Saturday, December 26, 2015

El legado petrolero de mi generación

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Gustavo Coronel




No por tener un talento especial César Cui se convirtió en albacea de aquel extraordinario grupo musical Ruso llamado “Moguchaya Kuchka”, el Gran Grupito. De sus integrantes: Musorgsky, Rimsky Korsakov, Borodin, Balakirev y él, era quizás el de menor talento musical pero, al fallecer sus compañeros, se propuso divulgar sus logros. Así lo dijo: “Soy el último del grupo y deseo ser el albacea de lo que se ha llamado la Nueva Escuela Musical”.
Aunque no soy el último del grupo - hay otros quienes están muy activos -  me atrevo a tomarme la atribución de ser uno de los albaceas del testamento que mi generación de petroleros ha dejado al país, un testamento cuyos componentes pocos venezolanos realmente conocen, poco estudiado, frecuentemente incomprendido por nuestros líderes y no pocas veces estigmatizado pero, en última instancia, eminentemente válido cuando lo juzgamos en base a la historia de los últimos 50 años.  
Mi generación petrolera es esa que tuvo su mayor actividad e influencia en la industria petrolera venezolana en las décadas de 1950 a 1980. Casi todos sus principales actores han fallecido: Guillermo Rodríguez Eraso, Alberto Quirós Corradi, Ernesto Sugar, Jack Tarbes, Carlos Castillo, Samuel Wilhem, Julio César Arreaza, Alirio Bellizia, Arévalo Guzmán Reyes, Efraín Barberii, Juan Chacín, Gustavo Aristeguieta, José Rafael Domínguez, Rubén Caro, Luis Plaz Bruzual, José Martorano, Humberto Peñaloza, Pancho Moreno Pancho Gutiérrez y tantos otros. Algunos se fueron prematuramente como Jorge Zemella, Julio Trinkunas y Claus Graf.  Ilustres venezolanos no petroleros hicieron notables aportes a la industria petrolera de esas décadas: Rafael Alfonzo Ravard, Julio Sosa Rodríguez, Andrés Aguilar, Valentín Hernández, entre otros.  Hay algunos notables actores afortunadamente vivos, tales como Pablo Reimpell, Ramón Cornieles, Rafael Pardo Ponte, Arnaldo Salazar, Juan Roger,  Alirio Parra, Aníbal Martínez, Marcos Marín Marcano, Odoardo León Ponte, Alfredo Gruber, Carlos Rengifo, Roberto Mandini, Frank Alcock, Lindolfo León, Alberto Barnola y jóvenes como Arnold Volkenborn, Simón Antúnez y Hans Krause, entre muchos otros de gran calidad profesional y humana. Todavía después de nosotros llegó una excelente generación de profesionales igualmente valiosos, quienes están aún en condiciones de retomar los hilos de la actividad petrolera cuando vengan mejores tiempos.     
Mi generación de petroleros estuvo integrada por  centenares de profesionales venezolanos de calidad y mística, muchos de quienes están hoy vivos y atentos a lo que sucede en la industria petrolera. Algunos se reúnen en Maracaibo todas las semanas, incluyendo a mi querido Diógenes Madrid, en sus vigorosos 90 años y sus colegas del cafecito semanal. Son demasiados para nombrarlos pero todos contribuyeron a consolidar una industria petrolera que fue orgullo de Venezuela por mucho tiempo.
Esta generación tuvo sus dudas sobre la sostenibilidad de una industria petrolera en manos del Estado y tendría posteriormente la tristeza de verla convertida en un horror, pero -  en el momento en el cual el país decidió hacerlo – respetó la decisión y  puso su mayor empeño en que fuese bien hecha, logrando mantenerla en buena forma por algunos años, antes de que el comején político, tan ambicioso como corrupto, hiciera presa en ella.   
En todo caso, lo importante es establecer, una vez más, los componentes fundamentales de ese testamento que nos dejó esta generación.  Lo haremos a título enunciativo, ya que discutirlos en detalle será tarea para futuras entregas. Me he tomado algunas libertades pero creo interpretar en gran medida lo que mi generación pensaba que debía hacerse en el sector petrolero.
1.      La industria petrolera venezolana es una actividad de naturaleza internacional, de carácter comercial, diseñada para proporcionar a la Nación óptimos ingresos, a fin de que el Estado administre esos ingresos en pro del bienestar y de la prosperidad de todos los venezolanos
