A Lorenzo
Mendoza y Ricardo Haussman el Gobierno debió llamarlos para intercambiar ideas
económicas. Maduro respaldó a Alexis Tsipras en Grecia, quien se sometió al FMI
una vez que ganó las elecciones
Armados con navajas de barbero se dieron a tasajear
al que les pasara cerca: -¡Un delito -ululabanun delito, mi reino por un
delito! sin clarificar por qué lo sería.
En lugar de arremeter contra Mendoza y Haussman debieron invitarlos a conversar sobre las chispeantes ideas que intercambiaron por teléfono para enfrentar la colosal crisis en que la revolución nos ha sepultado. Con licencias propias de las conversaciones informales, aquellos calificados personajes diseñaron ideas de asistencia internacional.
Incluyeron al FMI, cuya ayuda es requerida cuando los países se encuentran a un tris de colapsar, como es el caso de las revolucionarias Venezuela y Grecia.
Mientras estuvo en la oposición, el heleno Alexis Tsipras, aliado y beneficiario de Maduro, se opuso a cualquier contacto con el FMI, solo para sometérsele una vez que ganó las elecciones.
Sin entender lo ocurrido, Maduro lo respaldó en ambos casos.
Es una situación singular la de la unidad de la oposición en Venezuela. Aunque una gran mayoría ha resuelto el enigma, seguir esclareciéndolo es esencial para entender el milagro de la unión de las diferentes corrientes del pensamiento universal en la MUD, y para atraer hasta el último renuente a ejercer el voto tendiendo la mano a los más acerbos críticos de la unidad, a ratos propensos a dar por ciertas algunas insidiosas fabulaciones sobre "pactos secretos" o truculencias nunca probadas. ¿No es para cosas como esas que cobran los laboratorios oficialistas de guerra sucia? La diferencia entre la MUD y el PSUV es polar y se engarza en una historia de siglos.
Cuando Voltaire, gran personaje de la Ilustración, lanzó su grito de guerra contra el oscurantismo: "Ecraser l´ïnfamie" (¡Aplastad la infamia!) quería derrotar un pasado sombrío y afirmar al ser humano libre arrancándolo de las tinieblas del totalitarismo y el fundamentalismo.
Vibraba en el XVIII, conocido con el justificado nombre de Siglo de Las Luces. Es tentador el parecido con la Venezuela del siglo XXI, en uno de cuyos polos se ubican los enemigos del pensamiento crítico y la democracia. No aceptan que su perpetua autocracia pueda ser declarada sin lugar. En el otro polo marcha la civilización hacia la libertad y el respeto a la diversidad.
Las tinieblas o la luz, la autocracia o la democracia, la libertad del pensamiento y la creatividad o la dictadura que cercene tales valores porque les teme.
Aquellos que homologan MUD y PSUV, no terminan de entender que son opciones excluyentes.
Los comicios del 6D no son como otros de nuestra historia, en los que fuimos libres para escoger entre corrientes enfrentadas en el marco democrático de los principios de la alternabilidad, respeto a las minorías, apego a la libertad de expresión y de medios, división del Poder para evitar la concentración despótica del mando.
Hoy se trata de la imperfecta democracia que, respetando diferencias, nos lleve al fluir del pensamiento plural y del derecho legamente protegido de disentir, en lugar de regresar a las tinieblas del totalitarismo.
En condiciones normales se vota por una u otra tendencia.
Gana una pero las demás saben que las reglas se mantienen y la alternabilidad también Ahora es diferente.
Perder arriesga la sobrevivencia de la libertad y consolida la ley del más fuerte.
La disidencia no debe olvidarlo. No importando el incordio que se tenga con uno o más personajes, sería un serio error debilitar la MUD, que se ha posicionado como el instrumento posible de cambio.
Con la venia de Dumas, digamos que el asunto es.... Uno para todos, todos para uno.
En lugar de arremeter contra Mendoza y Haussman debieron invitarlos a conversar sobre las chispeantes ideas que intercambiaron por teléfono para enfrentar la colosal crisis en que la revolución nos ha sepultado. Con licencias propias de las conversaciones informales, aquellos calificados personajes diseñaron ideas de asistencia internacional.
Incluyeron al FMI, cuya ayuda es requerida cuando los países se encuentran a un tris de colapsar, como es el caso de las revolucionarias Venezuela y Grecia.
Mientras estuvo en la oposición, el heleno Alexis Tsipras, aliado y beneficiario de Maduro, se opuso a cualquier contacto con el FMI, solo para sometérsele una vez que ganó las elecciones.
Sin entender lo ocurrido, Maduro lo respaldó en ambos casos.
Es una situación singular la de la unidad de la oposición en Venezuela. Aunque una gran mayoría ha resuelto el enigma, seguir esclareciéndolo es esencial para entender el milagro de la unión de las diferentes corrientes del pensamiento universal en la MUD, y para atraer hasta el último renuente a ejercer el voto tendiendo la mano a los más acerbos críticos de la unidad, a ratos propensos a dar por ciertas algunas insidiosas fabulaciones sobre "pactos secretos" o truculencias nunca probadas. ¿No es para cosas como esas que cobran los laboratorios oficialistas de guerra sucia? La diferencia entre la MUD y el PSUV es polar y se engarza en una historia de siglos.
Cuando Voltaire, gran personaje de la Ilustración, lanzó su grito de guerra contra el oscurantismo: "Ecraser l´ïnfamie" (¡Aplastad la infamia!) quería derrotar un pasado sombrío y afirmar al ser humano libre arrancándolo de las tinieblas del totalitarismo y el fundamentalismo.
Vibraba en el XVIII, conocido con el justificado nombre de Siglo de Las Luces. Es tentador el parecido con la Venezuela del siglo XXI, en uno de cuyos polos se ubican los enemigos del pensamiento crítico y la democracia. No aceptan que su perpetua autocracia pueda ser declarada sin lugar. En el otro polo marcha la civilización hacia la libertad y el respeto a la diversidad.
Las tinieblas o la luz, la autocracia o la democracia, la libertad del pensamiento y la creatividad o la dictadura que cercene tales valores porque les teme.
Aquellos que homologan MUD y PSUV, no terminan de entender que son opciones excluyentes.
Los comicios del 6D no son como otros de nuestra historia, en los que fuimos libres para escoger entre corrientes enfrentadas en el marco democrático de los principios de la alternabilidad, respeto a las minorías, apego a la libertad de expresión y de medios, división del Poder para evitar la concentración despótica del mando.
Hoy se trata de la imperfecta democracia que, respetando diferencias, nos lleve al fluir del pensamiento plural y del derecho legamente protegido de disentir, en lugar de regresar a las tinieblas del totalitarismo.
En condiciones normales se vota por una u otra tendencia.
Gana una pero las demás saben que las reglas se mantienen y la alternabilidad también Ahora es diferente.
Perder arriesga la sobrevivencia de la libertad y consolida la ley del más fuerte.
La disidencia no debe olvidarlo. No importando el incordio que se tenga con uno o más personajes, sería un serio error debilitar la MUD, que se ha posicionado como el instrumento posible de cambio.
Con la venia de Dumas, digamos que el asunto es.... Uno para todos, todos para uno.
Vía Tal Cual
Que pasa Margarita
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