RUTH CAPRILES| EL UNIVERSAL
jueves 3 de abril de 2014 12:00 AM
"En la primera fila de combate hizo prodigios de valor que a todos asombraron... se precipitó contra las trincheras enemigas, y no tardó en experimentar en lo más recio del combate, cuando con la pistola en una mano y el sable en la otra mataba y se defendía, que una sensación de soberbia seguridad le invadía, pues su agilidad para manejar las armas, adquirida en las academias militares de Caracas... ". El párrafo no describe la acción del actual Ciudadano General en Jefe del Comando Estratégico Operacional de la Fuerza Armada Nacional, sino es descripción citada por él (2011) de la primera acción de combate de Simón Bolívar en Aragua (1811).
Podemos suponer que similar "soberbia seguridad" embarga al General cuando ordena descargar las armas de la República contra ciudadanos desarmados en Táchira, Chacao o Puerto Ordaz. Aunque no es él quien se bate cuerpo a cuerpo. ¿En algún trabajo futuro alguien podrá citar la descripción de una batida gloriosa de este soldado en un verdadero campo de batalla?
Esa misma soberbia seguridad le impedirá notar la enorme distancia que lo separa del héroe; la negación de la gesta por la libertad. No querrá ver en el espejo la cara del antihéroe. Sí, comanda lo que es ya una guerra franca en ataques masivos a vecindarios enteros y ciudades. Pero, ¡qué triste destino de soldado fallido! Porque la bandera de la libertad, esa misma que enarboló Bolívar, está del lado de los patriotas, de los venezolanos ante la planta insolente de un dominio indigno de nación. Porque la guerra es injusta cuando la hace un gobierno sumiso a regente extranjero contra los ciudadanos desarmados; es guerra injusta cuando es asimétrica entre un grupo en uso arbitrario de las armas nacionales; cuando las armas son compradas con las contribuciones fiscales de esos mismos ciudadanos.
¿De qué lado está el General? ¿Con los cubanos o con los venezolanos?
Esa cuestión revela quién es el enemigo del pueblo en esta guerra asimétrica; de cuál lado de la guarimba está la razón.
Podemos suponer que similar "soberbia seguridad" embarga al General cuando ordena descargar las armas de la República contra ciudadanos desarmados en Táchira, Chacao o Puerto Ordaz. Aunque no es él quien se bate cuerpo a cuerpo. ¿En algún trabajo futuro alguien podrá citar la descripción de una batida gloriosa de este soldado en un verdadero campo de batalla?
Esa misma soberbia seguridad le impedirá notar la enorme distancia que lo separa del héroe; la negación de la gesta por la libertad. No querrá ver en el espejo la cara del antihéroe. Sí, comanda lo que es ya una guerra franca en ataques masivos a vecindarios enteros y ciudades. Pero, ¡qué triste destino de soldado fallido! Porque la bandera de la libertad, esa misma que enarboló Bolívar, está del lado de los patriotas, de los venezolanos ante la planta insolente de un dominio indigno de nación. Porque la guerra es injusta cuando la hace un gobierno sumiso a regente extranjero contra los ciudadanos desarmados; es guerra injusta cuando es asimétrica entre un grupo en uso arbitrario de las armas nacionales; cuando las armas son compradas con las contribuciones fiscales de esos mismos ciudadanos.
¿De qué lado está el General? ¿Con los cubanos o con los venezolanos?
Esa cuestión revela quién es el enemigo del pueblo en esta guerra asimétrica; de cuál lado de la guarimba está la razón.
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