En: http://www.lapatilla.com/site/2013/10/09/trino-marquez-habilitar-para-atropellar/
Trino Márquez
Descartemos que el ciudadano (¿venezolano?) Nicolás Maduro solicitó la
habilitación por un año, para combatir la corrupción y enfrentar la supuesta
guerra económica declarada por la derecha apátrida golpista.
Si quisiera lucharcontra el “cadivismo”, las comisiones, las empresas de
maletín, los sobornos y demás vicios del régimen másdescompuestode la historia
nacional, le bastaría con levantar progresivamente el control de cambios y
aplicarles los instrumentos legales existentes (Ley de Contraloría, Ley Contra
la Corrupción y el Enriquecimiento Ilícito) a los parlamentarios, funcionarios
del alto gobierno, gobernadores, alcaldes y contratistas allegados al
oficialismo. Allí están la boliburguesía y los bolichicos con
su riqueza súbita, fraudulenta y escandalosa ampliamente documentada, como
símbolos ostensibles de la impudicia con la que actúan los corruptos
rojos.Diosdado Cabello yJuan Barreto fueron liberados por la Asamblea Nacional y
la Contraloría de toda responsabilidad administrativa, a pesar del amplio
expediente elaborado en su contra por los desmanes cometidos en la gobernación
de Miranda y en la Alcaldía Metropolitana, respectivamente.
La quimérica “guerra económica” inventada por el tándem Maduro-Castro para
ocultar la debacle causada por el socialismo del siglo XXI, se acabaría si se
produce un giro radical en la política oficial: se levantan los controles, se
respeta la propiedad privada, se permite que el dólar flote de acuerdo con la
demanda de divisas, se vuelve a crear un mercado de trabajo, ahora inexistente,
se paralizan las estatizaciones y comienza un proceso de retorno de las empresas
nacionalizadas al sector privado.
Nada de lo que debe hacerse para amputar la corrupción y salir del rentismo,
tal como el propio Maduro propone (¿sabrá lo que esrentismo y mercantilismo?),
se hará. Suopacodiscurso en la Asamblea Nacional –muy mal leído, por cierto-
revela que la intención de su solicitud avanza por un camino muy distinto a los
propósitos expresados.
Los objetivos de Maduro apuntan en tres direcciones distintas, aunque
complementarias. La primera, hacia el interior de la claque dominante:
demostrar que es un digno sucesor de su “padre” Hugo Chávez y que puede
concentrar tanto poder como este;que representa el verdadero centro de gravedad
de las decisiones y no comparte ese lugar con DiosdadoCabelllo. La otra, hacia
la oposición: revela estar dispuesto a arrollar a quienes lo adversan sin
detenerse en consideraciones legales. La tercera: que su modelo económico
consiste en militarizar y favorecer su clientela, utilizando los recursos del
Estado, especialmente las divisas, para repartirlos entre quienes le sean
incondicionales; patrimonialismo del más primitivo.
Cabello, el duro y todopoderoso presidente de la Asamblea, quedaría relegado
a un segundo plano durante un año, período suficientemente largo para que Maduro
ajuste las piezas de la maquinaria que le permitiría aspirar a la reelección en
2018. Los cubanos le han instruido. El tiempo pasa volando. Conviene minimizar
la figura del hombre del Furrial y sofocar sus deseos de llegar a Miraflores por
la vía electoral.
A la oposición hay que amenazarla constantemente. El Ejecutivo cuenta con la
Fiscalía y con el Poder Judicial para atenazar a los adversarios. La habilitante
permitiría actuar de forma expedita contra gobernadores, alcaldes y diputados
opositores, sin tener que sujetarse a los protocolos convencionales.
El modelo intervencionistamilitaarizado se mantendrá. El rentismo se
exacerbará, solo que con una variante: el reparto de la renta petrolera no se
hará mediante los canales y agentes tradicionales, sino a través de los
militares,civiles y organismos públicos que decida Maduro y su camarilla. Cadivi
será aún más selectiva en la asignación de las divisas. Estas serán
administradas con mayor celo por el Gobierno, quien las empleará para fortalecer
su proyecto e imagen. Ahora será cuando veremos clientelismo del bueno. Todas
las empresas, industrias y comercios pasarán a depender de la voluntad omnímoda
de un Ejecutivo que repartirá los dólares como se le antoje. El empresario que
no se someta a los designios del heredero quedará excluido del beneficio.
Estos, entre otros, son los cambios que buscan Maduro y los Castro con la
habilitante. Se trata de habilitar para atropellar. Lo bueno es que con tanto
poder, y tanta incompetencia, no tendrá a nadie a quien atribuirle los errores.
La culpa será de él solito
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