MARÍA DENISSE FANIANOS DE CAPRILES| EL UNIVERSAL
miércoles 14 de agosto de 2013 12:00 AM
Hace algún tiempo me puse a conversar, en un aeropuerto, con una señora mayor que era neoyorquina. Yo le preguntaba cómo era vivir en esa ciudad y ella me preguntó cómo era mi vida en Venezuela. Le dije que aquí el clima era una maravilla, que los paisajes eran preciosos, etc., pero que lamentablemente en el país había mucha inseguridad.
-¿Cómo que inseguridad?, me preguntó ella. Y le respondí: -En Venezuela a uno lo pueden asaltar con pistola, secuestrar o matar en cualquier parte, y a cualquier hora; es muy peligroso y uno teme mucho por la vida de los hijos. La señora, asombrada, me preguntó: -¿Pero y qué hacen para poder vivir así? Entonces yo le respondí: -¡Rezar, rezar mucho, hasta durmiendo rezo para que Dios proteja a mis hijos!
Es imposible que yo pueda describir con palabras la cara que puso la señora. Pienso que se imaginó que estaba hablando con una loca. Le expliqué también que uno conversaba mucho con los hijos y les decía que siempre debían estar confesados porque no sabían en qué momento iban a morir, les enseñábamos que debían tener una actitud calmada y ponerse a rezar a la hora de un asalto o secuestro, y que siempre debían entregar todo lo que le pidieran los ladrones. La señora mostraba una cara de asombro cada vez mayor, y lo único que me decía era: -¿Y el gobierno?, ¿qué hace el gobierno para resolver ese problema? Esa es la pregunta de las ochenta mil lochas.
Voy a ser muy clara con lo que voy a decir ahora: ¡Sólo las madres (y padres, abuelos, abuelas, tíos, tías, etc.) que vivimos en Venezuela entendemos lo que significa vivir rezando para que Dios y la Virgen protejan a nuestros hijos, nietos, etc., cuando van al colegio, a la universidad o a una fiesta en la noche con sus amigos, porque lamentablemente no confiamos en ningún plan de seguridad de este gobierno! Son ya muchos años en este asunto. Muchos venezolanos tenemos una fe muy grande, una fortaleza de hierro y una paciencia inmensa. Pero esto desgasta y hasta dónde podremos aguantar sin que nos dé un infarto, eso no lo sé.
No es posible que uno se acueste y se despierte cada hora para rezar por el hijo que está fuera con los amigos. No es posible que uno los mande a un campamento para uno poder ¡descansar! y terminamos agotados rezando en la noche para que no se metan unos ladrones en el campamento y los asalten o les hagan algo peor. No es posible que uno lea noticias como las de la semana pasada donde varios efectivos del Ejército mataron a un joven de 20 años en Valencia o que un delincuente, a pocas cuadras de mi casa, mató a una mujer porque no le entregó su celular.
Mientras escribía este artículo me llamó mi hijo mayor que vive en Valencia. Lo primero que le dije fue que estaba pensando en él por el estudiante asesinado allá por unos militares. Entonces él con voz de asombro me dijo: "Mamá no me digas eso. Te cuento que hoy me pararon unos guardias. Me pidieron los papeles y me dijeron que me faltaba un permiso notariado para poder manejar el carro de mi papá. Después le pidieron la cédula a mi amigo que me acompañaba y no la tenía. Yo, muy tranquilo, me puse a rezar. En eso los guardias nos dijeron que nos iban a llevar presos y yo agarré la estampa de la Virgen de Coromoto que tengo en el carro y le supliqué que nos ayudara. Entonces el guardia me dijo: -¿Qué tienes en la mano? Le mostré la estampa y me dijo: -Ah ¿tú eres cristiano? Yo le dije que sí, que era católico. Entonces llamó a su superior y le dijo: -Mira estos son cristianos. Entonces el superior se acercó a nosotros y nos dijo: -Ya se pueden ir".
Total que ahora le daré estampas de la Virgen de Coromoto a todos mis conocidos para que las metan en sus carros (si quieren, tengo bastantes). Es que nuestra Santísima Madre quiere mucho a sus hijos venezolanos, pero debemos pedirle a Ella que interceda ante Dios para que ilumine a nuestras autoridades y puedan rodearse de gente competente para ponerle fin al problema de la delincuencia y de las cárceles.
La Iglesia católica ha aceptado colaborar ante el llamado que le han hecho para ayudar en este tema, pero nuestros pastores no son expertos en seguridad. Ellos son expertos en educar en la fe. Hace días el cardenal Urosa señaló que el retorno de la educación religiosa en las escuelas es vital para combatir la violencia en Venezuela. Con ésta los niños y jóvenes aprenden a controlarse y aprenden que robar y matar son pecados, pecados que tarde o temprano tendrán que rendir cuenta ante Dios.
