#MonitorProdavinci
Felipe Pérez fue Ministro de Planificación entre los años 2002 y 2003 bajo la primera presidencia de Hugo Chávez. A continuación reproducimos una carta que le ha escrito al Secretario General de la MUD, Jesús ‘Chúo’ Torrealba, en la que aborda la situación política y económica de Venezuela.
Estimado Chúo:
Según las encuestas, y la situación
económica, ustedes tienen una posibilidad muy real de acceder al poder
legislativo y ejecutivo muy pronto. Si Nicolás Maduro hiciera lo que le hemos propuesto,
su desempeño electoral mejoraría, pero lo más probable es que solo
significaría un “control de daños” de cara al futuro, no suficiente para
mantener el poder.
Lo que yo quiero transmitirles es que,
además de una tremenda responsabilidad, ustedes tendrán en sus manos un
gran peligro, por un lado, y una gran oportunidad, por el otro. Se trata
del peligro de ser capturados, como lo han sido los gobiernos de la
cuarta y la quinta repúblicas, por los buscadores de renta, los
corruptos. Quienes quieran que sean electos diputados, o presidente de
la república, si ustedes no entienden bien el peligro de “la maldición
del oro negro”, y no somenten a nuestro país a un exorcismo definitivo,
por muy éticos que sean individualmente, y muy instruidos en sus
materias de política económica, su administración de gobierno caerá en
las fauces del diablo del excremento.
Esto podrá parecerles chocante, y quizá
crean que lo único que se necesita son moral y luces, como lo pedía
Bolívar. Estoy de acuerdo. Pero siempre y cuando entendamos “luces” en
un sentido profundo: la enfermedad nuestra no es solo de coyuntura y de
políticas macroeconómicas, y de acuerdos políticos de inclusión. Se
trata de la maldición de los recursos, del petróleo, denominado
excremento del diablo por Juan Pablo Pérez Alfonso: el modelo rentista,
del que queremos salir, para enfilarnos a un modelo productivo de una
vez por todas.
Ahora bien. Si esta enfermedad, llamada
en Economía “holandesa” por su origen, es tan temible, y tiene tantos
peligros, porqué no la hemos curado? Estamos condenados al
subdesarrollo, la dependencia, la corrpución endémica? No es cierto.
Podemos comenzar con pie firme a construir un brillante futuro como
país. Y de eso se trata mi alerta: no nos hemos curado, no porque no
exista el remedio, sino porque quienes han usufructuado la renta, sean
funcionarios del gobierno, o miembros del sector privado, no lo han
permitido.
Es una cuestión elemental de Teoría de
la Economía Política. La manera de resolverlo, usando esta ciencia, es
por el llamado diseño institucional, diseño de mecanismos. El cambio de
estructura, por lo demás, produce un cambio de cultura, que es lo que
queremos. No basta la ética individual, y las sanciones a los corruptos:
si pones zamuro a cuidar carne, luego no lo puedes atacar porque se la
coma. La idea básica es quitarle la oportunidad al corrupto, y no
tendrás que meterlo preso.
Pero empecemos por describir los tres
síntomas de la enfermedad, y luego hablemos de las soluciones. Verán que
es algo que está enteramente en nuestras manos, sobre todo aprovechando
la crisis que tenemos como una oportunidad servida, y cumplir con el
sueño de tantos sabios venezolanos que lo habían pedido con
anterioridad, como Arturo Úslar Pietri:
1. La sobrevaluación
de la moneda. Como entran muchos dólares a la economía, producto de una
riqueza regalada, entonces la moneda local tiende a tener mucho poder
de compra en el mercado internacional. Por eso tendemos a importar. Y
por eso nuestra industria y agricultura tienden a subdesarrollarse y a
no exportar, porque además es muy caro para los extranjeros comprar
bienes producidos aquí.
2. Inestabilidad
macroeconómica inducida por la volatilidad del ingreso externo, que
viene de la volatilidad del precio del comodity exportado.
3. Regímenes
políticos centralizados, poco democráticos, con populismo clientelista,
militaristas, y corruptos en alianza con una burguesía parasitaria.
De estos tres síntomas, el más conocido
es el primero. Pero los dos últimos han sido documentados
econométricamente en las investigaciones más recientes sobre el tema,
como componentes esenciales del descalabro de las economías y las
instituciones de países con esta enfermedad. La solución ideal es hacer
lo que hizo Noruega, país petrolero también, pero con una sociedad de
las más avanzadas del mundo en calidad de desarrollo productivo,
bienestar y distribución del ingreso, que resolvió los tres síntomas con
un solo remedio: un fondo de ahorro intergeneracional. Como la renta no
entra directamente a la economía, no se produce la sobrevaluación. Como
la volatilidad entra solo al fondo, y no a la economía, no hay los
shocks externos que se transmiten sin anestesia a la economía interna.
Como el gobierno central no tiene control de la renta, no hay carne para
los zamuros. Al fisco solo van las ganancias de ese fondo, cosa muy
manejable en un régimen de gestión totalmente transparente por diseño.
En Venezuela no podemos prescindir del
15% del PIB en ingreso petrolero de una sola vez. Pero podemos proceder
inmediatamente corrigiendo las causas por cada lado. Para el primero, se
propone crear un Fondo de Ahorro Intergeneracional, que empiece con 5%
de la renta petrolera, y aumente anualmente en 2% de la misma. Para el
segundo, el remedio es, obviamente, el un fondo de estabilización
macroeconómica, propuesto por primera vez por Ricardo Hausmann, pero que
nunca se ha podido poner realmente en práctica, a pesar de que es ahora
un mandato constitucional. Esto permite ahorrar en tiempos de vacas
gordas, y usar lo ahorrado en tiempos de vacas flacas, estabilizando la
macroeconomía mediante una política fiscal “anti-cíclica” que acolchona
los shocks externos.
