Oswaldo Álvarez Paz
Las recientes declaraciones del
fiscal del Ministerio Público Franklin Nieves, relativas a su actuación grave y
penosa en el juicio contra Leopoldo López, estremecieron la sensibilidad de una
nación que pareciera inmunizada con relación a los vicios del régimen
gobernante. La declaración no excluye su responsabilidad con relación a lo
sucedido y a lo que puede venir, pero son un importante llamado de atención que
refleja una situación real que mantiene en prisión o privados de sus más
elementales derechos a una gran cantidad de venezolanos. Todos, sin excepción,
presos políticos, exilados, restringidos en sus derechos constitucionales por
razones políticas, tienen que ser liberados plenamente. Cada caso tiene su
historia, pero todas ellas unidas por los mismos factores inaceptables en
cualquier democracia que se respete a sí misma. Por supuesto, no es el caso de
la Venezuela actual.
Lo que vivimos confirma el dicho
de que no hay secretos eternos. Todo se sabe, más temprano que tarde en este
caso, aunque llevemos cerca de diecisiete años en esta rumba donde el disimulo
y la mentira marcan la pauta.
La dupla mayor, Maduro-Cabello,
se está equivocando de plano. No entienden, o no quieren entender, el rechazo
generalizado a cada una de sus múltiples presentaciones. No les llega el clamor
de un pueblo harto, hastiado, de tanta infamia y corruptelas a granel. El
control casi total que tienen de los medios de comunicación social se convierte
en el peor enemigo del alto gobierno civil y militar. Todos los disparates quedan
registrados y repetidos hasta el infinito. El ciudadano común sufre y espera.
La mayor decepción y el mayor resentimiento no están en los tradicionales
sectores de la oposición democrática. En este campo no se espera nada nuevo o
distinto. Está en el mundo del chavismo ingenuo, del ciudadano común que puso
sueños y esperanza de un mejor vivir, hoy golpeado por la realidad de la mayor
traición que pueda haberse hecho a pueblo alguno de este continente.
La justicia es como el trapiche
de Dios, tardía pero segura. Del oficialismo solo escuchamos más y mayores
disparates. Se trata de un empeño por perfeccionar la tragedia. Más de lo
mismo, pero peor. No hay rectificaciones indispensables, ni propósito de
enmienda. En lo económico, social, político y militar cuanto se anuncia es una
especie de masoquismo que perfecciona los errores cometidos sin tratar de
corregirlos.
No hay forma legal o legítima que
pueda favorecer al régimen frente al 6-D. La rabia supera ampliamente el miedo
y el temor que pretenden sembrar. Ese día daremos el primer gran paso hacia el
cambio integral que Venezuela necesita.
Vía El
Nacional
Que pasa Margarita
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