Sigamos rezando por todos los hijos de Venezuela para que la Santísima Virgen los cubra con su manto y los proteja de todo mal. Ánimo también para que recemos intensamente por nuestras autoridades para que Dios los ilumine, para que se dejen ayudar por verdaderos especialistas en el tema, y puedan así resolver de manera eficiente este problema que dificulta enormemente vivir en nuestra querida Venezuela.
-¿Cómo que inseguridad?, me preguntó ella. Y le respondí: -En Venezuela a uno lo pueden asaltar con pistola, secuestrar o matar en cualquier parte, y a cualquier hora; es muy peligroso y uno teme mucho por la vida de los hijos. La señora, asombrada, me preguntó: -¿Pero y qué hacen para poder vivir así? Entonces yo le respondí: -¡Rezar, rezar mucho, hasta durmiendo rezo para que Dios proteja a mis hijos!
Es imposible que yo pueda describir con palabras la cara que puso la señora. Pienso que se imaginó que estaba hablando con una loca. Le expliqué también que uno conversaba mucho con los hijos y les decía que siempre debían estar confesados porque no sabían en qué momento iban a morir, les enseñábamos que debían tener una actitud calmada y ponerse a rezar a la hora de un asalto o secuestro, y que siempre debían entregar todo lo que le pidieran los ladrones. La señora mostraba una cara de asombro cada vez mayor, y lo único que me decía era: -¿Y el gobierno?, ¿qué hace el gobierno para resolver ese problema? Esa es la pregunta de las ochenta mil lochas.
Voy a ser muy clara con lo que voy a decir ahora: ¡Sólo las madres (y padres, abuelos, abuelas, tíos, tías, etc.) que vivimos en Venezuela entendemos lo que significa vivir rezando para que Dios y la Virgen protejan a nuestros hijos, nietos, etc., cuando van al colegio, a la universidad o a una fiesta en la noche con sus amigos, porque lamentablemente no confiamos en ningún plan de seguridad de este gobierno! Son ya muchos años en este asunto. Muchos venezolanos tenemos una fe muy grande, una fortaleza de hierro y una paciencia inmensa. Pero esto desgasta y hasta dónde podremos aguantar sin que nos dé un infarto, eso no lo sé.
No es posible que uno se acueste y se despierte cada hora para rezar por el hijo que está fuera con los amigos. No es posible que uno los mande a un campamento para uno poder ¡descansar! y terminamos agotados rezando en la noche para que no se metan unos ladrones en el campamento y los asalten o les hagan algo peor. No es posible que uno lea noticias como las de la semana pasada donde varios efectivos del Ejército mataron a un joven de 20 años en Valencia o que un delincuente, a pocas cuadras de mi casa, mató a una mujer porque no le entregó su celular.
Mientras escribía este artículo me llamó mi hijo mayor que vive en Valencia. Lo primero que le dije fue que estaba pensando en él por el estudiante asesinado allá por unos militares. Entonces él con voz de asombro me dijo: "Mamá no me digas eso. Te cuento que hoy me pararon unos guardias. Me pidieron los papeles y me dijeron que me faltaba un permiso notariado para poder manejar el carro de mi papá. Después le pidieron la cédula a mi amigo que me acompañaba y no la tenía. Yo, muy tranquilo, me puse a rezar. En eso los guardias nos dijeron que nos iban a llevar presos y yo agarré la estampa de la Virgen de Coromoto que tengo en el carro y le supliqué que nos ayudara. Entonces el guardia me dijo: -¿Qué tienes en la mano? Le mostré la estampa y me dijo: -Ah ¿tú eres cristiano? Yo le dije que sí, que era católico. Entonces llamó a su superior y le dijo: -Mira estos son cristianos. Entonces el superior se acercó a nosotros y nos dijo: -Ya se pueden ir".
Total que ahora le daré estampas de la Virgen de Coromoto a todos mis conocidos para que las metan en sus carros (si quieren, tengo bastantes). Es que nuestra Santísima Madre quiere mucho a sus hijos venezolanos, pero debemos pedirle a Ella que interceda ante Dios para que ilumine a nuestras autoridades y puedan rodearse de gente competente para ponerle fin al problema de la delincuencia y de las cárceles.
La Iglesia católica ha aceptado colaborar ante el llamado que le han hecho para ayudar en este tema, pero nuestros pastores no son expertos en seguridad. Ellos son expertos en educar en la fe. Hace días el cardenal Urosa señaló que el retorno de la educación religiosa en las escuelas es vital para combatir la violencia en Venezuela. Con ésta los niños y jóvenes aprenden a controlarse y aprenden que robar y matar son pecados, pecados que tarde o temprano tendrán que rendir cuenta ante Dios.
Sigamos rezando por todos los hijos de Venezuela para que la Santísima Virgen los cubra con su manto y los proteja de todo mal. Ánimo también para que recemos intensamente por nuestras autoridades para que Dios los ilumine, para que se dejen ayudar por verdaderos especialistas en el tema, y puedan así resolver de manera eficiente este problema que dificulta enormemente vivir en nuestra querida Venezuela.
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