Como podrán imaginar, el tercer síntoma
es el más difícil de solucionar, pues toca intereses muy fuertes. Pero
la solución es muy simple: quitarle la carne a los zamuros. Estoy
absolutamente seguro de que los buscadores de renta ya están pensando
cómo enchufarse en el gobierno que viene. No te extrañe, Chúo, que desde
ya muchos minoristas y mayoristas caza-renta estén buscando entrevistas
contigo, y proponiéndote grandes “proyectos salvadores del país”. No
creamos que los caza-renta son solo los boliburgueses. Hay muchos
empresarios de la cuarta también, que se han sabido adaptar muy bien, y
forman parte del cartel de mafias que nos domina, muchas veces sin
darnos cuenta, que incluye a contratistas militares, empresarios,
líderes sindicales, contrabandistas de drogas, de gasolina, etc., con
conexiones con mafias internacionales.
Están dispuestos a corromper ministros,
presidentes, traficar con personas, o lo que haga falta. A mí un banco
trató de corromperme, ofreciéndome “unas princesitas”. Si te equivocas
con ellos, te agarran para no soltarte jamás, y te envuelven en el
marasmo de corruptelas que no distinguen ideologías, clases sociales,
género, raza, nacionalidad.
De hecho, la solución mencionada tiene
que ver con lo que se hizo durante la cuarta república en relación al
proceso de descentralización territorial del poder político y
económico. Eso le quitó control de la renta petrolera al gobierno
central y se lo dió a los estados y municipios. La idea es fortalecer y
mejorar la descentralización, y dar un paso adicional definitivo: a los
consejos comunales, algo positivo de la quinta república y con mucho
arraigo en el pueblo. Esto se ha satanizado mucho desde la oposición. A
veces con argumentos válidos, como el de que estas organizaciones han
sido simples clientes del PSUV. Pero si esto se hace bien, es un gran
paso en la dirección correcta: es el fortalecimiento de la idea que se
promovió en la cuarta república de las asociaciones de vecinos. Pero con
más poder político y económico. La idea es simplemente descentralizar a
este nivel los gastos sociales impulsados durante los gobiernos de
Chávez y Maduro, usando el criterio de la igualdad territorial de
oportunidades, dando coherencia a la gestión descentralizada a través de
un consejo federal de gobierno.
Sobre esto, el mismo Banco Mundial ha
documentado que de cada diez proyectos en países en desarrollo, siete
son exitosos si en ellos se involucra la comunidad. La lógica es clara:
la propiedad de lo público local pasa a ser de la comunidad. Por tanto
se alinean los intereses de los miembros de la comunidad, y de lo
público en la comunidad. Se trata así la contradicción entre los
representantes, hasta ahora muy lejanos, y los ciudadanos, minimizándose
la alienación de intereses políticos del representativismo en la
democracia. Como los miembros de la comunidad interpretan como suyas las
obras comunitarias, las cuidan, y controlan si hay miembros mal
portados, en un proceso de formación interactiva horizontal de
ciudadanía.
El nuevo gobierno va a estar reacio a
entrar a gobernar con la manos prácticamente atadas en materia de gasto.
Pero si no lo hace, el país seguirá en el ciclo de la trampa de la
pobreza y el modelo rentista y la cultura corrupta. Lo que se propone
para este síntoma, pues, es una combinación virtuosa de una política
liberal, con una keynesiana, y una socialista-participativa: liberal
porque reduce el gasto del gobierno central. Keynesiana, porque no lo
reduce realmente, sino que cambia el sujeto del gasto. Participativa,
porque quien lo gasta son las comunidades, más eficiente, efectiva y
eficazmente, minimizando la corrupción si se hace de manera inclusiva y
no clientelista, usando el control social por diseño, bien conocido en
la teoría y en la práctica.
Ahora, relacionado con los impuestos,
los ingresos fiscales en Venezuela son alrededor de 29% del PIB. De
esos, 15% son petroleros. Mientras que en Colombia los no-petroleros son
el 23% del PIB, en Venezuela representan solo el 14%. La idea es ir
avanzando en esa dirección, mientras se va sanando la enfermedad
holandesa, como un acuerdo colectivo sólido: si la gente es la que
mantiene al estado con sus impuestos, tiende a controlarlo más, y a
exigir transparencia y rendición de cuentas en todas sus acciones.
Finalmente, es bueno decir que un
gobierno es de izquierda si tiende a beneficiar al que está peor. De
derecha, si beneficia al que está mejor, al más poderoso. Lo que hemos
visto hasta ahora ha sido una gestión de derecha: beneficia a los
poderosos corruptos, económica y políticamente, y a algunos pobres
instrumentalmente. Así que después de todo, Chúo, ustedes son una clara
opción progresista para nuestro país: a favor del pueblo pobre y de la
clase media depauperada, para darles oportunidad de dignificarse, de
salir de donde los han dejado los corruptos, y enfilarnos hacia la
Venezuela productiva de la Sexta República, con inclusión de todos,
sobre bases sólidas, sanas, usando lo mejor de la cuarta y de la quinta,
aprendiendo a pescar, y no aspirar a pescados regalados por el estado
paternalista y el clientelismo populista. Es la solución definitiva a
nuestros problemas.
Cordialmente, éxito y pendientes,
Felipe
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