CARLOS A. ROMERO
| EL UNIVERSAL
domingo 7 de septiembre de 2014 12:00 AM
Muchos analistas se preguntan
por qué no se da un revolcón en Venezuela si se observa una gran crisis
económica y social. Una de las respuestas a esa interrogante sería que
el régimen está estable. Tomando la figura de una mesa, las cuatro patas
de ella estarían equilibradas. La mesa es el régimen político y las
"cuatro patas" son: la económica, la internacional, la militar y la
social.
Desde el punto de vista económico, el Gobierno tiene todavía un espacio para manejar la cosa pública, manteniendo una política expansiva, obteniendo préstamos, vendiendo activos, reordenando el comercio de bienes y servicios, ejerciendo más controles y devaluando el bolívar. Desde el punto de vista internacional y con excepción de Estados Unidos e Israel, ningún gobierno ni ningún organismo multilateral está manifiestamente en contra del régimen, aunque en el mundo transnacional sí se da una mayor crítica, sobre todo en los medios de comunicación social, en la vida universitaria y en algunas ONG¿.
El sector militar no está fraccionado y se han detectado algunas disidencias. Desde el punto de vista social, si bien persisten algunos brotes de desobediencia y de protesta, éstas están controladas y se sigue manteniendo un respaldo al Gobierno.
En Venezuela el poder no está dividido, no hay una guerra civil por causas ideológicas, étnicas o religiosas y el capitalismo de Estado no ha llegado a su fase crítica. El Gobierno todavía tiene cómo defenderse frente al descenso de los ingresos petroleros y quienes no lo respaldan están sumergidos en un marasmo social, entre otras cosas porque su dirigencia no ha logrado representarlos y conducirlos por la dirección correcta.
En resumen, la situación de nuestro país es grave pero no está en una fase terminal. Parecie- ra que seguiremos transitando -desafortunadamente- por un camino tortuoso y difícil de pronosticar.
Desde el punto de vista económico, el Gobierno tiene todavía un espacio para manejar la cosa pública, manteniendo una política expansiva, obteniendo préstamos, vendiendo activos, reordenando el comercio de bienes y servicios, ejerciendo más controles y devaluando el bolívar. Desde el punto de vista internacional y con excepción de Estados Unidos e Israel, ningún gobierno ni ningún organismo multilateral está manifiestamente en contra del régimen, aunque en el mundo transnacional sí se da una mayor crítica, sobre todo en los medios de comunicación social, en la vida universitaria y en algunas ONG¿.
El sector militar no está fraccionado y se han detectado algunas disidencias. Desde el punto de vista social, si bien persisten algunos brotes de desobediencia y de protesta, éstas están controladas y se sigue manteniendo un respaldo al Gobierno.
En Venezuela el poder no está dividido, no hay una guerra civil por causas ideológicas, étnicas o religiosas y el capitalismo de Estado no ha llegado a su fase crítica. El Gobierno todavía tiene cómo defenderse frente al descenso de los ingresos petroleros y quienes no lo respaldan están sumergidos en un marasmo social, entre otras cosas porque su dirigencia no ha logrado representarlos y conducirlos por la dirección correcta.
En resumen, la situación de nuestro país es grave pero no está en una fase terminal. Parecie- ra que seguiremos transitando -desafortunadamente- por un camino tortuoso y difícil de pronosticar.
No comments:
Post a Comment