ANGEL OROPEZA
| EL UNIVERSAL
miércoles 2 de octubre de 2013 12:00 AM
La realidad es terca.
Inevitable y obstinadamente terca. Salvo para los cegados y los
fanáticos, quienes desde la ignorancia y tozudez que los caracteriza,
piensan que la realidad se puede sustituir por dogmas, clichés o
cualquier clase de fetiches argumentales. En este sentido, no ven la
realidad ni responden a ella, sino a sus propias y vaporosas fantasías.
Que esto lo haga cualquier persona, no pasa de ser un caso de negación neurótica de la realidad. Pero cuando constituye el patrón usual de comportamiento de un gobernante, la situación toma giros de dramatismo, dado el inmenso caudal de daño, dolor e injusticia que esa patología genera.
Al frente del gobierno de Venezuela -aunque sea de manera ilegítima- se encuentra alguien quien, si fuera vendedor de zapatos, andaría siempre con una tijera para cortarle los dedos de los pies a quienes no calcen el número del zapato que él quiera vender. Si usted, por ejemplo, calza 42 y el zapato que vende nuestro inefable gobernante es 38, pues a usted hay que cortarle sus dedos, porque para nuestro peculiar personaje el zapato está bien, quién está mal es usted porque su pie no cabe ahí.
Para el madurocabellismo, el modelo político-económico que aplican para Venezuela está bien, lo que está mal es la gente. La lista inmensa de problemas y tragedias que nos afectan, desde la inseguridad hasta la escasez, pasando por el empobrecimiento y caotización de la vida de los venezolanos, es porque el pueblo no se adapta al modelo -como el pobre cliente ante el zapato chiquito- o es muy inmaduro para darse cuenta que la culpa es de él mismo, nunca del modelo gobernante.
Si no hay luz, es porque la gente la desperdicia (lo cual, dicho sea de paso, es una demostrada mentira, a decir de nuestros ingenieros eléctricos, quienes sostienen que todo el consumo privado de los venezolanos no alcanza siquiera al 30% del gasto de electricidad que se da en el país). Si hay desabastecimiento, es porque las personas consumen más de lo que deberían. Por supuesto -ya usted se lo imagina- la escasez de papel higiénico no tiene nada que ver con la ineficiencia del gobierno o el fracaso de su modelo económico, sino porque la gente defeca más de lo que debería, según el cálculo de los planificadores gobierneros. Además, no sea mentiroso: ya el vicepresidente Arreaza dijo que "en Venezuela no hay desabastecimiento" (Unión Radio, 27-09-2013), Y si él lo dice, pues así es. ¿Se da cuenta? La culpa es otra vez suya por ciego o por exagerado.
Si no se consiguen divisas, es porque el venezolano es muy inconforme y mal agradecido, al preferir monedas extranjeras al extra robusto bolívar fuerte. O simplemente porque usted no tiene suficientes "valores socialistas". Si la plata no le alcanza y el sueldito se le ha convertido en polvo efímero, a lo mejor usted es parte -masoquista, por supuesto- de la "guerra económica" que quiere desestabilizar una economía que más sana y fuerte, imposible. Si usted sigue en eso, ya Maduro le "amenazó" con una "nueva etapa de la revolución" (El Universal, 29-09-2013), en reconocimiento público (¿se habrá dado cuenta?) de que "más revolución" lo que significa para los venezolanos es precisamente una terrorífica amenaza. Menos mal que aunque sea lo reconoce.
Si conseguir vivienda es un martirio, el responsable es usted, porque ¿para qué se va a mudar? ¿Por qué no se queda donde está y deja el fastidio? Una vez más la inconformidad e inmadurez de los venezolanos como eterna excusa para un modelo que, sin gente, sería perfecto.
Si hay inseguridad, no es por indolencia del gobierno, o por la altísima impunidad, o porque en el fondo la desmovilización social y el miedo son políticamente útiles. No, es porque usted es muy imprudente y arriesgado. ¿Qué hace usted en la calle, en vez de estar en su casa viendo el canal 8, donde nunca matan a nadie? Con gente como usted por supuesto que el modelo no funciona. Y si usted resulta abaleado "por error" en alguna alcabala del operativo cínicamente llamado "patria segura", siempre la culpa será suya, por su actitud de venezolano sospechoso, o a lo mejor porque su cara era muy fea, no importa que se trate usted de una joven madre y sus hijas como las que fueron acribilladas por guardias nacionales en el estado Falcón.
