José Rafael Avendaño Timaury: Retazos (VII)
Nadie pone en duda que la crisis nacional que agobia a Venezuela tiene características globales que inciden de manera perniciosa en el normal desenvolvimiento republicano. Un Estado revestido con estas características requiere para su normal desenvolvimiento una armonización plena de todos los factores rectores destinados a su cabal funcionamiento. Las tres vertientes fundamentales son lo económico, político y social. La armonía entre estos tres componentes estaría disminuida ostensiblemente si la economía hace nugatorio el derecho mínimo de subsistencia. Un pueblo con hambre no digiere a cabalidad la sustentación política y social imprescindible para la paz social. Para que el aspecto social interactúe en armonía es requisito sine qua non que no existan privilegios de ninguna naturaleza que propicien la supremacía de una clase social sobre otra. Lo político permite que las naturales discrepancias existentes entre ellas sean resueltas mediante normas civilizadas que obvien todo tipo de violencia. En nuestro país el hambre ha desbordado los parámetros de contención social y nos encontramos a punto de la temida implosión devastadora. Los mayorazgos sociales que groseramente ostentan la amplia gradación de burócratas que nos mangonean están acelerando –si no hay cambio sustantivo– el letal e indetenible estallido. Las trapacerías electorales –fraudulentas sin lugar a dudas– impuestas por el totalitarismo, hacen imposible la viabilidad de la deseada solución pacífica de todos los desencuentros. Resumiríamos, entonces, que para superar esta dramática y peligrosa situación se hace necesario un cambio de gobierno.
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