Parece que la entrega de Leasmy Salazar hace daño. Impacta más de lo evidente. A menos que el PSUV y Cabello crean que pueden sacar dividendo político.
Desde un punto de vista puede observarse como una reacción extrema. En el caso del general Hugo Carvajal, el presidente Nicolás Maduro voceó a gritos: me resteo con el Pollo Carvajal. El gobierno y el PSUV, en pleno III Congreso, cerraron filas en torno al general detenido en Aruba en julio del año pasado, y ganaron. Ganó Maduro que emergió fortalecido del congreso partidista. Carvajal fue recibido con honores, abrazos en el Teatro Teresa Carreño, un par de discursos y consignas, y adiós. Carvajal se perdió en la noche de los tiempos.
Con Diosdado Cabello puede ser igual y al mismo tiempo diferente. Al conocerse la información de la entrega a la DEA del capitán de corbeta Leasmy Salazar y el subsiguiente impacto mediático, la reacción de Cabello fue mostrarse firme. Con la moral en alto. Pero también, fue celebrada una reunión de emergencia en la Asamblea Nacional con diputados del PSUV. Y allí se acordó no solo la solidaridad automática –expresada en declaraciones o en las redes sociales- sino la celebración de eventos, manifestaciones, marchas, en desagravio del presidente de la Asamblea Nacional y segundo hombre del poder chavista.
La diferencia entre los casos Carvajal y Cabello, es la notoriedad del segundo. Lo que implica en el entramado del poder chavista. Lo que significa como dirigente del PSUV, y en fin, como segundo hombre del régimen. No hay que pasar por alto el detalle de que en efecto, el desertor y ahora testigo protegido de la DEA, era hombre de confianza de Cabello, como antes lo fue de Chávez. ¿Qué pasó? Ayer lo adelantó KonZapata en nota de Alicia Hernández: una discusión personal fue el origen de un distanciamiento que ha llegado a estas consecuencias. Sobre el origen del impasse hasta ahora no hay confirmación.
Por la posición que ocupa Cabello, el chavismo –o buena parte del chavismo- ha cerrado filas en torno a él. Maduro ha hecho lo mismo, igual que en el caso Carvajal: solidaridad con Cabello. “Le doy mi respaldo y llamo a la solidaridad nacional”, dijo Maduro. La solidaridad de dirigentes, diputados, militantes de base, se ha expresado bajo un solo sentido. La arremetida contra Cabello es una arremetida contra el pueblo, contra la revolución, contra la patria. Blanca Eekhout, ex vicepresidenta de la Asamblea Nacional, fue más allá al solicitar al Parlamento una moción de urgencia en rechazo a los señalamientos. Y dijo que Cabello es “¡Un héroe de la revolución del 4F, nuestro compañero y camarada Diosdado Cabello es víctima de un ataque de un imperio en decadencia. Es un revolucionario a toda prueba. Jamás pudieron comprarlo”.
Como se ve, el chavismo intenta arropar a Cabello. Y sin duda este caso puede convertirse en una oportunidad que el presidente de la Asamblea Nacional no pasará por alto para convertirse en símbolo y bandera. ¿Le dará resultado? Del Pollo Carvajal ya casi no se habla. Pero la notoriedad de Cabello hará imposible que lo que está en juego sea un vendaval pasajero.
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