Luis Vicente León
La ejecución del revocatorio en 2016 significaba la salida automática del poder del chavismo en su conjunto, no sólo del presidente Maduro, algo que alineó a los diferentes grupos internos del chavismo alrededor de un interés común: evitar la consulta popular como sea. Ante la certeza de salida por la vía electoral, el gobierno y el partido oficial se han mostrados dispuestos a tomar decisiones alternativas muy riesgosas, incluso potencialmente explosivas. Después de todo, están intercambiando la “certeza” de salida a través del referéndum por un “riesgo” de salida provocado por acciones y reacciones populares que podrían ocurrir…o no.
El gobierno, sin códigos ni valores democráticos prefirió asumir cualquier costo o riesgo alternativo o distinto a tener que hacer un referendo. En concreto, el gobierno decidió asumir el riesgo de una reacción popular. El país podría explotar en protestas y desobediencia civil y la oposición, acorralada, podría unificarse en una vía más radical de defensa de sus derechos. El tono de los discursos de los líderes opositores anunciando su nueva fase de protesta, calle y desobediencia civil es una prueba concreta del riesgo de explosión social como respuesta al evidente abuso de poder.
Es una nueva etapa, una etapa en la que los próximos pasos oficiales son predecibles. El gobierno aumentará al máximo la represión focalizada, tratando de evitar acciones de calle como las que la MUD ha convocado ya para los próximos días. Pero no una represión tirada con manguera sino con mira telescópica, dirigida contra los líderes opositores, a quienes atacará, vilipendiará, amenazará, apresará y enjuiciará para atemorizarlos, enfriarlos y dividirlos. Esa represión se utilizará también contra periodistas, medios, curas y formadores de opinión. Los monstruos se desatarán y mientras más miedo tenga el gobierno a la reacción popular, más dispuesto a destruir adversarios estará. Entramos en una fase mucho más oscura de la política venezolana, con más represión y más violaciones de derechos políticos y humanos. Es un recorrido clásico de estas historias. Y mientras sigue vigente la incertidumbre de si la oposición (claramente mayoritaria y convertida en un sentimiento nacional) logrará defenderse exitosamente y presionar la ejecución de los derechos constitucionales, luchando contra un enemigo dispuesto a todo y con las armas, las instituciones y el poder en sus manos, a mi me surge una nueva incertidumbre de mediano plazo, que sólo pensarla me eriza: ¿qué estará pensando hacer el chavismo para evitar una derrota cantada y evidente en las elecciones regionales, locales y, muy particularmente presidencial del 2018? Sin comentarios.
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