Saturday, October 12, 2013

Realidad

En: http://www.eluniversal.com/opinion/131012/realidad

GUSTAVO LINARES BENZO| EL UNIVERSAL
sábado 12 de octubre de 2013 12:00 AM
En sentencias del Tribunal Supremo venezolano, seguramente también en algún libro jurídico al uso, se invoca el "Principio de Supremacía de la Realidad", así mismo, con comillas y mayúsculas. Ante esta afirmación metafísica en una decisión judicial (metafísica en el sentido de Heiddeger, no de Conny Méndez), se abren a la mente humana caminos inexplorados. Tampoco sorprende tanto, porque cada vez que el TSJ le va a dar la razón al gobierno, es decir siempre, y el caso no está claro, o sea muchas veces, aparecen palabras muy extrañas, que no están en ley ni Constitución alguna, como hermenéutica, transversalización, o balancing (en inglés). Ya se sabe entonces que Chávez no tenía razón pero ganaba de todos modos.

¿Realidad suprema?

Hablar de la "Supremacía de la Realidad" podría ser el nombre de un curso de filosofía en la UCV o en la Bolívar. ¿Frente a qué la realidad es suprema? Sin querer hacerle la competencia a Emeterio, aunque sería maravilloso un análisis de esta jurisprudencia en sus excelentes artículos, podemos imaginar que, tratándose de una sentencia la realidad es suprema frente a la mentira, la trácala o los trucos de los abogados. Ese sentido sí que lo enseñan en la Universidad, pero se llama el problema del conocimiento privado del juez, asunto bastante complejo, o la notoriedad judicial, que es otra cosa, o aquella protección especial de los trabajadores que dice que "en las relaciones laborales prevalece la realidad sobre las formas o apariencias", expresión de un principio general muy antiguo sobre las formalidades. El enredo podría prolongarse, pero basta decir que eso de la supremacía de la realidad, así dicho, a secas, no se había oído en el Derecho hasta ahora.

En estos momentos venezolanos, oír "supremacía de la realidad" hace pensar en papel tualé y discurso del gobierno, en mantequilla y ley habilitante, en los homicidios y la teoría del capitalismo. La realidad de la escasez y de la sangre derramada es suprema frente a los espejismos de pedir leyes habilitantes o de un Cadivi anónimo con el que gobierno chavista nada tuvo que ver. La supremacía de la realidad es el contraste salvaje entre lo que dice el Sinci o como sea y declaran los ministros y lo que ocurre. Botón de muestra: la muerte de los dieciséis presos (privados de libertad es muy bonito para lo que significa en realidad) en Sabaneta no apareció en algunos periódicos oficiales del día siguiente.

Nadie puede vivir...

La supremacía de la realidad se manifiesta en que ya nadie puede vivir alquilado ni mucho menos construir casas nuevas. Chávez sabía que cuando decidió prohibir los desalojos u obligar a los constructores a ceder apartamentos para que el gobierno los alquilase (por cierto mediante ley Habilitante) más nunca nadie, ni rico ni mucho menos pobre, iba a alquilar jamás su propiedad. Ahora, quien no es damnificado de las lluvias o no está enchufado no tiene casa, ni hay quien se la alquile ni hay nuevas, las viejas cuestan un ojo. Esos son la inmensa mayoría, si se recuerda que la Gran Misión Vivienda es construir lo mismo que se construía hace veinte años, pero con toda la soberbia revolucionaria que hace fiesta de lo que antes era deber.

La supremacía de la realidad produce que sólo los héroes contratan nuevos trabajadores, pues el cóctel antiobrero de inamovilidad con inspectorías del trabajo hace imposible despedir hasta a los bandidos. No se trata de la inamovilidad nada más, sino de imposibilidad de que la autoridad del trabajo permita el despido ya no del vago arquetípico, sino del ladrón o del abusador de mujeres. Consecuencia, no se contrata a nadie nuevo, se exige el máximo de los trabajadores responsables, no siempre con el correlativo aumento salarial. Trabajar no es negocio, como dice Arturo Sosa hace ya tiempo, sino la búsqueda de la cajita feliz con el chantaje de que haga lo que se haga el despido es imposible.

Suprema es la realidad de la muerte, suprema es la realidad del asesino y la realidad del cadáver de su víctima. Fatuidad es achacarla al capitalismo, o a la cuarta república, o al imperio. Con Chávez en el liderazgo supremo, la supremacía del crimen se triplicó, de 18 a 54 homicidios por cada cien mil habitantes, mientras que en el imperio se redujo a cinco, en el capitalismo europeo a 1 y en América Latina ha bajado en todas partes salvo en Centro América, y no toda.

La realidad es suprema y tiene sus derechos. Ahora los está cobrando.

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