EDITORIAL EL NACIONAL
De acuerdo con las previsiones de
la Constitución, la renovación de los cargos de magistrados en el TSJ se debe
realizar en 2016, por la AN que resulte de las elecciones del próximo
diciembre. El recordatorio fue hecho hace poco por el presidente de Un Nuevo
Tiempo, Enrique Márquez, quien estuvo acompañado por el secretario general de Acción
Democrática y por el coordinador nacional adjunto de Voluntad Popular cuando
ofreció la declaración.
¿Cuál es el motivo de esa
declaración, cuando no es ahora, en términos legales, momento para pensar en
las personas que estrenarán togas en la instancia máxima de la judicatura? ¿Por
qué estuvo Márquez acompañado ahora de los dirigentes de dos partidos
importantes? ¿Por qué no se ocupan, él y sus compañeros de ruta, de una campaña
electoral de ineludible trascendencia, en lugar de tocar un tema cuya importancia
no se corresponde con las rutinas del almanaque de los cambios en la cúpula de
la justicia venezolana?
Precisamente porque lo electoral
no solo está presente, sino que es determinante, en el movimiento inesperado,
pero también tracalero y oscuro, sobre el cual quiso Márquez advertir a la
ciudadanía.
Ante la inminencia de una gran
derrota electoral en las cercanas elecciones de diputados, los cabecillas del
PSUV pretenden cambiar antes de tiempo a un grupo de magistrados cuyo plazo de
salida todavía no llega, aunque sea cercano, pero que ellos quieren precipitar
a la brava.
Han iniciado una avalancha de
presiones hacia los titulares de tales cargos, para que se retiren de inmediato
y dejen espacio a los títeres que colocarán en su reemplazo con el propósito de
mantener así el control del TSJ durante los próximos años.
Están moviendo sus tenazas para
amedrentar a los titulares todavía en funciones, tras el objeto de llenar sus
poltronas con gentes de confianza a quienes no apremie el tiempo en breve, como
sería el caso de los servidores solícitos de antes que la avalancha de
diciembre ha convertido en una incomodidad.
El PSUV demuestra ingratitud con
los togados que han sido sus dóciles piezas hasta ahora, pero ese es un asunto
que concierne al diablo y a sus acólitos. Allá ellos con sus miserias, sus
zancadillas, sus bajezas y sus desdichas. Lo que incumbe a la sociedad toda es
la burla grosera que pretenden llevar a cabo en lapso anacrónico para propinar
una patada a la voluntad popular, que adivinan adversa.
A la AN que salga de las
elecciones de diciembre corresponde, debido a la pauta constitucional y a la
honestidad republicana, la renovación de las vacantes del TSJ que correspondan,
pero el PSUV quiere jugar posición adelantada, se quiere apresurar con un
arrebatón que les permita seguir con el control de la instancia superior de la
justicia.
En consecuencia, estamos en las
cercanías de un hecho grave, si se convierte en realidad. Estamos ante la befa
de la voluntad popular, si no nos ocupamos de evitarla. De allí la
trascendencia de la denuncia efectuada por el presidente de Un Nuevo Tiempo.
Vía El Nacional
Que pasa Margarita
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