Monday, October 5, 2015

El exilio y la mala racha

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Te quedas o te vas. Te vas o te quedas. Te quedas porque no te imaginas una vida fuera de tu país; te vas porque ya no aguantas ese país que ya no sientes como tuyo.
 
Ana Julia Jatar
 
ABC de la semana

Septiembre 18, 2015
 
http://www.abcdelasemana.com/2015/09/18/exilio-y-la-mala-racha/
 
Te vas porque te secuestraron a un hijo o porque la deportación de esos niños colombianos con sus jugueticos en la mano pasando el río Táchira no lo soporta tu ADN. Te quedas porque ese mismo ADN libertario te dice que hay que quedarse y echarle bolas al país.

Un dilema entre múltiples de los que tienen la posibilidad o la alternativa de irse como algo probable, posible y sobre todo… ¿vivible?

Para quienes nos fuimos es un dilema igualmente omnipresente: para el que se va hoy, para el que se fue ayer, para el que se fue hace 16 años y para quien se fue hace aun más tiempo.

La novela de Fernando Martínez Móttola, La mala racha, me confrontó con estas ancestrales reflexiones de mi familia y su exilio: el de ellos y el mío.

El exilio de mis abuelos: el de la Cuba de Fidel; el de mis suegros: el de la Alemania nazi; el de mi padre: el de la Venezuela de Pérez Jiménez; el mío: el del chavismo. En fin, el vivir en mi historia un exilio omnipresente.

Comencé a leer La mala racha por compromiso con mi pana de toda la vida y me atrapó. No la pude dejar hasta que la terminé dos días después. El personaje central, Matías Romero, ex gerente de PDVSA, casado, con dos hijas adolescentes, quienes se empeñan en vivir libremente en un país inseguro, se debate entre quedarse o irse. Entre quedarse y servirles a los enchufados o irse a Miami donde los padres de Helena, su esposa, los esperan.

El drama de Matías es el que sufren casi 4 millones de venezolanos de la lista Tascón. Yo entrevisté a muchos de ellos, quienes me contaron su tragedia plasmada en mi libro Apartheid del siglo XXI. Y es que quienes firmamos ebrios de una supuesta fiesta democrática para llevar a cabo un referéndum constitucional contra Chávez, terminamos execrados. Unos, más temprano que otros, pero todos hemos pagado el precio de la inocencia ante la dictadura.

No les voy a echar a perder el cuento delicioso y triste a la vez de La mala racha. Vale la pena llevárselo a la almohada. Es la primera novela que leo que desgarra nuestro presente. La de quienes perdimos el país que queríamos para nuestros hijos. El país de la meritocracia que ha sido vencido por los enchufados; el de nuestro sueño de libertad que ha sido ahogado por el miedo y el de nuestra tranquilidad en las noches que ha sido asfixiado por la angustia.

En resumen, la realidad de una Venezuela que no queremos pero nos la martillan en la cabeza. La Venezuela que de tanto martillazo ya ve la luz de la esperanza.

Quiero añadir a la novela de Fernando el drama de quienes nos hemos ido. Y es que Helena, la esposa de Matías que se fue a Miami nos la presenta como una exiliada unidimensionalmente feliz. No conozco a nadie como ese personaje.

Quienes nos hemos tenido que ir, algunos exitosos y otros no tanto, seguimos con Venezuela en nuestra mente las 24 horas del día, los 365 días del año.

Leemos y comentamos las noticias de Venezuela en Twitter y Facebook hasta la madrugada, bajo las cobijas del invierno. Pasamos noches sin dormir esperando decisiones del CNE y, los que podemos, vamos a votar a la patria cada vez que nos lo permiten.

Abrimos nuestras casas para cobijar a los presos políticos que logran escaparse de la opresión, nos organizamos para darles recursos y voz a quienes desde fuera quieren apoyar a los que sufren dentro.

La diáspora venezolana, como todas las otras diásporas, es fundamental para que quienes están dentro tengan éxito. Y no me cabe la menor duda de que juntos liberaremos a Venezuela.
 
Ana Julia Jatar (Caracas). Economista de la Universidad Católica Andrés Bello, Master en Administración de Empresas de la Universidad de York en Toronto Canadá y doctorado en la Universidad de Warwick en Inglaterra.



Jatar fue la primera Superintendente y fundadora de la Superintendencia para la Promoción de la Libre Competencia en Venezuela (Pro-competencia), Directora General de Mediano y Largo Plazo en Cordiplan y coordinadora del VII Plan de la Nación. También ha sido profesora del Instituto de Estudios Superiores de Administración (IESA) y miembro del Departamento de Planificación Estratégica del Grupo de Empresas Polar.

En el exterior se ha desempeñado como Jefe de Proyectos del Dialogo Interamericano en Washington D.C. Autora del libro The Cuban Way: Capitalism, Comunism and Confrontation, en el que relata el impacto que tuvo sobre Cuba el derrumbamiento de la Unión Soviética. El libro fue editado por Kumarian Press y seleccionado por Choice Magazine entre los "Libros Académicos Destacados" del año 2002. Desde el Centro David Rockefeller para Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Harvard, escribió varios artículos sobre temas hemisféricos y particularmente sobre la realidad Venezolana y Cubana. También fue moderadora del programa de análisis político Choque de Opiniones trasmitido por CNN en español.

Del 2004 al 2007, la Dra. Jatar fue miembro del Comité Ejecutivo y directora de la Unidad Contra la Discriminación Política en la organización no gubernamental SUMATE. Desde allí escribió el libro "Apartheid del Siglo XXI: la informática al servicio de la discriminación política en Venezuela" en el cual documenta la discriminación por razones políticas contra los firmantes del Referéndum Revocatorio Presidencial del 2004 y la discriminación como política de Estado en Venezuela. El libro fue ampliamente citado por el reporte que hiciera Human Rights Watch "Una Decada de Chavez" en el 2008 sobre la situación de los Derechos Humanos en Venezuela. Como resultado de esta investigación estuvo en el Centro Carr para los Derechos Humanos de Harvard Kennedy School desde el 2007 hasta el 2009.

Actualmente es Fellow del Centro para el Desarrollo Internacional de la Universidad de Harvard, miembro del Consejo Editor de la revista Analítica Premium y columnista del diario El Nacional.
 
 

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