo que no hay más economía que
la capitalista, pero esta requiere controlar sus propios demonios y elevar sus
virtualidades positivas para beneficiar a todos en una democracia social.
Siempre gobierna una minoría, pero ningún gobierno dura cuando solo representa
los intereses de su clase, pequeño sector o partido; tienen éxito duradero
cuando interpretan y asumen las necesidades del conjunto y sirven al bien
común. Hace un cuarto de siglo Venezuela se embarcó en esta funesta aventura
porque sus representantes de entonces se deslegitimaron. Hoy tenemos una
minoría dictatorial que se enriquece a costa de la miseria de la mayoría y de
la falta de libertad y dignidad humana. No puede durar este régimen
deslegitimado. Contra él no conspira el imperio, sino la ineptitud y corrupción
del gobierno, que siembran hambre y violencia.
Vía
El Nacional
Que pasa Margarita
No comments:
Post a Comment