Sunday, October 18, 2015

En la patria de la solidaridad no hay extranjeros

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Yoani Sánchez
Blog Generación Y
Octubre 12, 2015

Pepes, yumas y turistas son algunos de los nombres que damos a quienes visitan nuestro país. Para muchos cubanos, estos viajeros son la principal fuente de ingresos, a través de servicios de alojamiento, transportación, clases de baile e idioma. Algunos comparten también aulas en la universidad o laboran en una empresa mixta. Sin embargo, en la mayoría de los casos su estancia es breve, están de paso, solo por unos días o meses. ¿Qué pasa cuándo vienen para quedarse?
Una pintada en un muro habanero aborda la contradicción entre un discurso oficial que se vanagloria de la solidaridad de una nación pero en la que el inmigrante no tiene cabida. Ese dibujo de un Che Guevara con un discurso "conflictivo" –"En la patria de la solidaridad no hay extranjeros"– aguantó apenas unas horas en su lugar improvisado, donde la censura llegó en forma de un brochazo azul para taparlo. Para el gobierno, mientras los extranjeros lleguen en cruceros, se hospeden por unas noches y dejen su dinero contante y sonante en las arcas, todo parece ir bien. Algo muy diferente es que decidan llegar para quedarse. Ahí, se destapa la hostilidad nacionalista que caracteriza al sistema político cubano.
La legalidad migratoria cubana es quizá una de las más estrictas del planeta para que un extranjero se radique en territorio nacional. Durante décadas, vivir aquí era un privilegio que sólo se permitía a los "camaradas" de Europa del Este, a los aprendices de guerrilleros y a asilados políticos de dictaduras latinoamericanas. Personal diplomático, prensa extranjera y algunos académicos elegidos completaban el mapa de los nativos de otros países que podían quedarse en Cuba de forma más o menos permanente.
La Isla dejó de ser un país de inmigrantes, donde en el crisol de la identidad se juntaban culturas distantes y cercanas. Chinos, franceses, árabes, haitianos,
españoles y polacos, entre muchos otros, aportaban sus costumbres, recetas culinarias e iniciativas empresariales para lograr la maravilla de la diversidad. Hoy, es raro que alrededor de las mesas familiares haya personas que no nacieron por estos lares.
La Oficina Nacional de Estadísticas anunció a finales de 2014 que el número de residentes extranjeros en Cuba representaban en 2011 sólo el 0,05 % de la población. Una cifra que contrasta con los 128.392 extranjeros, el 1,3% de la población total, con los que convivíamos en 1981. Dos factores explican la brusca caída de residentes foráneos: la implosión, en los años noventa, del campo socialista, de donde llegaban aquellos "técnicos" de antaño; y, sobre todo, porque nuestro país ha dejado hace mucho tiempo de ser una nación de oportunidades.
Mientras se iban los residentes extranjeros, los visitantes temporales se convertían en "salvavidas" económicos ante el aumento de las miserias materiales. Estos últimos fueron, por un largo tiempo, los únicos que tenían moneda convertible, y con ella la capacidad de comprar champú en las diplotiendas y darse el enorme lujo de tomar una cerveza fría en el bar del hotel. El turista se convirtió en el soñado príncipe azul de muchas jóvenes cubanas, el yerno que todo suegro quería tener y el inquilino preferido en las habitaciones para rentar.
Todavía hoy son vistos por muchos cubanos como billeteras con piernas que caminan por las calles, a las que hay que vaciar de cada moneda. Es difícil para un extranjero en Cuba deslindar hasta qué punto esa amabilidad que encuentra en las calles es la natural gentileza de nuestra gente, o una representación histriónica cuyo objetivo es meterle la mano en el bolsillo.
El cubano ha perdido también la costumbre de vivir –de igual a igual– con "el otro". Compartir empleo con inmigrantes, aceptar que en el ómnibus público otros hablan una lengua diferente. Nuestra cocina se ha empobrecido a falta de contacto con otras experiencias gastronómicas, nos hemos vuelto menos universales y más marcadamente isleños en el peor sentido de la palabra. Hemos perdido la capacidad de tolerar y darle la bienvenida a otras formas de hacer, decir y vivir.
¿Cómo reaccionaremos cuando nuestro país vuelva a ser un destino para los inmigrantes? ¿Serán condenados a los peores empleos? ¿Surgirán grupos xenófobos que rechacen a los que llegan allende los mares? ¿Habrá ONGs que los protejan? ¿Programas que los ayuden a integrarse? ¿Políticos que no les teman? Todas esas interrogantes deben encontrar una respuesta en un plazo de
tiempo menor del que pensamos. Cuba puede volver a ser, pronto, una nación de gente que llega desde muchas partes.
Yoani Sánchez. (La Habana, 1975).Estudié durante dos cursos en el Instituto Pedagógico la especialidad de Español-Literatura. En el año 1995, me trasladé a la Facultad de Artes y Letras donde terminé, después de cinco años, la especialidad de Filología Hispánica. Me especialicé en la literatura latinoamericana contemporánea y discutí una incendiaria tesis titulada "Palabras bajo presión. Un estudio sobre la literatura de la dictadura en Latinoamérica". Al terminar la Universidad había comprendido dos cosas: la primera, que el mundo de la intelectualidad y la alta cultura me repugnaba y la más dolorosa, que ya no quería ser filóloga.
En septiembre del 2000, me fui trabajar a una oscura oficina de la Editorial Gente Nueva, mientras arribaba al convencimiento –compartido por la mayoría de los cubanos- de que con el salario ganado legalmente no podría mantener a mi familia. De manera que, sin concluir mi servicio social, pedí la baja y me dediqué a la mejor remunerada labor de profesora de español – freelance– para algunos turistas alemanes que visitaban La Habana. Era la etapa (prolongada hasta el día de hoy) en que los ingenieros preferían manejar un taxi, los maestros hacían hasta lo imposible por trabajar en la carpeta de un hotel y en los mostradores de las tiendas te podía atender una neurocirujana o un físico nuclear. En el 2002, el desencanto y la asfixia económica me llevaron a la emigración en Suiza, de donde regresé –por motivos familiares y contra la opinión de conocidos y amigos– en el verano del 2004.