Echarle la culpa al pueblo por las fallas estructurales de un modelo que no funciona, es la excusa históricamente más usada por dictaduras y tiranuelos de todas las épocas. Al final, ellos y sus fracasados modelos pasan, y los pueblos -afortunadamente y siempre- siguen su rumbo.
Que esto lo haga cualquier persona, no pasa de ser un caso de negación neurótica de la realidad. Pero cuando constituye el patrón usual de comportamiento de un gobernante, la situación toma giros de dramatismo, dado el inmenso caudal de daño, dolor e injusticia que esa patología genera.
Al frente del gobierno de Venezuela -aunque sea de manera ilegítima- se encuentra alguien quien, si fuera vendedor de zapatos, andaría siempre con una tijera para cortarle los dedos de los pies a quienes no calcen el número del zapato que él quiera vender. Si usted, por ejemplo, calza 42 y el zapato que vende nuestro inefable gobernante es 38, pues a usted hay que cortarle sus dedos, porque para nuestro peculiar personaje el zapato está bien, quién está mal es usted porque su pie no cabe ahí.
Para el madurocabellismo, el modelo político-económico que aplican para Venezuela está bien, lo que está mal es la gente. La lista inmensa de problemas y tragedias que nos afectan, desde la inseguridad hasta la escasez, pasando por el empobrecimiento y caotización de la vida de los venezolanos, es porque el pueblo no se adapta al modelo -como el pobre cliente ante el zapato chiquito- o es muy inmaduro para darse cuenta que la culpa es de él mismo, nunca del modelo gobernante.
Si no hay luz, es porque la gente la desperdicia (lo cual, dicho sea de paso, es una demostrada mentira, a decir de nuestros ingenieros eléctricos, quienes sostienen que todo el consumo privado de los venezolanos no alcanza siquiera al 30% del gasto de electricidad que se da en el país). Si hay desabastecimiento, es porque las personas consumen más de lo que deberían. Por supuesto -ya usted se lo imagina- la escasez de papel higiénico no tiene nada que ver con la ineficiencia del gobierno o el fracaso de su modelo económico, sino porque la gente defeca más de lo que debería, según el cálculo de los planificadores gobierneros. Además, no sea mentiroso: ya el vicepresidente Arreaza dijo que "en Venezuela no hay desabastecimiento" (Unión Radio, 27-09-2013), Y si él lo dice, pues así es. ¿Se da cuenta? La culpa es otra vez suya por ciego o por exagerado.
Si no se consiguen divisas, es porque el venezolano es muy inconforme y mal agradecido, al preferir monedas extranjeras al extra robusto bolívar fuerte. O simplemente porque usted no tiene suficientes "valores socialistas". Si la plata no le alcanza y el sueldito se le ha convertido en polvo efímero, a lo mejor usted es parte -masoquista, por supuesto- de la "guerra económica" que quiere desestabilizar una economía que más sana y fuerte, imposible. Si usted sigue en eso, ya Maduro le "amenazó" con una "nueva etapa de la revolución" (El Universal, 29-09-2013), en reconocimiento público (¿se habrá dado cuenta?) de que "más revolución" lo que significa para los venezolanos es precisamente una terrorífica amenaza. Menos mal que aunque sea lo reconoce.
Si conseguir vivienda es un martirio, el responsable es usted, porque ¿para qué se va a mudar? ¿Por qué no se queda donde está y deja el fastidio? Una vez más la inconformidad e inmadurez de los venezolanos como eterna excusa para un modelo que, sin gente, sería perfecto.
Si hay inseguridad, no es por indolencia del gobierno, o por la altísima impunidad, o porque en el fondo la desmovilización social y el miedo son políticamente útiles. No, es porque usted es muy imprudente y arriesgado. ¿Qué hace usted en la calle, en vez de estar en su casa viendo el canal 8, donde nunca matan a nadie? Con gente como usted por supuesto que el modelo no funciona. Y si usted resulta abaleado "por error" en alguna alcabala del operativo cínicamente llamado "patria segura", siempre la culpa será suya, por su actitud de venezolano sospechoso, o a lo mejor porque su cara era muy fea, no importa que se trate usted de una joven madre y sus hijas como las que fueron acribilladas por guardias nacionales en el estado Falcón.
Echarle la culpa al pueblo por las fallas estructurales de un modelo que no funciona, es la excusa históricamente más usada por dictaduras y tiranuelos de todas las épocas. Al final, ellos y sus fracasados modelos pasan, y los pueblos -afortunadamente y siempre- siguen su rumbo.
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