Thursday, February 2, 2017

El conflictivo pasado con Venezuela de Rex Tillerson, nuevo secretario de Estado de Estados Unidos

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Es posiblemente en lo único que se ponen de acuerdo gobierno y oposición en Venezuela: ambos tienen esperanzas en una mejor relación con Estados Unidos y que eso les ayude en sus objetivos contrapuestos, publica BBC Mundo.
Y un papel importante en lo que pase en la nueva era de Donald Trump lo tendrá el nuevo secretario de Estado, Rex Tillerson, que fue confirmado por el senado de ese país este miércoles, en una votación en la que obtuvo 56 votos a favor y 43 en contra.
El líder de la diplomacia estadounidense no ocupó nunca un cargo en el gobierno, en ninguna administración pública ni en el ejército.
Su experiencia en el mundo viene de haber sido durante diez años (2006-2016) director ejecutivo de la petrolera ExxonMobil, la cuarta empresa del mundo en valor de mercado detrás de las tecnológicas Apple, Alphabet (Google) y Microsoft, según la revista Forbes.
A Tillerson lo señalan -para bien o para mal- por su cordial relación con el presidente de Rusia, Vladimir Putin.
Pero, ¿qué se puede esperar con respecto a lo que haga en América Latina?
Es difícil de saber, pero hay un país de la región con el que tiene un conflictivo pasado: Venezuela.
Rechazo a la nacionalización
Para entenderlo hay retroceder hasta 2007. ExxonMobil era una de las muchas compañías transnacionales que extraía petróleo en Venezuela.
El entonces presidente, Hugo Chávez, firmó un decreto de nacionalización que obligaba a la formación de empresas mixtas con el sector privado en las que gobierno tendría la mayoría de al menos un 51% por ciento.
Image captionVenezuela celebró la salida del país de ExxonMobil y que la indemnización fuera inferior a la solicitada por la petrolera.
Todas las empresas extranjeras aceptaron, menos las estadounidenses ConocoPhillips y ExxonMobil.
Eso llevó a expropiaciones, litigios e indemnizaciones.
ExxonMobil denunció el caso ante un tribunal de arbitraje internacional y reclamó US$10.000 millones como compensación.
Chávez y sus seguidores fustigaron a la compañía, a la que convirtieron en símbolo del imperialismo, y finalmente celebraron un pago muy favorable de apenas US$1.600 millones, muy lejos de la petición de la petrolera.
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