En esos años descubrí la profesión que me acompaña hasta hoy: la informática. Me di cuenta que el código binario era más transparente que la rebuscada intelectualidad y que si nunca se me había dado bien el latín al menos podría probar con las largas cadenas del lenguaje html. En el 2004 fundé junto a un grupo de cubanos –todos radicados en la Isla– la revista de reflexión y debate Consenso. Tres años después trabajo como webmaster, articulista y editora del Portal desde Cuba.
En abril de 2007 me enredé en la aventura de tener un Blog llamado Generación Y que he definido como "un ejercicio de cobardía" que me permite decir en este espacio lo que me está vedado en mi accionar cívico. Ese proyecto personal derivó a un empeño colectivo y de perfil informativo que es el diario 14y medio.com fundado el 21 de mayo de 2014.
Mi exorcismo personal también me hizo ganar en mayo de 2008 el premio de Periodismo Ortega y Gasset en la categoría de trabajo digital. Fui seleccionada por la revista Time entre las 100 personas más influyentes del mundo en la categoría "Héroes y pioneros" y mi bitácora fue incluida entre los 25 mejores blogs del mundo, en una selección hecha por esa misma revista junto a la CNN. Merecí el premio del jurado en el concurso español Bitácoras.com y el máximo galardón en los connotados premios The BOBs, que incluyen a más de 12 mil participantes de todo el mundo. La revista semanal del periódico El País publicó en su edición del 30 de noviembre una selección de los 100 hispanoamericanos más notables del año; la revista Foreign Policy eligió en diciembre los 10 intyelectuales más importantes del años y otro tanto hizo la prestigiosa revista mexicana Gato Pardo. Esta modesta servidora está incluida en todas esas enumeraciones. ¡Mucho más de lo que podría haber soñado cuando comencé a unir frases para subir mi primer post!
Vivo en La Habana, he apostado por quedarme y cada día soy más informática y menos filóloga.
Correo: yoani.sanchez@gmail.com

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