VÍCTOR JOSÉ LÓPEZ
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La transmisión de la reunión de ayer en Miraflores me hizo recordar la
producción del director greco americano Elia Kazan, ¡Viva Zapata!
Un film en el que Marlon Brando brilla en su interpretación del  lider
rebelde de  Anenecuilco, Morelos.
Recordé cuando Zapata fue recibido por el presidente Porfirio Díaz,
junto a un grupo de indígenas que le llevaron las quejas al dictador,
de cómo sus partidarios les arrebataban sus quejas.
Fue como ayer que los alcaldes se quejaron de cómo con gobiernos
paralelos le quitan la bvoluntad electoral al pueblo.
Porfirio les aseguró a los indios que tomaría nota de sus quejas;
pero, Zapata se rebela y exige acción ante la situación que vive el
pueblo de Anenecuilco. Porfirio Díaz mira de soslayo a quien más tarde
ha de convertirse en el símbolo de la resistencia campesina de México,
de la Revolución, del hombre que con el Genertal Francisco Villa y su
División del Norte haría la primera gran revolución popular de la
historia.
Ayer Maduro tomó nota. Escribió mucho y hasta perdió los estribos
cuando el Alcalde de San Cristóbal, con la sencillez del andino y la
reciedumbre del serrano, relató una por una las cuentas del rosario de
calamidades que hace ya tiempo padecen los venezolanos de la frontera.
Antonio Ledezma, serio, directo y consciente de su jerarquía, marcó la
pauta de los dos gobernadores y 68 alcaldes del grupo reunido en
Miraflores. Pauta muy bien rematada por Gerardo Blyde, como ocurre con
las grandes faenas en el toreo.
En medio, el país todo con sus alcaldes vestidos con la legalidad de
los resultados,  con sus irresolutas calamidades en sus carpetas: el
secuestro del situado constitucional, la inseguridad, los gobiernos
paralelos con los que el régimen pretende ahogar la voluntad del
pueblo, el deterioro de la infraestructura nacional…
En fín, la ruina de país en la que el chavismo ha convertido a Venezuela.
Ncolas Maduro en su pretención discursiva, absurdamente prolongada,
vacía de contenido, no sé si quiso  atemorizar, imponerse, aburrir o
distraer. Nada de ello logró, porque uno más que otro los invitados
expusieron lo que Maduro pretende ignorar y que ha sido sembrado año
tras año en estos tres lustros de chavismo en Venezuela. La terrible
situación de la escacez, la confrontación, la inseguridad y la
desesperanza.
Cuando escuchaba el remate de Gerardo Blyde, su mención a la
Constitución como evangelio, frente a la manida e ilegítima Ley de la
Patria que pretende Maduro imponer como anatema a la democracia y la
libertad, cuando veía ese cuadro recordaba la composición de Elía
Kazan que centró las tomas fotográficas en Marlon Brando, quien
respondía la preegunta de Porfirio que quería saber cómo se llamaba
aquel indio respondón que como a Nicolás le sacó la piedra…
Brando, con voz tenue aunque no sumisa, respondía, “…Emiliano.
¡Emiliano Zapata!”