No es una guerra contra otros países, es una confrontación interna. En efecto, el régimen considera como enemigo interno a todo aquel que se resiste aceptar su política cuyo objetivo fundamental es perpetuarse en el poder.
Chávez llegó con aspiraciones de quedarse para siempre; lo mismo Nicolás Maduro, para ellos y sus mentores, esto es tierra conquistada.
El modelo que representa el socialismo del siglo XXI establece la manera de controlar la sociedad, no es el convencional, ese que está regido por el principio de la separación de poderes, donde debería prevalecer la independencia plena entre Ejecutivo, Legislativo y Judicial para que de esa manera se garanticen las libertades ciudadanas. No, amigos, aquí hay un solo poder, que lo encarna “la revolución” y, entiéndase bien: la voluntad de la revolución se expresa a través de su ventrílocuo llamado Nicolás Maduro.
En las guerras se destruye al enemigo.
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