Les advierto, para eliminar resistencias a escucharme, que no soy de los que te ven a ti, María Corina, como detenida en la derecha, dándole sentido derogatorio a esa palabra; así como no creo que tú, Antonio, actúes siguiendo la estela de la vieja política del partido del pueblo. Creo más bien que, al igual que muchos de los dirigentes que se han expuesto y luchado a favor de la recuperación de la democracia, ustedes participan de una nueva forma de hacer política que, tal como ya despuntan las cosas en Europa, reivindica el centro dejando atrás los populismos que ignoran las nuevas exigencias de la democracia.
Comienzo diciéndoles que soy un apasionado partidario de participar en las elecciones chimbas convocadas por el dictador y es desde esa posición que escribo estas líneas. Y las califico de chimbas usando el modismo venezolano, porque, al igual que todo aquel que tenga un mínimo apego a las reglas democráticas, sé que son ilegales y que están fuera de la Constitución vigente. Pero, sin dejar de pensar eso, sostengo sin embargo que el régimen, al convocarlas, convencidos sus dirigentes de que enfrentan a una oposición débil a la cual además pueden apabullar poniéndole todos los obstáculos –requisitos, inhabilitaciones, manipulaciones, descalificaciones– y sosteniendo a un CNE parcializado y manipulador, ha dado, sin embargo, un paso en falso de gran calibre, porque nos abre a los opositores una ventana inesperada para expresarnos ante lo que, fieles al asesoramiento cubano, ellos piensan que es un electorado cautivo que presionado por carnets de la patria, consejos comunales, bandas paramilitares y simple necesidad de comer, votará por ellos. Y más bien lo que han hecho es poner a nuestra disposición un escenario en el que podremos demostrarles –si votamos masivamente– que no solo el pueblo no está con ellos, sino que los rechaza y quiere otro camino para Venezuela. Objetivo que nos obliga a realizar una campaña necesarísima para que el pueblo que sufre entienda definitivamente que está siendo chantajeado con el hambre de un modo que pone al régimen venezolano casi en el rango de genocida. Y que debe votar contra la dictadura precisamente para ganar el derecho de no vivir de la dependencia que lleva a la miseria.De lo que se trata, pues, en estas elecciones, así como se trató cuando votaron 7 millones de venezolanos convocados por la oposición a un referéndum que tampoco era legal, es de enfrentar democráticamente al dictador y a la vez decirle al mundo, con mucha mayor fuerza, que la gran mayoría del pueblo venezolano quiere otro camino para este país que sufre y ha sido protagonista de la más extrema diáspora de la historia latinoamericana. Y convencido, como están convencidos muchos, de que la dificultad se nos ha convertido en oportunidad, les pido que no prediquen el abstencionismo, caso de que lo hayan hecho. Es más, que se sumen activamente a pedir participación.
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