EN: https://www.lapatilla.com/2025/03/20/william-anseume-gentilicio-estigma-y-prision/
Ser venezolano duele. Duele más ahora. Secuestrados y/o perseguidos en nuestro propio país. Sometidos a la tortura del hambre o la depauperación. Al sin futuro juvenil. Al mal morir de los mayores. Al trabajo sin sentido alguno. No es una actividad deportiva escapar por mar o tierra, dando tumbos. Son ocho millones o más, seguramente más, de compatriotas expatriados, refugiados, migrantes, exiliados, desplazados, idos, huidos.
Seguramente, habría que ir contando en los periódicos y noticias variadas del mundo, pero más que seguramente son mayores las acciones positivas para los países que habitan nuestros millones de coterráneos que las negativas. Algunas de las primeras ni nos enteramos, porque la mayoría de las veces lo positivo no es noticia tan llamativa como lo negativo sensacionalista. ¿Quién internacionalizó la arepa o el tequeño, hasta las cachapas o los bollos pelones; las empanadas? Profesionales de las más variadas disciplinas, destacando los médicos y otros científicos, pero también obreros calificados, secretarias, gente de la limpieza andan por ahí, esparciendo su conocimiento, su don de gentes, en el mundo.ds by
¿Xenofobia? Muchísima. ¿Política razón de ser de los ataques, como el acaecido a George Harris en Chile? De más. Los derechos humanos no son más valederos en un lado que en otro. La presunción de inocencia igual. Un delincuente puede serlo en un país y comportarse como ciudadano ejemplar en otro. Ocurre con frecuencia inusitada, sé de casos de conciudanos de ese estilo. Otra cosa es, sería, que el país donde delinquió lo solicite en extradicción. Se puede entender, se entiende, el interés político de señalar que el régimen de Maduro ha generado la exportación de delincuentes para causar estragos en otros lares. ¿Resultaría creíble esto? Desde luego. Eso lesiona al régimen, lo erosiona más. Ahí podemos coincidir con el país del norte. En el sentido de que hay un objetivo común de los democrátas venezolanos con los norteaméricanos en que este régimen es un estorbo para la humanidad, la democracia y la paz de la región.
Pero hacer ver que todo venezolano es un agente negativo, que todo venezolano tatuado pertenece a una organización criminal, es acrecentar el rechazo mundial al venezolano por su gentilicio nada más. Generar dudas o sospechas sobre la venezolanidad. Arroparnos a todos. No solo a quienes están por allá sino a quienes permanecemos aquí, arroparnos en la insana cobija del terrorismo, como ha querido hacer ver el régimen con los millones de opositores a sus despropósitos, por cierto. ¿Los del tren han ejecutado delitos allá? Aprésense, redúzcanse y sométanse, uno a uno, al tribunal, a las leyes, a los sendos procesos de cada uno. Pero, así como los árabes no son todos terroristas por ser árabes, los venezolanos, tatuados o no, todos, no somos el o del Tren de Aragua, como se ha querido obligar a ver. El estigma pesa y quitarlo duele por lo largo y pesado que puede ser.
En ese sentido, respaldo plenamente la posición expresada en el comunicado emitido por la Plataforma Unitaria Democrática esta misma semana. Inaceptable lo que ocurre hoy con nuestros compatriotas en EEUU, así le signifique rédito político sensacionalista a sus hacedores. El problema en Venezuela, de los venezolanos, incluso de los que vagan por el mundo es este régimen de oprobio que se robó las elecciones de julio pasado, además y que vive atropellando de todos modos a los ciudadanos. Son ellos los terroristas que deben ser procesados por la humanidad, en principio. Y todo aquel que haya cometido delito. Pero no todos los venezolanos estigmatizados más ahora, debemos ser atrapados como moscas, preteridos, y llevados a un matadero o moridero. Un solo venezolano inocente en esas cárceles salvadoreñas o cubanas es suficiente para sustentar lo que hoy digo. Y, con la Plataforma, “alzamos nuestra voz en defensa de millones de compatriotas de bien, para que sean protegidos como merecen”.
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