AXEL CAPRILES M.| EL UNIVERSAL
jueves 15 de agosto de 2013 12:00 AM
Una de las particularidades de la corrupción chavista, a diferencia de la corrupción adeca o copeyana, es la juventud de los actores que participan en el masivo saqueo del Estado. En contraste con los 12 apóstoles de Carlos Andrés Pérez o los canosos directivos de la CVF o la CVG, los nuevos beneficiarios de la prodigalidad revolucionaria son predominantemente jóvenes entre 25 y 35 años. En el pasado, la corrupción exigía cierta madurez y los nuevos ricos compraban sus yates de gran eslora cuando ya mostraban algunas canas. Hoy, en cambio, las botellas de champagne, los aviones y los barcos se multiplican en manos de jóvenes dispuestos a rumbear en serio. Al parecer, los dirigentes de la revolución de los menesterosos decidieron escoger como testaferros y socios a personas de corta edad para romper totalmente con el pasado, para cautivar a seres sin memoria con el destello del buen vivir.
La riqueza fácil es hoy la mayor tentación bolivariana. El virus parece ser infeccioso. Son pocos los jóvenes que aspiran a completar estudios de quinto nivel. ¿Para qué?, le dicen a uno. Perderían sus años más útiles para hacer dinero y consolidar rápidamente una fortuna. Mañana será tarde. La tentación es eficaz y difícil de vencer. Los contratos de Pdvsa o el Sitme permitieron amasar en pocos años riquezas que en el pasado eran impensables, sumas astronómicas nunca antes vistas en la historia de la corrupción. ¿Cómo decirle a un joven bachiller que estudie 5 años de pregrado, 2 de maestría, 2 de doctorado y 2 de postdoctorado, cuando ve a amigos y conocidos incultos invitando a las más bellas modelos a pasar el día en Los Roques con sus jets privados? No necesitas completar la secundaria para llegar a la más alta magistratura. Se ha generalizado la opinión de que en este país no vale la pena esforzarse o estudiar y que hasta puede ser contraproducente. La revolución repite un mal endémico. ¿Quién renuncia a enriquecerse a corto plazo en un país concebido como caudal para ser saqueado?
La riqueza fácil es hoy la mayor tentación bolivariana. El virus parece ser infeccioso. Son pocos los jóvenes que aspiran a completar estudios de quinto nivel. ¿Para qué?, le dicen a uno. Perderían sus años más útiles para hacer dinero y consolidar rápidamente una fortuna. Mañana será tarde. La tentación es eficaz y difícil de vencer. Los contratos de Pdvsa o el Sitme permitieron amasar en pocos años riquezas que en el pasado eran impensables, sumas astronómicas nunca antes vistas en la historia de la corrupción. ¿Cómo decirle a un joven bachiller que estudie 5 años de pregrado, 2 de maestría, 2 de doctorado y 2 de postdoctorado, cuando ve a amigos y conocidos incultos invitando a las más bellas modelos a pasar el día en Los Roques con sus jets privados? No necesitas completar la secundaria para llegar a la más alta magistratura. Se ha generalizado la opinión de que en este país no vale la pena esforzarse o estudiar y que hasta puede ser contraproducente. La revolución repite un mal endémico. ¿Quién renuncia a enriquecerse a corto plazo en un país concebido como caudal para ser saqueado?
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