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Edición elaborada por el Consejo Editorial de Laceiba.
Pena de muerte
El pasado 18 de julio Maduro amenazó al país con un “baño de sangre”. Y, hay que decirlo, el dictador ha cumplido su palabra.
Desde que Maduro se robó las elecciones, no cesan las noticias sobre persecución política, crímenes, torturas y desapariciones.
Estamos ante una “crisis represiva”, señala Foro Penal, y nos advierte sobre un récord con la cifra de presos políticos más alta en el siglo XXI y en el continente: 1976 venezolanos.
Hace poco nos inundó el horror por el asesinato de Edwin Santos, militante opositor en Apure. Hoy nos estremecemos por el de Jesús Martínez Medina, cuya firma como testigo en un acta electoral le condenó a la muerte.
La realidad es que, mientras Maduro y su camarilla sigan en el poder, todos los ciudadanos, la democracia, el país, estamos condenados a muerte. Y aquellos que dejaron de hablar del 28-J, para intentar congraciarse con el dictador, también lo están.
El fin del régimen de Maduro es un asunto de supervivencia para todos los venezolanos. Hay que insistir.
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