2.       La industria petrolera venezolana no es una religión, es un negocio muy importante y debe ser manejado sin rigideces ideológicas o patrioteras
3.      La industria petrolera venezolana debe llevar a cabo sus actividades medulares de explorar, producir, refinar, transportar y comercializar petróleo, gas y sus derivados, sin mezclar esta actividad con ninguna otra que no sean  las arriba nombradas. Debe ser socialmente responsable pero no debe convertirse jamás en una empresa dedicada a la actividad social, lo cual es tan absurdo como pretender que el ministerio de la Salud se dedique a producir petróleo
4.      La industria petrolera venezolana debe estar manejada por gerentes profesionales, apolíticos, bien remunerados, quienes tengan el éxito operacional de la empresa como primera prioridad
5.       La gerencia de la industria petrolera venezolana debe ser meritocrática, honesta, y debe ser evaluada cada año en base a sus logros
6.      La industria petrolera venezolana debe estar al servicio de la Nación, no del gobierno
7.      La industria petrolera venezolana debe seleccionar el modelo de gerencia y administración que mejor le convenga a la Nación. Este modelo debe asegurar el control por la Nación pero no requiere propiedad accionaria absoluta de las empresas que puedan estar activas en esa industria. Lo realmente importante es que la Nación se asegure de que el comportamiento de la industria se lleva a cabo en línea con los intereses de la Nación
8.      En línea con lo arriba expresado la industria petrolera venezolana debe permitir la más amplia participación del capital privado nacional e internacional y evitar una híper-estatización que ha llegado a ser dañina a los intereses verdaderos de la Nación, favoreciendo indebidamente a los gobiernos de turno, los cuales se la han adueñado del ingreso petrolero para el beneficio de sectores de la población, no para toda la población
9.      El petróleo venezolano no se regala ni se utiliza para consolidar regímenes en el poder, cualquiera sea su tendencia ideológica. No se cambia por pantalones, ni yuca ni caraotas negras. No se utiliza para afianzar ideologías políticas en la región latinoamericana ni para beneficiar a regímenes de cualquiera región del planeta. Se utiliza única y exclusivamente para el beneficio de la nación
10.   La Faja del Orinoco debe ser desarrollada por empresas de reconocida competencia tecnológica, sin permitir que sea utilizada como herramienta geopolítica prisionera de ideologías de cualquier tipo. Esta utilización la llevaría al fracaso
11.   El gas natural debe ser objeto de la más alta prioridad, en especial los yacimientos no asociados con el petróleo que puedan ser utilizados para el mercado doméstico y para la exportación  
12.   La industria petrolera venezolana debe operar dentro de un ambiente de total transparencia, llevando a cabo sus actividades en base a licitaciones verificables y abiertas, con exclusión de la práctica de contratación a dedo, dado a amigos y familiares de los gerentes o funcionarios del régimen
13.   La industria petrolera venezolana debe ser investigable e investigada por los representantes del pueblo. Los gerentes y contratistas incursos en corrupción deben ir a prisión y sus bienes confiscados por la Nación. El buen nombre nacional e internacional de la industria petrolera venezolana deberá ser restituida por la acción de la justicia
14.   El modelo de gerencia de la industria petrolera venezolana deberá estar estructurado con miras a los mejores intereses de la Nación, no en base a los intereses del gobierno de turno. No debemos ser engañados por prédicas patrioteras de quienes desean controlar la industria para su beneficio


Pronto el país estará en necesidad de debatir este legado de mi generación. Quienes aún podamos hacerlo estaremos dispuestos a ir a ese debate, honrando la memoria de quienes ya no están con nosotros.   

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