Tuesday, October 6, 2015

A tres años de la estafa perfecta el país le da la espalda al chavismo

EN: http://konzapata.com/2015/10/a-tres-anos-de-la-estafa-perfecta-el-pais-le-da-la-espalda-al-chavismo/

Por Pedro Benítez @PedroBenitezF.­

A tres años de su última victoria comicial, la mayoría del electorado y de los venezolanos en general le dan la espalda al proyecto político iniciado por Hugo Chávez en 1999.

Para garantizar la reelección de una persona desahuciada, que se sabía no podría culminar su periodo presidencial en 2012, se reventó la economía venezolana, el gasto público en términos reales rompió todos los precedentes, se recurrieron a las importaciones masivas y al indiscriminado endeudamiento externo para crear la falsa sensación de prosperidad. Todo el petroestado se movilizó contra el candidato de la oposición, sin reparar en escrúpulos de ningún tipo.

A esa gesta el chavismo la denominó la victoria perfecta. Los detalles de esa historia los reveló el exministro Jorge Giornani en su carta de 2014. Para garantizar que Chávez se fuera invicto al otro mundo contra este país se perpetró una estafa.

Como aquello polvos trajeron estos lodos, la situación nacional actual la podemos resumir con la siguiente pregunta:

¿Cuándo fue la última vez que usted vio a un candidato o candidata del Gran Polo Patriótico repartiendo volantes y estrechando manos en la cola de un mercado o en una barriada popular?

Hoy los dirigentes chavistas no hablan de las misiones Robinson, Negra Hipólita, Milagro, Rivas, el Plan de la Patria, los logros sociales de la revolución, de bañarse en el rio Guaire o del satélite Simón Bolívar. No. Los temas que dominan sus pensamientos son los concernientes al inocultable desabastecimiento.

Así por ejemplo, la candidata a diputada del PSUV, Jacqueline Farías, invita al electorado “a disfrutar de estas colas sabrosas”, y el gobernador del estado Bolívar, Francisco José Rangel Gómez, asegura que los simpatizantes del proyecto oficialista “nos comeremos las piedras fritas pero a nosotros no nos doblega nada ni nadie”.

Realidad terca y obstinada

La OLP, que se prometía como una bandera para la campaña electoral parlamentaria, resultó ser (como suele ocurrir con la políticas públicas del chavismo) un remedio peor que la enfermedad. El experto en el tema y también candidato Freddy Bernal ya ni habla de ella.

Todavía hay por ahí unos ilusos opositores que no se han percatado del profundo cambio de opinión de los electores y siguen con el CD del 2012, pensando anteponer un populismo light al quebrado populismo chavista. Ese tipo de irresponsabilidad política podía tener cierta lógica electoral hace tres años, o en el 2006. Pero hoy no. Afortunadamente a nadie se le ha ocurrido desempolvar el proyecto de la ley de misiones.

Pero dentro del chavismo ilustrado (que existe, que discute, que escribe en Aporrea, que disimula pero no es ciego) se sabe que el Titanic rojo­rojito ya hace rato está naufragando, aunque los músicos sigan tocando desde la programación de VTV. Es sólo cuestión de tiempo para que se termine de sumergir.

La ruta que dejó marcada el “gigante” hace tres años como que no era. Es lo que hay detrás del artículo de Roland Denis “Adiós al chavismo”.

La mayoría de los venezolanos (entre ellos los chavistas) perciben que el problema no reside en un mal gobierno, en la incapacidad de Maduro, o en una crisis transitoria por los bajos precios del petróleo. Los más recientes estudios de opinión pública indican un quiebre de la confianza de la mayoría social del país con el actual sistema político.

Una “crisis de representatividad” la denomina el sociólogo Javier Biardeau (http://www.aporrea.org/ideologia/n278657.html). Dada las calamidades que se abaten sobre los venezolanos hay que decir que no es para menos.

Hoy el régimen chavista vive una crisis de legitimidad similar a la experimentada por el “régimen democrático y representativo” (palabras de Rómulo Betancourt) durante sus últimos diez años.

Los venezolanos están cuestionando la hegemonía política chavista, como hace veinte años cuestionaron la democracia sostenida por la hegemonía electoral de AD y Copei. O como le pasó a la dictadura militar de Pérez Jiménez que, pese a todas las obras públicas que inauguraba, los venezolanos nunca lo aceptaron como un gobernante legítimo.

La diferencia hoy es la velocidad. Como el modelo surgido del Pacto de Punto Fijo era más flexible, pues su diseño consistía en el recambio y la alternabilidad política, su debacle se prolongó una década.

Los primeros aldabonazos electorales fueron las elecciones de 1989, 1992 y 1993.

Pero en esta ocasión el cuestionamiento de la mayoría de los gobernados a la legitimidad de sus gobernantes es algo que empezó del año pasado a esta parte. De los días de la Salida. Un relato que en otra ocasión revisaremos.

En menos de dos años la mayoritaria confianza popular en las promesas de la “democracia protagónica y participativa”, otrora denominada “revolución bolivariana”, se ha desmoronado junto con la popularidad de Maduro.

No obstante, es pertinente acotar que un tercio de los venezolanos, la oposición histórica al chavismo, siempre cuestionó la legitimidad, o al menos vio con desapego las instituciones de la carta magna de 1999. Ahora esa opinión se ha hecho mayoritaria. Ello no ocurrió en esa magnitud con la democracia de los cuarenta años.

Otra diferencia es el papel de los medios. Ya sabemos que varios de los más influyentes en la época del ocaso del puntofijismo se dedicaron a desprestigiar al sistema. E independientemente de si fueron injustos o no con la Democracia, lo cierto en que la mayoría de los venezolanos terminaron por creer que aquello había que cambiarlo…y Chávez ganó en 1998 ofreciendo refundar la patria.

Pero hoy es exactamente al revés. Los grandes medios tradicionales los tiene el poder chavista bajo control, y pese a esa hegemonía comunicacional, la mayoría de los habitantes de este país tienen la opinión que tienen de sus gobernantes.

Porque los medios de comunicación son como el maquillaje, pueden acomodar la percepción pero no hacen milagros.

Imagine el amable lector que hoy el director de Globovisión fuera Alberto Federico Ravell, que RCTV siguiera al aire, El Universal con su línea editorial previa a 2013 y Teodoro en plena forma. Maduro no tendría 80% de rechazo. Tendría por lo menos 100 %, si es que en esa hipotética situación hubiera podido permanecer en Miraflores.

Ucronía aparte, el problema no es Maduro, o no solo es Maduro. Diosdado Cabello se ocupa de recordarnos eso permanentemente.

En cierto momento se logró persuadir a los venezolanos que el problema nacional era Carlos Andrés Pérez. Sacaron a Pérez y lo problemas siguieron y empeoraron. Entonces para la mayoría quedó en evidencia que el problema residía en el sistema y había que cambiarlo.

Las crisis económicas profundas provocan siempre que las sociedades se cuestionen su sistema político. Ocurrió en Europa en los años 30 del siglo XX, y la adaptación de la película se está reeditando otra vez en países como España.

Digamos que es normal y lógico que eso ocurra. Es lo que le está aconteciendo al chavismo. Eso por eso que la gente les pide a los candidatos de oposición un cambio. Por eso va a votar la mayoría el 6 de diciembre. Eso es lo que esperan.

Un cambio. Y eso se va a concretar en un cambio político tarde o temprano, de una u otra manera. Así no lo quiera Diosdado Cabello o la MUD no esté a la altura de las circunstancias.

Para bien y para mal los venezolanos vamos a un volver a empezar

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